Confusión

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Atrapados en el baño

Disclaimer: Pokémon no me pertenece (es obvio, si me perteneciera, Ash no sería tan estúpido)

Atención: Si eres alérgico a lo sukulenstrunski, no te recomiendo este fic; vete, fuera, estas advertido. (Creando morbo)

— ¿Quieres intentarlo otra vez? — Le preguntó la peli-miel al chico.

— ¿Me estas retando? Puedo seguir todo el día — Contestó el pelinegro jadeando y sudoroso.

— ¿Seguro? Pareciera que no podrás hacerlo en un largo rato...

—Dame un par de minutos y volveré a empujar como una fiera, te lo aseguro.

—Eres un caso Ash Ketchum, honestamente nunca pensé que aguantaras tanto. —Contestó ella, divertida.

— ¡Hey! Yo siempre he tenido buen aguante, además ¿Se te ocurre otra cosa mejor que hacer aquí dentro?

—Si quieres, para no cansarte, esta vez empujo yo y tú solo te apoyas en la pared.

— ¿Segura?

—Por mí no hay ningún problema, si nos turnamos, pues es mejor.

—Me agrada la idea...

¡Alto, alto, alto! Se preguntaran ¿Cómo llegaron nuestros héroes a esta situación? Pues para saber eso, deberemos rebobinar casete hasta hacia unas cuantas horas, cuando la situación era normal y corriente, como en los episodios de la serie.

Situémonos entonces al principio de ese viaje; Serena acababa de conseguir la llave princesa y nuestros héroes  se dirigían al centro pokémon de ciudad Glorio para poder descansar y que la chica pudiera presentarse al gran concurso del día siguiente, en el cual participaría Serena. Sin embargo, un pequeño obstáculo estaba desbaratando  bastante los planes de nuestros amigos.

— ¿Cómo? No puede ser cierto ¿Ni siquiera uno solo? — Preguntó angustiada nuestra pelimiel favorita.

—Lo lamento, pero debido al concurso que se celebra mañana, estamos sin disponibilidad desde hace dos días —Contestó preocupada la enfermera Joy — Podrían probar suerte en el hotel, pero les advierto que no es para nada barato, además que dudo que les queden habitaciones. Lo siento.

— ¿Y ahora qué haremos? — Preguntó preocupada.

—Creo que tengo una idea. — Contestó Clemont —Tengo unos amigos que viven aquí, en ciudad Glorio, talvez si les hablara y les pidiera hospedaje podríamos pasar la noche con ellos.

— ¿Pues qué esperamos? — Dijo Ash con su habitual energía optimista — ¡Nada pierdes con intentar!

— ¡Pues intentaré! Espérenme un segundo aquí — Dijo el inventor mientras se dirigía a una cabina de teléfono.

Ash y Serena se sentaron, uno a la par del otro, y Serena instintivamente, y sin medir sus acciones en realidad, llevada solo por el cansancio y la preocupación; apoyo su cabeza en el hombro del pelinegro, quien se congeló durante unos segundos antes de tratar de volver a actuar con normalidad.

¿Qué rayos le pasaba? Muchas de sus compañeras de viaje habían tenido bastantes contactos físicos con él, desde roces hasta abrazos, y con ninguna se había sentido tan nervioso. Su pelo, suave y sedoso, le hacía cosquillas en la nariz y en la parte destapada de su brazo, y su aroma, su maldito aroma que estaba adormeciéndolo de una manera alarmante. Era tan placentero que no pudo evitar el aspirar profundo el olor que emanaba de ella, y eso rompió el hechizo. Ella pareció reaccionar, y con un pequeño respingo retiro su cabeza mientras que un intenso sonrojo se apoderaba de su cara, y miraba para otro lado.

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