Todo iba bien, hasta un tal 18 de abril. Nuestros caminos se separaron. Cada uno tomó una dirección, aunque cada día me moría por estar en la de él. Todavía recuerdo esas palabras: "Eres una chica majísima y me has echo pasar los mejores meses de mi vida, pero prefiero estar como amigos." Me dió un abrazo, y se marchó.
Me dejó, me dejó con las lágrimas en los ojos, intentando aguantar. Ese día me dí cuenta de verdad de lo que era decir adiós a mis recuerdos, a mi vida, a ese parque en el que pasábamos las horas, me dí cuenta de lo que era perder a lo más importante para mí.
Pero siempre dicen que todo acaba. Que lo quieras o no todo tiene un fin. Esperado o inesperado, pero siempre lo tiene.
Todo lo que dolía antes, dejó de tener importancia cuando él se fue.
Dejé lo de la anorexia y todo como tema aparte. Mi rutina a partir de ese día era buscar o intentar encontrar otros brazos en los que refugiarme del frío, otros labios que me dijeran te quiero bajo la Luna, que contaran historias que me hacían reír, buscaba a alguien con el que encontrar lo que encontraba en él, sin saber que nunca lo volvería a encontrar.
Dolió tanto el resto de la primavera sin él, que ya no soportaba ver a alguien besarse, no soportaba una tormenta si no era en sus brazos, y no me soportaba yo misma, porque me dí cuenta de lo que había perdido, y ya no podía hacer nada.
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Diario de una anoréxica.
Teen FictionINTRODUCCIÓN. Yo, hasta entonces, había sido una niña totalmente feliz, rodeada de gente que me quería, pero mi vida cambió cuando crecí.