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La vista de la casa de la niña, era fascinante, se regocijaba en cada uno de los pétalos danzantes de las flores recién nacidas, el manto blanco que les impedía crecer se había escondido y alejado por temor al sol. La primavera reposaba en aquel lugar del mundo, haciendo que la menor, tomase las riendas para decidir salir de aquella vivienda. Era muy decidida.





—¡Pá, má, voy a buscar a Noah! Él tiene que ver esto. — Sus palabras resoplaron en los oídos de su madre, esta solo cedió a soltar una sonrisa resignada, aunque sus facciones delataban algo más que eso, una sonrisa amorosa, cálida y espontanea.


Ah-ah. — Negó el padre cuando la niña de cuerdas de oro por cabello se encontraba girando la perilla que apenas podía alcanzar — No vas a ningún lado sin— Interrumpió abruptamente la menor.


—¡Papáááá! — Resopló en un gran suspiro.






—Es para Noah y para ti, Noah — Haciendo hincapié en ambos nombres —Tu mamá hizo galletas rellenas con fresas del huerto ¿Quieres llevarte un poco? — Sacudió una pequeña bolsa decorada ante los ojos avellana de su hija en un movimiento hipnótico.


—¿De verdad? ¡Si quiero, si quiero! —Arranco el objeto de la mano de su padre en un movimiento veloz, y así también se retiró del hogar.





La pequeña corrió sin mucha prisa, más bien, dando pequeños brincos de júbilo. Así llego a su destino: una casa similar a la que habitaba. Tocó la puerta rebosando de alegría, la felicidad en ella se podía palpar desde cualquiera de sus ángulos.


—¡Noah! ¡NOAH! — Gritó y gritó el nombre al cual le pertenecía, no solo a ella, sino también a su vecino curiosamente. Este no parecía ni dar señal de vida, hasta que la niña a todo pulmón y más agudo de lo normal decidió sacar de su boca con fuerza unas palabras que nada más entre ellos comprendían.



—¡NOVATO, SAL YA MISMO! — Apretó con fuerza sus puños como sus cuerdas vocales. Teniendo como resultado el éxito, un niño centímetros mas bajo que ella, salió adormilado, restregándose los ojos, para luego descubrir un azul pálido, cristalizado por el recién despertar.


—Capitán... es muy temprano— Soltó las palabras sujetadas por un bostezo, largo y suave.


—Quien no madruga, no consigue— Se interrumpió a sí misma. Saltó mostrando los dulces caseros en la bolsa de encajes blancos.


¡Oooohh! Galletas de fresa de la tía Yolanda, Ámbar las ama, pasa —El niño pálido abrió con gran esfuerzo la muralla que separaba la casa del exterior, dando lugar a un campo visual exquisito.





Una casa tan pulcra como una taza recientemente enjuagada, decorada por adornos blancos y por las entrometidas luces asomándose por las ventanas de cristal dando lugar a las primeras luces de la mañana, haciendo un efecto iridiscente con algunos ornamentos cristalinos. A pesar de todo, se sentía acogedora.




Ambos, Noah y Noah, subieron las empinadas escaleras hasta llegar a una puerta clara. Al ser abierta, se destapo ante la niña una enorme curiosidad, la habitación del pequeño siempre tenia algo nuevo. Esta vez, se encontraba ante ellos, unos peluches sentados formando una circunferencia imperfecta alrededor de una mesa. Si, era una fiesta de té.




—¿Me estabas esperando novato? ­— La rubia pregunto, tomando asiento en los lugares restantes de la mesa decorada.



—Yo no— Dio la vuelta a un peluche en forma de gato, con un pelaje dorado y ojos azules —Ámbar si.

—¡Lo sabía! Eres malo mintiendo, sabía que no podrías resistirte a levantarte temprano el primer día de primavera.



—No es el primer día, pero si uno muy bonito —Corrigió a la niña, mientras esta le restaba atención con su manera de asentir, puesto que se estaba llenando las mejillas de galletas y té al mismo tiempo.



¡Noah! Eres una damisela, por favor, se educada —Exigió el ojiazul, su comportamiento maduro en algunas ocasiones no soportaba el de ella, tan irracional.


¡Noah! Las galletas se enfrían, come come —Tomó un puñado de galletas y virutas para acercarlas a la boca del pálido niño —Estas muy delgado ¡Necesitas comer!

Alejando su cara, pero acercando su mano seleccionó una de las tantas galletas que la niña le había pasado —Gracias.





Estuvieron comiendo y jugando cierto tiempo, haciendo algo parecido a un juego de rol. Pretendían ser de alguna clase alta francesa, poniendo muecas, hablando con acentos raros y realizando señas delicadas. Le costaba trabajo arduo a la niña tan andrajosa, pero el niño parecía tan hundido en el rol, que encajaba con el y su aspecto sumiso.

En cuestión de segundos, el remolino de energía Noah abrió los ojos de par en par, recordando el porque fue a visitar al pequeño.





—¡Novato, ya recordé porque vine! —Prácticamente, gritó estas palabras, acercándose a grandes pasos al niño que tenia al frente de ella


—¿Sera por que eres mi mejor amiga? —Respondió casi sarcástico este.


La niña lanzó unas risitas algo estruendosas, para luego recomponer su aliento y decir —No solo eso... tonto ¡Tienes que ver lo que vi por el jardín!






No le dio tiempo al pobre infante de responder cuando estaba siendo arrastrado por la capitana. Conocía la casa de su amigo como la palma de su mano, lo llevo hasta la puerta y con una fuerza bruta la abrió de un solo golpe, cuando al rubio le costaba un montón-




Él dejo de resistirse y se unió a al trayecto encabezado por su amiga, ella siendo más rápida que él. Llegando así, al jardín comunitario. Ambos vivían en una urbanización semi-rural, con magnificas plantas al cuidado de la comunidad.




Desaceleraron el paso, pero la pequeña Noah no se rendía, aún quedaba camino por recorrer, aunque este fuese muy poco. En cuestión de minutos llegaron a un hermoso campo.


Las flores habían vuelto a dar a luz a unas mas recientes y preciosas. Todo tipo de delicada planta se encontraba allí, al son musical de la brisa refrescante, soplando aromas deliciosos ante las narices de los amigos, tomados de la mano.


Sin alguna intensión de desconectar sus palmas, la niña se aventó al suelo, y con el impulso creado, él también fue obligado a hacer lo mismo. Cayeron, impactando con decorados naturales multicolores. Riendo a dulces carcajadas se manifestaba la diversión más inocente que el mundo podía pedir.


Ella terminó con el silencio cuando volteó sus ojos a un campo se rosas lejano, rosas blancas y rojas al contraste del brillante sol, conjunto al azulado cielo nítido. Señalo con su mano minúscula al prado coloreado de rojo y blanco.





—¿Ves allá Noah?



—Si, lo veo, es muy bonito.


—Allí nos vamos a casar algún día, cuando te logre convencer de que soy lo mejor, novato.

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⏰ Última actualización: Jul 09, 2022 ⏰

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( ¡Noah Al Cuadrado! )²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora