Capítulo único.

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Pasaron un par de días después de aquel acontecimiento que provocó la furia del Rey de los Demonios, todos estaban enterados y de igual forma se sentían decepcionados y molestos. En especial los hermanos del causante de aquella felonía, sin embargo, sabían que no podían hacer nada. Esta situación había provocado una guerra, de la cual no iban a salir bien librados ya que se enfrentarían a todos los demás clanes, a Stigma. Tendrían que comenzar a atacar lo más pronto posible, iniciando lentamente con pequeños pueblos y villas humanas ya que estos eran los más débiles pero los más abundantes.

Estarossa caminaba lentamente por los pasillos del castillo, se le había pedido tanto a él como a su hermano dirigirse mañana a ciertos puntos de la pelea a primera hora del día. Aún era de noche, por lo tanto, no estaba preocupado, iba en camino a buscar a Zeldris, que quien sabe dónde éste se encontraba. Luego de un rato lo encontró sentado en una roca un poco lejos del castillo.

—¿En qué tanto piensas? — Se acercó lentamente y se detuvo detrás de él, el pelinegro respingó, pero no se giró a verle.

—No es de tu incumbencia — Frunció el ceño, estaba de mal humor, últimamente había estado sintiendo cosas que pensó que jamás volvería a sentir y para empeorarlo esos sentimientos se dirigían a la peor persona posible.

—No tienes que decirlo, se exactamente qué piensas — Sonrió y se posicionó junto al menor, el pelinegro volteó a mirarlo rápidamente con sorpresa. ¿Acaso se dio cuenta?, pensó. Estarossa colocó su mano en la cabeza del menor y la sacudió un poco.

—¿A qué te refieres? — Preguntó preocupado, sabía que lo que estaba comenzando a sentir estaba mal, pero no podía evitarlo.

—A que creo que me siento exactamente como tú — Lo miró a los ojos y sonrió, Zeldris quitó la mirada con un pequeño sonrojo en el rostro. Guardaron silencio por un buen rato, solo mirando el cielo estrellado, procesando todo, tal vez no se lo hayan dicho de forma directa, pero con esa conversación todo estaba claro. El sentimiento era mutuo.

Zeldris seguía con la mirada al frente, aun con ese sonrojo miró de reojo a su hermano notando como este lo miraba divertido. Cuando bajo la mirada para mirar el piso, sintió como su mentón era tomado y sus labios eran atacados por el mayor. Lentamente se dejo llevar por ese beso que comenzó de forma brusca, pero que poco a poco se convirtió en uno apasionado, lleno de sentimiento.

Al separarse ambos abrieron los ojos, Estarossa se irguió y comenzó a caminar en dirección al catillo.

—¿Ves esa montaña que esta por allá?, es un buen lugar para pensar — Y sin decir más alzó vuelo en dirección al castillo. Zeldris solo se limitó a verlo partir y cuando lo perdió de vista se giró para seguir mirando el cielo, estaría bien que esto fuera así todo el tiempo, pensó, pero sabía que era imposible.

Lo que hacían estaba mal, no era muy diferente a lo que su hermano mayor había hecho, entonces ¿Por qué no podía dejar de sentir aquello? Sentía culpa, sin embargo, le gustaba el sentimiento de que ya no estaría de nuevo solo y eso le reconfortaba, quizá lo mejor era dejar de pensar en eso.




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Bueno muchas gracias por leer, agradezco mucho a las personas que leen estas historias, hacen que me den más ganas de escribir acerca de ellos. Solo faltan dos pequeños One-shot's para que esta pequeña saga termine. He estado muy activa ya que estuve de vacaciones hace poco y por lo tanto pude escribir varias historias; las estoy publicando porque próximamente entrare en haitus debido a la escuela. Nos leemos en el siguiente. Saludos.

Sentimiento mutuo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora