Prólogo

420 23 3
                                    

Ya resultaba en extremo difícil caminar casi en la oscuridad llevando a Louis a cuestas en una camilla improvisada- sin embargo-, Dane y Peter creyeron que lo mejor era seguir adelante, y buscar esa granja. Louis, quien ya estaba despierto, afirmaba que su herida no le dolía tanto, eso a pesar de que el sudor recorría su rostro como gotas de lluvia deslizándose sobre un cristal, ignorando todo el frío que estaba haciendo.

En ese momento, preferí creer en sus palabras
Un poco más por mi bien que por el suyo.

Tras una lenta y alienada caminata a través de aquel campo, llegamos a un pequeño claro en medio de quién-sabe-dónde. Para ese momento la navegación no era mi prioridad, y la sensación de desorientación se calaba entre mis huesos tanto como aquel frío punzante del inclemente estado de Minnesota, que amenazaba además con dejarnos en la oscuridad total.

Para cuando decidimos reposar, la luz del sol ya nos había abandonado casi por completo, por lo que se hacía bastante difícil el lograr percibirnos. Tan solo éramos un conjunto de siluetas a contraluz, ligeramente contorneadas por un fino hilo dorado dibujado por la luz del atardecer, que desfallecía un poco más con cada segundo que transcurría.

Buscando descansar las manos, Lenny bajó lentamente su lado de la camilla, a la vez que Peter hacía lo mismo, pero con menos cuidado, por lo que casi dejan caer a Louis tras un efecto de tobogán para nada deseado.

―Vale, Peter. Bravo ―dijo Lenny, en ese tono sarcástico que de seguro hacía de Lenny el alma de cualquier fiesta. ― ¿Vas bien, Vincent? ―añadió, dirigiéndose a mí.
Apenas si pude responderle con un extraño movimiento de cabeza, que en realidad lucía más como que le decía "me duele el cuello". Por suerte, él pareció comprenderme.
Lo cierto, es que me encontraba exhausto y molesto. Ya habían pasado varias horas desde que caminábamos sin un rumbo fijo por ese campo, buscando una granja que no parecía existir. Seguíamos un sendero que no nos conducía a ningún lado, llevando a cuestas mucho más que una carga emocional Louis no se veía para nada bien, y ellos, esas cosas... Estaban ahí, en algún lugar, por extraño que eso fuera.

―Parece que va a nevar ―indicó Peter, quien de algún jodido modo era un total experto en eso de predecir el clima, así que- había que preocuparse.

Nieve, justo en ese momento...
No duraríamos ni un par de horas a la intemperie.

Yo iba vestido con una cazadora de cuero café curtido, sobre una camiseta térmica blanca algo sucia que había conseguido poco antes, además de unos jeans negros que ya no daban para más, y unas viejas botas de leñador color arena. Aparte claro de mi arco y estuche de flechas, y de ese gran bolso en extremo hippie con el que me había hecho de forma poco natural, algunos días atrás.

Dicho eso, de los cinco- era yo quien estaba mejor abrigad...

Por un instante Dane, Lenny, Peter y yo nos observamos a las caras sin decir nada, como buscando una respuesta en los oscurecidos y casi imperceptibles ojos del otro.

―Tengo sed. ―murmuró una voz casi salida de la nada. Era Louis, a los pies de Lenny.

Rápidamente Dane viró la cabeza hacia donde estaba el chico recostado, y sin perder tiempo se acercó a él y comenzó a buscar dentro del bolso que llevaba consigo.

Enseguida, Louis sorbía pequeños tragos de agua de una botella desechable que Dane le sostenía temblorosamente. Una vez más, noté ese sudor en la cara del muchacho herido

Era sencillamente antinatural.

Cabe recalcar que para ese momento, hacía un frío terrible. Del tipo de frio que se entierra en tus huesos y te hace temblar de forma inconsciente cada tanto, y que por más que te abrigas, sientes que no puedes escapar de su abrazo.

Louis no estaba bien.

Meditamos por unos instantes sobre qué debíamos hacer, e incluso podría decirse que sostuvimos una asamblea mental. Nadie decía nada, pero nos observábamos como evaluando las opciones que teníamos a la mano, y de vez en cuando asentíamos o negábamos con la cabeza, por lo general bastante descoordinados.

―Creo que no hay de otra, chicos- deberíamos volver a ese lugar. ―soltó Peter, a la vez que pasaba las manos por su cara. Estaba cansado, como todos.
― ¡No podemos! Lo hecho, hecho está, Peter. No nos van a recibir con los brazos abiertos, lo sabes. ¡Escapamos! ―dijo Dane, un tanto frustrado.
Yo no podía decir nada, aunque quisiera- después de todo-, ellos habían salido de un lugar al que llamaban "Clifford River", del cual yo no sabía nada, excepto que era un refugio y "una total mierda".
No era fácil ir acompañado de gente cuya historia no terminaban de contar.

Comenzaba a extrañar mucho el hecho de que- algunas semanas atrás-, yo estaba totalmente solo

Saga Vincent Foster • Libro I • La Siembra Oscura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora