Gritos desgarradores capaces de hacerte llegar a la locura. Eso, eso escuchaba yo.
“Ahógalos, ahógalos” me decía sin más que mis temblorosas y mugrosas manos para tapar mis oídos mientras temblaba sintiendo en mi espalda los barrotes de la jaula.
Otro grito.
¿Qué le harían al pobre niño? ¿Qué idea nueva tendrían en mente? ¿Habría gritado yo así y alguien me habría escuchado? ¿Sobreviviría él? Yo solo quería cerrar los ojos y llorar, llorar hasta deshidratarme o morirme, morirme estaría bien también. Sería como un descanso… Un descanso eterno entre tanto sufrimiento.
Me abracé a mí misma y en seguida retiré mis manos de mi piel al mis dedos tocar los bultos y cicatrices en ella. Asco hacía mí, repugnancia hacia ellos sentí al instante.
Despegué los párpados que había estado apretando y en seguida vi los brillantes ojitos que me observaban desde la jaula de al lado. Este ser se acercó y mostró ante la escasa luz ,su rostro deformado por las marcas hechas con fuego y sus dedos de las manos torcidos como el tronco de un árbol viejo agarraban los barrotes, su piel pálida era casi traslucida. Sus ojos de rata hundidos en su cara y marcados con ojeras me miraban fijamente.
- ¿Lo escuchas?- Preguntó.
¿¡Que si lo escuchaba?! ¡Claro que lo hacía! Pero solo abrí la boca para decir:
- Es uno nuevo- Y él sonrió como aguantando la risa.
- ¿Con qué lo habrán deformado? ¿Lo habrán violado?- Pude escuchar entonces la burla en su voz.
Él había tenido poca resistencia. Muy poca. Él había enloquecido casi al instante después de esto, yo luchaba por no hacerlo.
- ¿Cuántos años tendrá? ¿Lo habrán hecho sufrir mucho? ¿Terminará como tú?- Pregunté entonces yo y él rompió a reír histéricamente cayendo sobre su trasero en el suelo y llevándose sus torcidas manos al estómago.
Hice una mueca al mirarle. Decepción. Eso sentía también por él.
Y entonces se detuvo abruptamente y se acercó gateando de un modo que se me hizo asqueroso hacia los barrotes nuevamente colocando su rostro entre dos de estos. Podía ver con total claridad dos cruces en sus mejillas rojas y hundidas, abultada en los bordes ¿Me vería yo tan… tan…?
.- ¿Sabes?- Susurró como si fuera un secreto. Nadie, nadie más podía escucharlo ahí, nadie más que yo, él solo guardaba el secreto de la oscuridad- Así, así mismo gritabas tú- Y por un momento la niebla de locura que cubría sus ojos negros como el carbón se disipó dando un paso a la cordura- Te debieron doler esos cortes- Y luego volvió a reír, primero entre dientes y luego de una forma totalmente exagerada mientras se revolvía en el suelo.
Entonces volví a ignorarlo cerrando los ojos y aislándome como había estado haciendo para cuando le daban sus verdaderos ataques de locura. Pero intenté recordarlo, intenté recordar que pasó ese día… Había dolido, eso era algo lógico pero… Pero no lo recordaba todo con total claridad, eso difuso para mí, tal vez como un mecanismo de defensa de mi cerebro . Me recordaba en el pueblo, me recordaba con Jin y…
****
Tarareaba una nana con el huesudo y tembloroso niño en brazos.
-Tengo hambre.
-Lo sé, yo también- Le contesté intentando calmarlo- Jin vendrá, lo mandé a buscar comida, tu tranquilo- Susurré y seguí tarareando lentamente, meciéndolo.
Sabía que él no solo tenía hambre, él estaba enfermo y yo no sabía que padecía, no tenía idea, probablemente ni los médicos lo supieran pero eso no podía averiguarlo pues la situación económica en la que vivíamos no nos lo permitía. Yo, con trece años era la madre de dos niños, Jin, de nueve y el pequeño Shawn de tan solo siete que se encontraba en mis brazos, macilento y sudoroso, balbuceando.
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Circus rarities
HorrorEl gran circo abre sus puertas para que veas la gama criaturas exóticas que guarda en su interior ¿Por qué no entras a observar y divertirte un poco?