Prólogo

22 3 1
                                    

El anillo rodaba sobre el frágil dedo de Harry, jugueteando entre los otros como de costumbre. Lo rodaba una y otra vez, sólo sabiendo que él estaba allí. El tacto sobre el bordado del metal era recorrido por su yema mientras Harry seguía su vida normal, era un acto involuntario que repetía día tras día, constantemente.

Era una tarde cálida, gracias a los suaves rayos de sol que azotaban la ciudad a pesar de la época del año. Una ciudad tranquila pero con el tránsito suficiente de personas para considerarse metropolitana. Y en una calle del centro, un chico pasaba la puerta de cristal de una pequeña cafetería pintada en tonos relajantes.
La pequeña campanita sonó y el chico colocó su pelo arreglando sus rizos. Era un chico atractivo. Rasgos finos y marcados sobre la suave piel blanquecina, y ojos verdes que llamaban la atención de cualquier persona en sus cabales. En su cabello, sedoso rizos tostados coronaban a aquél chico.

Harry tomó asiento en una de las mesas cercanas a la puerta que daba vistas a la calle. Estaba sentado sobre un sillón de cuero blanco, almohadillado e impoluto, y no podía evitar recordar la sensación que tuvo la primera vez que estuvo allí.

Hace mucho, mucho tiempo.

No podía creer que ya había pasado tanto, todo se sentía tan extraño. Las mesas eran iguales, los camareros seguían trabajando allí y la vida seguía igual, pero realmente nada era igual.

"Harry, ¿lo de siempre?"

Un chico de no más de veinte años en su usual vestimenta de trabajo se acercó al rizado.

"Sí, gracias."

Harry volvió su vista a la ventana volviendo a entrar en un trance absoluto.
En ese momento eran solo él y sus pensamientos.

Al otro lado del café, un hombre de apariencia mayor puso su atención en Harry. Extrañado y curioso se levantó de su sitio y se dirigió al muchacho. Era un hombre entrado en edad, con arrugas marcadas en su frente y una mata de pelo blanquecino.
Al llegar frente al chico, se deslizó delicadamente en el asiento frente a Harry.

"Hola", saludó como intento de captar la atención del chico.

"Hola", Harry miraba extrañado al señor, intentaba recordar si lo conocía de algo las clases de pintura..., pensó, no, quizás de la tienda del centro... tampoco, sin duda nunca antes había hablado con él y apenas le sonaba de vista, aún así, Harry sonrió al señor por cortesía.

"Creo que se ha equivocado de mesa", dijo lo más amablemente posible.

"No", contestó el señor firme, pero de manera suave. La voz resonó en los oídos de Harry, y definitivamente nunca antes había escuchado esa voz.

"Verás", aclaró su garganta, "veo que todos los días vienes por aquí, y todos ellos te quedas esperando, mirando por esta ventana", dijo señalando con el dedo al enorme cristal, "simplemente quería saludar y preguntar si esperas a alguien, quizás pueda ayudarte"

El señor pilló totalmente desprevenido a Harry, quien no esperaba un gesto así por su parte.

"Oh, gracias", dijo con sorpresa hacia la amabilidad del atento señor, "agradezco su ayuda, pero simplemente me gusta este café"

El señor asintió con una mueca en la cara, "está bien", golpeó con sus palmas la mesa y se levantó dejando el asiento libre,"si alguna vez necesitas algo, todas las mañanas vengo a desayunar aquí, simplemente búscame"

"Gracias, señor" Harry le devolvió una amable sonrisa con un movimiento de cabeza que decía lo haré.

Tras el intercambio de palabras, el hombre volvió a su sitio dejando a Harry pensativo e haciendo que por unos segundos olvidará sus preocupaciones, y en vez, se preguntara qué podía llevar a una persona desconocida a querer ayudar a otra.

Después de tomar su usual bebida y demorarse un poco más en el café, decidió volver a su pequeño apartamento.

La puerta estaba cerrada con llave.

Suspiró pesadamente.

Por un instante se quedó ensimismado mirando a la puerta. Aquella puerta que había albergado en su interior tantos momentos, tantos... Agitó la cabeza y entró.

Era una estancia pequeña, un salón, un baño, una cocina y una habitación.
Harry se deshizo de sus zapatillas en la entrada como de costumbre, le gustaba mantener su pequeño espacio en orden y limpio, y tras descalzarse fue directo al sofá.

Todo estaba en calma, y lo único que rompía la paz, era el tic-tac de uno de sus relojes.

Harry miró hacia la estantería y perezosamente se levantó a coger un pequeño álbum de fotos azul celeste. Las tapas no llegaban a cerrarse del todo debido a la cantidad de fotos que contenía, cosa que le hacía muy feliz al rizado. Se sentó sobre el mullido sofá con las piernas cruzadas y abrió la primera página.

Era una foto muy colorida en alegres tonalidades. En ella se podía ver a él sentado igual a como se encontraba en ese momento, con sus piernas cruzadas, enfrente de otro chico, ambos rodeados de hierba y de frondosos árboles mientras jugaban con unas flores, algunos pétalos reposaban en el cabello de Harry y otras sobre la camiseta del otro chico.
A Harry se le dibujó una pequeña sonrisa en los labios. Recordaba perfectamente ese día.

Y el anterior.

Y el anterior a ese.

Recordaba como todo había empezado, y todo comenzó en la pequeña cafetería donde había estado aquella mañana.

always you || l.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora