Desintegración [ZedxKayn]

Capítulo Único

One-shot inspirado en la canción Disintegration de The Cure. ¿Tiene relevancia o relación? Quizá no del todo, pero quería comentarlo.

No me responsabilizo por algún daño.

Suspiró, el aire le faltaba y más que nunca en su vida sintió el terror de algo en el punto culmine de su destrucción. Los escombros yacían ya dispersos en el suelo, y el polvo se levantaba espeso nublando la vista e incrustando malestar en nariz y garganta. No obstante, aun cuando podía escuchar el final tan claro como el latir de su corazón, no se enfocaba en otra que el causante de todo el desastre.

Envuelto en oscuridad, aquel dotado de magníficos dones había sufrido la más grande de las transformaciones sin poder prevenirlo. Lo miró, sabiendo que su propio juicio estaba siendo comprometido con el brillo de los ojos ajenos reflejando su silueta, aún cuando el borde de la hoz quedó escasos centímetros de su cuello de forma amenazante.

Lo tumbó en el suelo, escuchaba el incesante sonido de lucha mientras forcejeaban ávidos. La mirada en los ojos ajenos era del más puro odio y resentimiento que alguna vez había apreciado. Y por primera vez en su vida, algo que consideró tan insignificante como el repudio ajeno, logró importarle.

—Kayn —habló con rudeza, las palabras no parecían llegar. El aspecto del muchacho era el de un animal salvaje soltado para matar a otras presas débiles. Un cazador dispuesto a devorar las vidas de quienes se le atravesaran sin siquiera pensarlo.

Había sido muy ciego para notar que algo no andaba bien con su pupilo. Algo en él se había comenzado a torcer con tal rapidez que no tuvo tiempo de reaccionar. Su Kayn no se encontraba en ese momento, era sólo un asesino sediento de sangre y poder.

—Tú me hiciste esto.

Fue empujado, y sin soltarse dieron varias vueltas. Un golpe hizo que el yelmo que cubría su rostro terminara lejos y pudo ver por escasos segundos que la mirada que conocía tan bien se volvía a encontrar con la suya. Toda Jonia podía arder como el infierno, pero en ese momento no importaba si lograba traerlo para que recapacitara.

Tomó su rostro, algo que no había anidado en su pecho apareció tan repentino como aquel incidente. Angustia y desesperación, el miedo a lo desconocido, la impotencia y la imposibilidad.

—Kayn, regresa a mí.

—Zed... —escuchó un susurro semejante a un lamento.

Deseó cubrirlo, llevarlo lejos de aquel lugar como hizo cuando lo encontró por primera vez. Cuando todavía era posible evitar la caída. Aunque después de recapacitar notó que ninguna otra opción hubiera llevado al tan temido final. La desintegración de todo aquello que había tardado en construir. El resultado de sus pecados traídos en tan cruel destino que se reía por haber encontrado un profundo sentimiento de afecto hacía el causante.