Ya no suelo hablar de ella, a veces la recuerdo y callo, tan solo permanezco silencioso mientras su voz aún inunda mi mente. Ya no la nombro más, porque a pesar de que la recuerden, aún me duele cuando me preguntan si volví alguna vez a saber de ella, porque la verdad es que sí lo hice, pero solo para confirmar lo lejos que ahora está de mi vida. Ya no la recuerdo a diario, si soy sincero, tampoco le escribo los versos más tristes todas las noches, no está presente en mi mente todo el tiempo, y no es porque la haya olvidado, porque creo que jamás podría olvidar del todo a esa mujer, es porque también necesitaba vida, algo más que todo aquel dolor que me causó su partida, sé que ahora es feliz, y que está en la ciudad que la vio crecer, por eso permanezco tranquilo, porque al final de todo ella está bien, ella es feliz, así que no puedo pedir nada más. Estoy celoso de todos aquellos que conviven con ella a diario, estoy celoso de quien la escucha reír, de quien la hace reír como yo solía hacerlo, celoso de quien tuvo la oportunidad de probar sus dulces labios, de quien la ha hecho suspirar, estoy celoso de aquel que comparte sus sueños. Ya no es mía y tal vez nunca lo fue, pero me duele pensar que alguien la pueda lastimar, que alguien rompa su corazón como yo lo hice, porque aún lo recuerdo y quiero pegar de tiros al amor, Quisiera que supiera lo valiosa que es, lo preciosa que se ve cuando sonríe y quisiera decirle que jamás debería de avergonzarse por la manera en que sonríe, quisiera decirle que no permitiera que llegara un idiota a manipularla, quisiera que supiera que tiene magia en las pestañas y el cielo en los labios. Ojalá pudiera contarle que jamás dejé de amarla, y que la recordé cada día durante mucho, mucho tiempo después de que se fue.
