Carta al comité central del partido comunista soviético

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Escrito: En en Octubre de 1926.
Digitalización: Aritz, setiembre de 2000.
Edición Digital: Marxists Internet Archive, 2000.

Queridos camaradas:

Los comunistas italianos y todos los trabajadores conscientes de nuestro país han seguido siempre con la mayor atención vuestras discusiones. En vísperas de cada congreso y de cada conferencia del P.C.R. hemos estado siempre seguros de que, a pesar de la aspereza de las polémicas, la unidad del Partido no se hallaba en peligro; aún más, estábamos seguros de que al alcanzar una superior homogeneidad ideológica y orgánica, a través de tales discusiones, el Partido estaría mejor preparado y dotado para superar las múltiples dificultades inherentes al ejercicio del poder en un Estado obrero. Hoy, en vísperas de vuestra XV Conferencia no tenemos la misma seguridad que en el pasado; nos sentimos irresistiblemente angustiados; nos parece que la actual postura del bloque de las oposiciones y la dureza de las polémicas en el P.C. de la URSS exigen la intervención de los partidos hermanos. Es precisamente esta profunda convicción la que nos impulsa a dirigiros esta carta. Podría suceder que el aislamiento en que nuestro Partido se ve forzado a vivir nos haya llevado a exagerar los peligros que se refieren a la situación interna del Partido Comunista de la URSS; en todo caso no son exagerados nuestros juicios sobre las repercusiones internacionales de esta situación y, como internacionalistas, queremos cumplir con nuestro deber.

La situación interna de nuestro partido hermano de la URSS nos parece diferente y mucho más grave que en las precedentes discusiones, porque hoy vemos producirse y verificarse una escisión en el grupo central leninista que ha sido siempre el núcleo dirigente del Partido y de la Internacional. Una escisión de este género, independientemente de los resultados numéricos en las votaciones del Congreso, puede tener las más graves repercusiones, no sólo si la minoría de oposición no acepta con la máxima lealtad los principios fundamentales de la disciplina revolucionaria del Partido, pero también si sobrepasa, en el curso de su lucha, ciertos límites que son superiores a toda la democracia formal.

Una de las más preciosas enseñanzas de Lenin ha sido la de que debemos estudiar mucho los juicios de nuestros enemigos de clase. Pues bien, queridos camaradas, lo cierto es que los periódicos y los hombres de Estado más notables de la burguesía internacional contemplan atentamente este carácter orgánico del conflicto existente en el núcleo fundamental del Partido Comunista de la URSS, cuentan con la escisión de nuestro partido hermano y están convencidos de que la misma llevará a la disgregación y a la lenta agonía de la dictadura proletaria, que esa escisión determinará esa catástrofe de la revolución que no lograron las invasiones y las insurrecciones de los guardias blancos. La misma fría circunspección con que hoy la prensa burguesa trata de analizar los acontecimientos rusos, el hecho de que procure evitar, en lo que le es posible, la violenta demagogia que le caracterizaba en el pasado, son síntomas que deben hacer reflexionar a los camaradas rusos, hacerles más conscientes de su responsabilidad. Hay aún otro motivo por el que la burguesía internacional cuenta con la posible escisión, o con la agravación de la crisis interna del Partido Comunista de la URSS. El Estado obrero existe en rusia ya desde hace nueve años. Es cierto que sólo una pequeña minoría de las clases trabajadoras, e incluso de los mismos partidos comunistas en los otros países, está en condiciones de reconstituir en su conjunto todo el desarrollo de la revolución y de encontrar, incluso en los detalles que constituyen la vida cotidiana del Estado de los Soviets, la continuidad del hilo rojo que conduce hasta la perspectiva general de la construcción del socialismo. Y esto no exclusivamente en aquellos países en que no existe la libertad de reunión y la libertad de prensa ha sido completamente suprimida o está sometida a limitaciones inauditas, como en Italia (donde los tribunales han secuestrado y prohibido la impresión de los libros de Trotsky, Lenin, Stalin, Zinoviev y, últimamente hasta del Manifiesto Comunista), sino también en los países en que aún nuestros partidos tienen la libertad de proporcionar a sus militantes y a la masa en general una documentación suficiente. En esos países, las grandes masas no pueden comprender las discusiones que tienen lugar en el Partido Comunista de la URSS, particularmente cuando alcanzan la violencia actual y afectan no a un aspecto de detalle, sino a todo el conjunto de la línea política del Partido. No sólo las masas trabajadoras en general, sino la misma masa de nuestros partidos ven y quieren ver en la República de los Soviets, y en el Partido que está en el gobierno, una única unidad de combate que actúa en la perspectiva general del socialismo. Y sólo en cuanto las masas occidentales europeas ven a Rusia y al partido ruso desde este punto de vista, aceptan voluntariamente, y como un hecho históricamente necesario, que el Partido Comunista de la URSS sea el partido dirigente de la Internacional, sólo por eso hoy la República de los Soviets y el Partido Comunista de la URSS constituyen un formidable elemento de organización y de propulsión revolucionaria.

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