En Los Ángeles, en una casa cualquiera y a una hora cualquiera, se encontraba un chico castaño escribiendo en un diario de aspecto antiguo, en el cual se leían unas frases en la portada.
El chico escribía rápido y decidido, pausando en ocasiones para tomar aire y relajar sus músculos y, unos segundos más tarde, continuar.
Una melodía sonaba de fondo. La concentración del chico no le permitía centrarse mucho en la propia canción, pero distinguía rápidamente a Shania Twain.
"You're still the one I run to, the one that I belong to. You're still the one I want for life".
No pudo evitar sonreír levemente cuando llegaba el estribillo. Recordaba aquellos besos, abrazos, caricias, motes cariñosos. Recordaba aquel amor que, gracias a Dios, había llegado a él. Seguía sin creer merecerlo, pero lo aceptaba gustosamente.
La casa estaba en silencio excepto por el sonido del bolígrafo y la leve música de ambiente. El chico se sentía aliviado por ello; necesitaba hacer esto a solas, aunque ya echaba un poco de menos la presencia del otro.
En el fondo sabía que no tenía permitido abrir, tomar, leer o escribir en ese diario, pero la ocasión lo ameritaba. Sabía que cualquier posible enfado del otro chico se desvanecería al instante con tan solo entender las intenciones buscadas.
La vela a su izquierda comenzaba a derretirse, probablemente habrían pasado unas 2 horas desde que empezó. No es que la carta fuera especialmente larga, pero el chico siempre había tenido dificultades para expresar sus sentimientos. Y aquella vez no tenía a nadie que lo ayudara, al contrario de cuando escribía sus canciones.
Era todo él, solo él, para él. Infinitamente.
Igualmente, sentía como la carta iba llegando a su fin. Su corazón estaba prácticamente exprimido y lo único que podría decir algo más que todas esas palabras, sería un beso. Con lentitud y pensando bien, el chico comenzó a escribir las líneas finales y a firmar el papel, reflexionando bien si le había faltado algo. Pero no lo parecía, así que cerró el diario, lo tomó en sus manos y salió de la sala de estudio, no sin antes apagar la pequeña llama de la vela así como el reproductor de música.
Caminó por los pasillos de la casa hasta llegar al salón, y dejó el diario sobre la mesa que él mismo había preparado para cenar los dos juntos. Si alguien le hubiera dicho unos cuantos años atrás que algún día haría todo eso por un chico, se habría reído en su cara. ¿Pero qué podía decir? Aquel chico en especial sacaba lo mejor de él.
La sala estaba iluminada por unas brillantes velas que él había encendido para probar si serían útiles. Decidió apagarlas y encender las luces. No se había quemado un dedo encendiéndolas para después malgastarlas.
Realmente haber preparado todo eso no era una molestia para él. Amaba al rizado con todas sus fuerzas y una simple decoración no valía nada comparado con él.
Dejó una pequeña nota frente al diario que decía "Read me. xx" y una rosa justo al lado. Él sabía que el chico amaba las rosas.
Revisó todo una vez más, antes de ir al baño y tomarse ducha debido a que todavía le sobraba mucho tiempo. Dejó que el agua caliente resbalara sobre su pequeño cuerpo, llevándose con ella todos los malos pensamientos y la ansiedad que siempre llevaba consigo. Se dejó llevar por la música que había puesto —y que siempre ponía— en su móvil antes de haber entrado en la ducha, y comenzó a cantar suavemente.
—Stop making a fool out of me, oh. —El chico cantaba con alegría una de sus canciones favoritas—. Oh, why don't you come on over, Valerie? —Aquella canción siempre lograba hacerle sonreír. Él siempre había amado a Amy Winehouse y siempre le había inspirado para seguir adelante con su carrera.
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let us love » l.s os
Fanfiction"Era todo él, sólo él, para él. Infinitamente." Donde Louis, tras casi 4 años de relación, le muestra su corazón a Harry a través de una carta escrita en el diario personal del rizado, que ha tomado prestado sin que este se dé cuenta.