Capítulo 46

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Hacía casi una hora del terrible incidente y allí estaba yo en la sala contigua a la de interrogatorios -o 'la sala oculta' como la llamaba mi amigo- tomándome un té con un nerviosismo que se podía palpar en el temblor de mis manos. Y para colmo, escuchando la voz irritante de Matthew, el cual no paraba de hacerme preguntas y de apuntar en su cuaderno como un loco poseso y que estaba despertando por momentos unos horribles instintos asesinos. Si algo odiaba con toda mi alma era que me interrogaran.

En algún momento dejé de escucharle y mi querida mente empezó a pensar por sí sola.

Recordé aquellos versos siniestros que me había recitado la boca del vampiro.

Vuestros pies correrán hacia al mal

e iréis presurosos a derramar vuestra sangre

todos los que a ella lleguen, no volverán

ni seguirán otra vez los senderos de la vida...

Ahora pues, hijos, oídme...

acercaros, ella os guardará;

amadla y ella os conservará.

No sabía por qué pero mi sexto sentido vampírico —aquel que me había fallado a la primera de cambio y estaba considerando ponerle el apodo de 'disgrace'*—me decía que aquellos versos no se referían exactamente a la reina de los vampiros, Lilith.

Mi intuición me decía que había algo más, o mejor dicho, alguien más que estaba controlando y manejando a los seres de la noche a su antojo. Tal vez algún vampiro poderoso, aquel 'cambia formas' o dios sabía quién.

Lo que si estaba claro es que yo era la clave de todo.

Yo era el objetivo de que un vampiro que cambiaba su aspecto. Y se había puesto de acuerdo para matarme. O en el peor de los casos secuestrarme y sinceramente, prefería morir a que algún monstruo chupasangre me llevara consigo y me desangrara viva.

Pero no iba a quedarme de brazos cruzados. Iba a hacer todo lo posible por encontrarle, costara lo que costase y sabía que la única forma era adentrarme en los pasadizos clausurados de Kartain Cross, porque si de algo estaba segura es de que los rumores eran ciertos y existían en realidad.

Disgrace me gritaba que debía de ir a por aquel ser de ideas fijas, que estaba dispuesto a ir a por mí con todas las consecuencias y a pesar de que Disgrace no era un buen ejemplo a seguir, lo mejor en aquella situación era hacerle caso.

Ya nada me iba a sorprender de lo que pudiera ocurrir, después de todas las cosas que se podían tachar como 'extrañas' que había vivido.

Pero no sabía cuan realmente equivocada estaba.

Miré a Iulian, que se encontraba caminando de un lado a otro en la sala contigua, con expresión concentrada como si estuviera meditando o tramando un nuevo plan acerca del suceso del 'cambia formas', qué había sido un completo fracaso.

Desgraciadamente habíamos perdido la única pista del vampiro y estábamos otra vez como al principio, buscando la aguja en el pajar ya que podía ser cualquier persona incluido alguno de los 32 estudiantes que había interrogado el Redentor Marhker... en resumidas cuentas, todo el trabajo que habíamos hecho se había ido al garete.

Bebí de un trago lo que me quedaba de aquel maravilloso té de melocotón y me levanté de la silla de un salto, dejando a Matthew a solas escribiendo en su cuaderno como un poseso, ya que cuando se sumergía en un caso era prácticamente imposible sacarle algo más que unos simples monosílabos.

La Cazadora de Vampiros © #TCE2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora