El ruido de las zapatillas al pisar la arena era lo único que parecía silenciar la avalancha de pensamientos que volaban dentro de su cabeza. No era huir, no era buscar, solo era andar y mirar hacia adelante.
Vivía bajo el yugo de una ley inexorable, una norma que impedia que ella pudiera intervenir en sus decisiones, y que a su vez era lo que ponía orden en su mente.
Una suma.
Uno mas uno siempre es igual a dos.
Aunque no miraba atras, toda una vida la seguia, era uno.
Aunque el camino transcurriría por sitios desconocidos, el miedo no la frenarían, era uno.
Todo lo que habia vivido y todo lo que debia vivir sumaban dos.
Era una suma, y sin embargo nadie la previno de que los números, a veces, duelen.
