¿Quién era Eleanor Reilly?
Antes de que los acontecimientos narrados en las siguientes páginas salieran a la luz y todo el mundo la viera morir de aquella manera tan macabra, nadie sabía de su existencia. Perfectamente podrías haberte cruzado con ella por la calle y no reconocerla; es más, seguramente el mundo esté lleno de Eleanor Reillys con las que habrás convivido, incluso sólo durante un instante.
Dejémonos de rodeos.
¿Quién era Eleanor Reilly?
Nadie lo sabía. Odiaba socializar. Si alguna vez alguien había oído su voz, fue hace muchísimo tiempo. Tanto que esa "dulce voz", como decía su madre, se había perdido a lo largo de los años. Pero ahora ella no estaba. Nadie estaba. Todos muertos.
Los años en los que vivió su infancia podrían calificarse como "felices", ya que desconocía la situación, tensa, como un hilo a punto de romperse a causa del peso de un objeto atado a uno de sus extremos, que la rodeaba.
Desgraciadamente, todos esos años felices desaparecieron cuando Eleanor cumplió los trece años de edad.
Una tarde de invierno.
Una niña que volvía del colegio.
El frío clavado en sus huesos.
Pisadas bajo la nieve que se hundían hasta, casi, la rodilla.
Como todos los días, Eleanor volvía a casa.
Una casa.
Una puerta entreabierta.
Entró.
ㅡYa estoy en casa, mamá.
Silencio.
ㅡ¿Mamá?
Nada.
Se acercó a la puerta de la cocina. La imagen que vio en ese momento quedó grabada en su retina de tal modo que le persiguió hasta el último día de su existencia; y su vida "feliz" se desmoronó ante sus ojos. Los ojos de una criatura de trece años.
La cocina era un baño de sangre.
El cadáver de su madre se encontraba tumbado en el suelo, boca arriba, abierto en canal dejando a la vista parte de sus órganos. Destacaban los pulmones, de color negro a causa del tabaco. Sus extremidades estaban mutiladas. La sangre procedente del cuerpo se extendía por el suelo formando un charco alrededor de lo que antes había sido su madre; y que ahora sólo era un conjunto de órganos y extremidades esparcidas por la cocina.
«Hasta muerta era hermosa» solía pensar tiempo después. Si bien, estos pensamientos daban a entender que, a pesar de esa edad, su familia le era completamente indiferente.
No muy lejos de donde se hallaba el cadáver de su madre, concretamente, sentado en una silla, con la cabeza apoyada sobre la mesa, descansaba el de su hermano; que parecía dormir tranquilamente, sosteniendo, con una mano que también estaba sobre la mesa, un vaso de cerveza medio vacío.
Eleanor levantó la cabeza y, entonces, lo vio. Contempló durante varios minutos la figura que colgaba del ventilador de la cocina, con el cuello rodeado por un trozo de alambrada arrancada de la valla del jardín. Los pequeños pinchos metálicos que poseía el alambre se clavaban en el cuello, dejando entrever la piel desgarrada debido a la gravedad, que empujaba el cuerpo hacia abajo. Hilillos de sangre nacían de las heridas del cuello; fluían a través del cuerpo, dejando manchas en la camisa, como huellas que se dejan para indicar que alguien ha estado ahí; y desembocaban sobre la mesa formando charquitos.
La escena se formaba por ríos, cascadas, riachuelos y lagos formando una especie de paisaje. Todo de sangre.
Sonrió.
En el fondo, deseaba que su padre estuviera muerto. Le odiaba con todo su corazón desde aquel día en que la obligó a desnudarse y le tomó unas fotos "inofensivas" que acabaron en internet.
Eleanor se sintió humillada. Dejó de hablar. Se encerró en su habitación. Ya no sonrió nunca más. Hasta ese día. Exactamente, habían pasado tres años.
Informes posteriores determinaron que su madre había envenenado la cerveza que bebió su hermano; después, su marido, el señor Reilly, había apuñalado a su esposa, había abierto el cuerpo en canal y había mutilado sus extremidades; para, posteriormente, suicidarse, colgándose del ventilador de la cocina, con un trozo de alambrada de la valla del jardín rodeando su cuello.
¿Por qué lo hicieron?
La respuesta es simple. El dinero escaseaba. Si no lograban pagar todas las facturas pendientes (y las que no), pronto serían desahuciados. Y no podían permitirlo. La familia Reilly, a pesar de aparentar ser una familia de clase media normal, no lo era. Para nada. Esa "familia feliz" que era considerada por todos sólo era una tapadera. Eleanor era la única que no lo sabía; y ,si lo sabía, hacía oídos sordos. Pornografía, prostitución y tráfico de órganos eran su principal fuente de ingresos. Perfectamente normal que quisieran ocultarlo a toda costa; pero tampoco era necesario tomar medidas tan drásticas.
De todos modos, la adolescencia de Eleanor transcurrió de manera apacible en su nuevo hogar; junto a la familia Boswell, que la acogió después de los acontecimientos narrados anteriormente. Cabe destacar que era buena estudiante; de hecho, ingresó en la universidad y consiguió una de las mejores notas de su clase. Dejó de encerrarse en sí misma e hizo muchísimas amistades. Ya no necesitaba encerrarse en sí misma. Ya no se sentía sola. Conocía a personas que la querían y que no iba a cambiar por nada del mundo. Se mudó a un apartamento cerca de la universidad y consiguió un trabajo como redactora en el periódico local; con un sueldo suficiente para pagar el alquiler y demás gastos.
Todo le iba bien. Hasta ahora.