CAPÍTULO I. Reencuentros.

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          Voy de camino al instituto. Llevo un paso ligero, quizá sea porque me siento malhumorada. Cuando estoy irritada, tiendo a acelerar el paso. Aunque la verdad que este año no me apetece llegar al instituto. No es que no tenga ganas de ver a Daniela y a María. Hace casi un mes que no las veo. Pero es que tener que aguantar al rarito de mi hermanastro, no me hace nada de gracia. Ayer fuimos mi hermana y yo a conocerlo y prefiero no pensar en ello. Ahora que me percato. "Mi heramana". Esas palabras mágicas son suficientes para sacarme de mi letargo.

          Giro sobre mi cuerpo posando mi mirada en todas las direcciones: Ni resto de mi hermana.

— ¿Claudia? —pregunto a la nada, pero como es de esperar nadie me responde.

          Miro en todos los sentidos, y finalmente la veo doblar la esquina y llegar donde estoy.

— Pensé que no te alcanzaría. Creo que la llegada de nuestro "hermanito" te ha afectado mucho, Clare— dice mi hermana con un tono burlesco.

— Lo que me falta, Clau, que vengas tú también a reírte de mí. No tengo ya bastante que aguantar a Alejo en casa, en el instituto, en todas partes. Y encima te ríes de mi— suspiro cansada de que el hijo de la novia de mi padre ocupara todas las conversaciones a mi alrededor.

— No deberías tomarte las cosas tan a pecho. Quizá cuando lo conozcas mejor te caiga mejor que en estos momentos— dice mi hermana mientras se dobla de hombros. Estoy convencida de que sabe que lo que acaba de decir no puede ser posible.

          Aminoro mi paso; me siento como una vaca que camina hacia el matadero. Sé que en el instituto todo va a ser más difícil. El día anterior lo había conocido en persona. Alejo, que es como se llama mi nuevo hermanastro es un joven esbelto y atlético. No destaca por su altura, sin embargo, está en forma. Su pelo es castaño, peinado con un ligero tupé como flequillo. Sus facciones son rectas, con las mandíbulas rectas y un hoyuelo en la barbilla. La nariz recta, simétrica y unos ojos verdes adornados con largas pestañas. Tengo que admitir que es guapo. En cuanto las chicas de mi clase sepan que es mi hermanastro comenzarán a acosarme pidiéndome sus datos. Pero todo lo guapo que tiene, lo tiene de engreído e insoportable. Sólo le diré a mis amigas que somos hermanastros, y espero que no salga a la luz hasta dentro de una temporada.

          Al final de la calle en la que me encuentro está el instituto. Mi hermana y yo nos miramos y le regalo un gesto de resignación. Ella y mi madre me dicen que estoy exagerando cuando hablo de Alejo; supongo que soy demasiado susceptible en algunas ocasiones.

— Clara, tengo muchas cosas que contarte de este verano. ¡Corre, ven! Así podemos hablar un rato antes de que comiencen las clases— al instante reconozco la voz de mi mejor amiga, Daniela y cuando entra en mi campo de visión la saludo alzando la mano.

— En el recreo o a la salida nos vemos, Claudia. Si no nos vemos antes, espérame a la salida para que podamos ir juntas a casa— me despido de ella regalándole un beso en su flequillo azabache, tan recto como el mío y corro hacia Daniela abrazándola.

          Daniela es sin duda una de las personas más importantes para mí. Siempre que hago un mundo de un problema está ahí para apoyarme. Yo intento estar también siempre para ella, lo mejor que puedo. Tiene mi misma estatura, pero es algo más flaca que yo. Va con ropa que permite siempre entrever su escote que es más voluptuoso que el mío. Su pelo es castaño, medio ondulado, medio recto. Su flequillo es irregular, de lado. En su rostro su nariz y su boca son pequeñas. Sus ojos, en cambio, son grandes, verdes y expresivos. Siempre sé lo que piensa por la expresión de sus ojos, son como un libro abierto. Es una joven inteligente, estudiosa y responsable con las cosas que tiene que ser responsable. Cuando está conmigo, sin embargo, es aún más infantil que yo. A diferencia de mí, tiene gran éxito con los chicos de clase y es más extrovertida de lo que yo nunca podría llegar a ser.

Podríamos llamarlo destinoWhere stories live. Discover now