Moretones

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Muchas personas podían pensar que el arma mortal que poseía Hinata era esa habilidad innata al saltar junto a su resistencia endemoniada.

Otras más podían pensar que era su tenacidad, esa que en ocasiones se confundía con terquedad.

Otros decían que simplemente no se trataba de él, sino de Kageyama y de su habilidad por hacerlo brillar y llevarlo a límites inexplorados.

Pero la mera verdad es que esa dichosa arma mortal, al menos para Tobio, no yacía en ninguna de las cosas enlistadas. Una persona normal sería capaz de coger una de esas cualidades enumeradas y hablar, durante mucho rato, sobre lo increíble que era Hinata en el vóley,...pero eso a Kageyama, al menos ahora, no se le hace relevante.

Lo que sí lo hace, en cambio, es la manera en la que la tela de su camisa –esa que Hinata está usando justo ahora- se levanta por encima de los muslos de su pareja quien inútilmente intenta coger esa maldita caja de cereal de cheerios* de la alacena.

—¿Por qué siempre pones la caja de cereal donde no puedo alcanzarla?

Kageyama aspira con profundidad, conteniendo la respiración durante varios segundos; y aunque le fascinaría contestarle con una típica respuesta irritante, no puede pues parece más interesado en prestarle toda su atención a esas dos bonitas mejillas que se asoman por ahí abajo que, evidentemente, no son las de su rostro.

Todo iba bien, maldita sea.

¿Por qué no podía ser una persona normal, avanzar hacia él y pasarle la caja de cereal de una buena vez?

Ah, claro, porque era un pervertido.

Pero es que no era piedra, y estaba casi seguro que aquello era una conspiración tramada por el propio Hinata. Incluso tenían un banquito de madera que el más bajito solía usar para alcanzar dichos lugares. ¿Por qué se empeñaba en no usarlo y...?

—¿Qué? ¿Por qué me miras así?

Dios santo.

¿Esos eran chupetones en su cadera?

Kageyama palidece pues Hinata había sido muy claro, antes de entrar al cachondeo que los llevaría a estar rodando en la cama durante toda la noche, en que si iban a hacerlo, el armador no debía dejar marcas pues el más bajito estaba harto de tener que cubrirse a cada rato.

—Hooolaaa. Tierra llamando a Roboyama —pasando saliva con dificultad, el menor asiente entorpecidamente—. ¿Qué? ¿Tengo algo en las piern-...?

Tan rápido como puede, el azabache corre despavorido a sostenerle la camiseta desde la parte inferior, cubriéndolo como un enfermo.

—¿Qué carajos haces? ¿Por qué no usas el maldito banquito? —expone señalando el banco de madera a unos centímetros de ellos.

—¿Me estás diciendo que no puedo alcanzar las cosas de la alacena? —cuestiona Hinata con una ceja arqueada, removiéndose para apartar sus manos de sus caderas—. Hazte un lado. Muero de hambre y se me congela el trasero —insiste, sacudiéndose muy sugerentemente. Kageyama debe poner todo su autocontrol a prueba si no quiere tener una erección ahí mismo aunque ciertamente teme más por su vida que por el dolor de su miembro endureciéndose.

—¿Q-qué estás...? ¡Deja eso! ¡Vas a caerte! —gritonea Tobio evidenciando lo obvio al verlo montarse ahora sobre la meseta de la cocina, pronunciando aún más su suave y blanquecino trasero y...— ¡Oye!

—¡Ayúdame entonces!

—¡Bájate, vas a tirar todo, imbécil!

—¡¿A quién estás llamando imbéc...?!

El escenario pronto se pinta similar a como si hubiese pasado un huracán por ahí cuando toda la harina del recipiente a lado de la caja de cereal cae, regándose en todo el piso y de paso cubriéndolos a ellos.

Esa debería ser una escena romántica en la que Kageyama, dispuesto y amable como cualquier otro ser humano promedio y enamorado, debió haberle ayudado en primer lugar. Pero Tobio es medio bruto y lo suficiente escéptico como para ser el protagonista de una comedia romántica.

En su lugar, histérico y desesperado como solo él es, decide silenciar a un colérico Hinata con un beso ahí, en el piso de su cocina, apretando su cintura con ganas, sintiendo un efecto relajante luego del tremendo golpe que se han dado.

Aunque al menos se siente aliviado por una cosa cuando toma entre sus dedos uno de los pezoncitos de su pareja y lo aprieta ligeramente, obteniendo el sonido delicioso que desea oír morir en su boca antes de separarse.

Hinata no va a preguntar sobre los chupetones en su cadera. Y si lo hace Tobio puede poner de excusa que no es lo que él piensa.

—E-espera...Mi cereal —jadea el de cabello naranja, sentado, quien sabe cómo, a ahorcadas sobre su novio—. Me va a salir un moretón enorme por tu culpa en la cadera, tonto.

Sí.

Eso.

Moretones. 

Estas no son horas de estar publicando cosas, lo sé(?)

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Estas no son horas de estar publicando cosas, lo sé(?)

Esto terminó siendo más un one-shot que un drabble pero entenderán que yo no me contengo cuando escribo de la OTP jajajaja Además que no se me da escribir cosas cortas. Al final tuve que regañarme mentalmente. En fin.

Espero que haya resultado algo entretenido al menos y que le haya gustado al merecido segundo lugar del concurso, sino pues me mato ya alv, soy una larva(?) Lamento el retraso! -c va arrastrándose-

Y bueno, creo que es todo. Durante la semana estaré estrenando nuevo fic :) Esta vez para el fandom de YoI. A ver que tal me va...

¡Romi-out!


Moretones【KageHina - Haikyuu!!】Where stories live. Discover now