Me despierto en lo que parece un sarcófago de cristal, sujeto por unos bordes de hierro oxidado.
Las paredes son demasiado estrechas para poder mover mi cola libremente y el agua no es suficiente para respirar. Lo que hace que me arda la garganta, rozandome las branquias.
No puedo ver nada con el cristal empañado. Difícilmente puedo ver las luces translúcidas que parecen no tener origen. Pero por alguna razón están dotadas de un movimiento serpenteante que casi te hace olvidar el agobio de tu alrededor.
No recuerdo del todo como he llegado aqui. Recuerdo que estaba en el mar. Tal vez muy cerca de las costas del Imperio De Sierpe. No recuerdo nada más, probablemente me atacas en unos pescadores. Ojalá pudiese levantar la mano para comprobar si tengo alguna herida en la cabeza, pues esta me duele mucho. Pero no me queda otra opción.
Hasta entones todo había permanecido en silencio, hasta que las voces de dos hombres irrumpen. Pegan un portazo y comienzan a conversar con unas profundas voces guturales.
-¿Cuando los transportan?- pregunta un hombre.
-El rey los quiere para dentro de una semana. Vivos o muertos.- réplica el segundo.
-Entonces tenemos que llevarlos a la capital.-añade el primero
-¿Siguen dormidos? -pregunta su compañero. Mi corazón se para al oír eso. Trato de evitar que mi respiración sea muy marcada y llame la atención. Pero el intento es en vano.
-Compruébalo. - dice el otro en respuesta. Van a abrir el sarcófago, pienso en atacarlos. Pero son dos contra uno y, aunque cuente con el elemento sorpresa, dudo mucho que pueda escapar. No soy especialmente fuerte, y la suerte que tengo hubiese provocado que acabase estrangulado antes de mover un dedo. No soy estúpido así que cuando abre la caja de cristal me quedo inmóvil y con los ojos cerrados, intentando que mi respiración fuese tan profunda como el sueño que simulaba tener.
Una mano callosa me da un par de golpes en el brazo. Lo cierra nada más comprobar que todo está bajo control.
Expiro todo el aire en mi pecho y trato de ver sus próximos actos a través del cristal empañado.
-Ahora abre el otro.- hay otro sarcófago con quien sabe que dentro. Oigo el sarcófago abrirse con un chirrido y de seguido los gritos de los hombres.
Lo que sea que hay ahí dentro, si que utilizó ese elemento sorpresa. Cuando los gritos paran, pongo una mano sobre el sarcófago, congelando la lámina de cristal que pronto se rompe. En congelados trozos que caen al agua, como miles de fragmentos de hielo en una piscina helada.
Por fin veo la habitación en la que estoy. Es de piedra, con antorchas en las paredes y una puerta vieja.
A mi izquierda esta el sarcófago. Veo una figura de un chico del que solo puedo distinguir sus rasgos marcados, entre dos estatuas de piel azul y dedos negros. Supuse que eran los guardias, los cuales estaban congelados.
-¿Quien eres? - me pregunta la figura, las antorchas no me dejan ver bien, pero parece un chico por el tono de voz. Además sus rasgos lo confirman.
-Solo alguien que quiere irse de aqui.- no se que decir. Por un lado tengo miedo pero se que esta en la misma situación. Tampoco pienso arriesgarme. Hasta que vuelva al mar no pienso decir nada en mi contra.
-¿Tienes piernas?¿Puedes tenerlas? -Sus preguntas suenan frías, pero en la situación en la que estamos suena lógico. No supe cual era la pregunta ta exactamente. Pero Le respondí de la misma forma.
-Si.- digo en el silencio. Siento una mezcla de timidez, miedo y nauseas.
-Tengo un plan. Con tus piernas, coge mi bolsa del perchero de hierro. Solo necesito la joya del océano y te diré piernas para que tu y yo salgamos de aquí. - El plan era realmente inteligente, a la vez que básico y mal planificado.
-¿Y yo que gano?
-En el camino a la libertad acabarán como ellos todos los que se crucen en nuestro camino.
-Yo puedo hacer eso por mi mismo. Si eres igual que yo, por que me necesitas ¿por que no tienes tus propias piernas y necesitas de lo que sea que me has pedido para andar?
El joven me mira fijamente hasta tal punto que me siento incómodado.
-¿Es la primera vez que ves a otra criatura del mar?
Sabia que era, había escuchado historias de pescadores en puertos perdidos. Criaturas con cola de pez y poderes sobrenaturales. Desde que las escuche supe que hablaban de mi. Pero nunca pensé encontrar a alguien igual a mi. O vista la situación, completamente diferente a mi.
Me quedo mirando al individuo atónito durante un rato. Hasta que llega la frase que necesitábamos.
-¿Que eres?- ambos sabemos que no se responder a esa pregunta.

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El Cazador De Océanos
FantasiaEl mar siempre ha estado lleno de misterios. Nadie sabe exactamente lo que vive allí. Aramad siempre ha sido conocida por sus leyendas sobre lo que vive en sus mares. O más bien por lo que cazan en sus mares. Bienvenido a la guerra entre presas y de...