Jeon's Empire | Vkook

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─Jeon Jungkook, ─la manera en que aquel hombre pronunció su apellido le hizo estremecerse
─parece que no comprendes esto que intento decirte. ─Jungkook, sin embargo, sabía que aquel momento llegaría tarde o temprano─ Sabes de dónde provienes, al final del día no eres tan sólo un artista exitoso, ¿no es así? Tu familia ha sido algo que prefieres omitir, pero sin duda tienes una y no debes olvidar, por ningún motivo, que perteneces a ellos.

El pelinegro le miró retirarse a pasos lentos. Las lágrimas se juntaban en sus ojos debido a la impotencia que sentía en esos momentos. Pero el hombre tenía razón, había intentado olvidar sus raíces, jamás quiso que la prensa vinculara su carrera con la gran influencia de la empresa de sus padres, eso era lo único que deseaba. Sin embargo, el apellido Jeon daría mucho de que hablar, incluso cuando intentará esconderse de el.

Su teléfono vibró en el bolsillo de sus pantalones, deslizó una mano y vió la pantalla: "Número desconocido"

Contestó y pegó el dispositivo junto a su oreja.

─¿Aló? ─escuchó movimiento a través de la línea,─ ¿q-quién habla? ─preguntó mientras se secaba las lágrimas e intentaba recobrar la compostura.

─Debes volver al negocio, Jeon. Antes de que tus padres regresen de Europa tú estarás al cargo de la empresa, no más música hasta que aprendas a llevar el negocio de tu familia ─su tono era demandante y directo cuando hizo énfasis en su familia,─ me escuchaste bien; tienes 8 meses, Jungkook ─la llamada se cortó.

Apenas soltó el teléfono de nuevo en su bolsillo sintió un nudo formarse en la garganta, quería gritar, soltar todo el coraje acumulado en su interior, pero su voz estaba quebrada. Sorbió las lágrimas que amenazaban con salir de su nariz y limpió su camisa.

Tomó las llaves del coche y condució a casa. Una vez que la puerta se abrió se encontró con dos hombres que lo escoltaron hasta el salón principal, en este se encontraban trajes negros en bolsas de tintorería, carpetas y portafolios que supuso contenían documentos acerca del manejo de la empresa. Miró hacia arriba pasando la lengua por sus labios intentando contener su vocabulario, en esos momentos realmente necesitaría de su fuerza de voluntad para no llamar a Jimin y escapar como un adolescente. Todo estaba listo, tomaría el puesto al frente de la empresa de los Jeon, realizaría las funciones del presidente, sería la cabeza de familia en que sus padres tanto querían que él se convirtiera. No había salido de casa en su décimo quinto cumpleaños para dedicarse a ser un cantante, tan sólo para que cinco años después su apellido le obligara a regresar.

Era como retroceder en el tiempo, a las finanzas que llenaban su cabeza cuando su padre le mostraba cómo manejar una empresa, las miles de cifras de ingresos y egresos. Aquello jamás había sido lo que le apasionaba, su desbordante deseo por cantar lo llevaba en las venas desde que tenía memoria y hasta ese momento, no se había visto obligado a abandonarlo.

Porque, después de haber alcanzado su sueño y ser el artista del momento, siempre tendría que regresar a su hogar, y sus padres no comprendían que ese no era el suyo. No dentro de una oficina, no en una junta de utilidades, definitivamente no al frente de una empresa.

Suspiró sin más, se dió media vuelta para dirigir a su habitación, pero lo consideró antes de abandonar el salón.

─¿Hay alguna otra sorpresa? ─preguntó con fingido entusiasmo ─ ¿Acaso han enviado algo más?
Tal vez, no sé... ¿a alguien que me explique qué demonios se supone que debo hacer? ─su intentó fue en vano, ambos guardias de seguridad hicieron caso omiso, y cuando se disponía ir al segundo piso, nadie lo detuvo.

Realmente tengo que hacer esto, se dijo a sí mismo, jugar al empresario para complacer a mis padres.

Pero las cosas no irían de acuerdo a su gusto, no, si debía imponer un orden, tan bien impondría sus propias reglas. Como el lema de su familia justamente lo decía; "Sólo conoces a una persona una vez que pones el poder en sus manos".