Prólogo de Zaratustra
I
A la edad de treinta años, Zaratustra abandonó su patria y el lago de su patria y marchó a la montaña. Gozó allí de su espíritu y su soledad y no se cansó de ello por espacio de diez años. Al fin cambio de parecer, y un día se levantó al romper la aurora ofreció su rostro al sol y le habló de la siguiente manera:
"¡Qué sería tu felicidad, radiante astro si no tuvieses a quellos para los que brillas!
Desde hace diez años subes a mí caverna, te hubieras cansado de tu luz y de este camino, si no hubiese sido por mí, mi águila y serpiente.
Todas las mañanas te esperábamos y recogíamos lo que te sobraba: bendiciendote por ello.
Mira que estoy harto de mi sabiduría como la abeja que ha acumulado demasiada miel; siento necesidad de manos que hacía a mí se tiendan.
Quisiera dar y repartir, hasta que los sabios de entre los hombres se regocijen de nuevo con su necedad y los pobres con su riqueza.
A tal fin, tengo que bajar a los abismos; como tú lo haces durante la noche, cuando te hundes debajo del mar llevando luz incluso al mundo subterráneo, ¡oh astro colmado de riquezas!
Tengo que hundirme en mi ocaso, como tú, para conseguir contacto de los hombres.
¡Bendíceme, pues, ojo sereno, capaz de ver sin envidia hasta una dicha demasiado grande!
¡Bendice la copa que ansía desbordarse, para que el agua se derrame de ella cual oro y esperanza a todas partes el reflejo de su gloria!
Mira que esta copa desea vaciarse y Zaratustra, volver a ser hombre"Así se inició el descenso de Zaratustra.
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Así hablaba Zaratustra
Non-Fictiones una de las obras cumbres del pensador alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900) y de la literatura alemana de todos los tiempos, así como una de las más controvertidas (si es que hay alguna que no lo sea).