Qué día tan cansado y mundano.
Me acomodo en la parte trasera de la camioneta con mi sabana ya que a mis hermanos les encanta el aire acondicionado y mis papás les dan la preferencia. Puedo jurar que se siente como un glaciar aquí atrás.
Veo pasar todo un mundo por la ventana del auto, veo casas pequeñas, pastizales enormes y hermosos arboles por doquier, aquí todo es mucho más diferente que la ciudad, y eso me gusta. Necesito un poco de agua, pero se me olvido comprar la última vez que paramos, y tengo miedo de decirle a mi padre, ya que se puede enojar.
-Papá, podemos pasar a la gasolinera rápido, tengo mucha sed.
-Ese es tu problema Nath, dijiste que estabas bien la última vez que paramos, así que no me estés apurando.
-Está bien. - Sabia que se iba a poner así.
Tengo que ponerme mis audífonos para no pensar en la sed, pero al ponérmelos, me doy cuenta que un auricular no sirve, ni los malditos audífonos pueden hacer algo bien el día de hoy. Me llega un mensaje de mi novia, diciéndome que me extraña, y pienso que yo también, pero lo analizo, y me lo vuelvo a preguntar, siento que a veces tengo novia solo por tenerla.
-¡¡¡Mamá!!! Diego me está pegando.
-No es cierto Marco, no seas mentiroso, ni siquiera te estoy tocando.
- ¡Se pueden calmar! No quiero escuchar que vuelven volver a discutir o si no les castigo todos sus aparatos que solo los hace más violentos- Nunca había escuchado a mi mamá hablarle con ese tono de voz a mis hermanos.
-Pero mama, fue Diego.
-Ya les dije, y es para los 2.
Detesto escuchar a los 4, pero ahora lo tendré que hacer todo el camino, como odio que no se puedan callar 5 minutos, siempre se la pasan peleando, por cualquier cosa, incluso se pelean las calcetas, quisiera ya salir de la preparatoria para largarme y poder tener un poco de silencio.
-Nath, ya llegamos -Ah, qué bien, tan siquiera me quedé dormido todo el camino y no tuve que lidear con ellos.
-Ya voy mamá- Bajo del auto, con el cabello desarreglado, como si hubiera salido de una pelea.
- ¿En dónde estamos?
-Paramos en una plaza, ya estamos a 4 horas de la casa, pero tus hermanos tenían hambre- No tengo tanta hambre, pero bueno, por lo menos podre pasar a Pull and Bear a comprar algo.
-Nath, apúrate, no tenemos todo el día.
-Ya voy mamá- Empezamos a caminar y entramos a la plaza, es un poco más grande que la de Guadalajara, pero no hay mucha diferencia.
-Mamá, puedo ir a comprar.
- ¿Qué vas a comprar?
-Ropa.
-Yo no te voy a prestar dinero.
-Si mamá, no importa- Me enfurece que me diga eso si no les estoy pidiendo nada.
Llego a la tienda, y lo primero que hago es ir a la sección de playeras, como me fascinan sus diseños, pero me encantan más sus sudaderas, es la principal razón por la que vengo aquí, y aunque no haya mucha variedad, siempre encuentro una muy cool.
Agarro 2 playeras y una sudadera, me paro para ver unos pantalones y de repente alguien se estampa conmigo
-Lo siento mucho, no estaba viendo bien por donde caminaba.
-No se preocupe- Me acaba de tirar todo, como me irrita que la gente por ir en su celular ni siquiera se fije por dónde camina, es como si dejaran el mundo en el que estan solo por ir pegados a una pantalla.
-Déjeme y le ayudo.
-Descuide- Agarra el suéter y se levanta.
-Tome.
-Muchas gracias...
-Hola, soy Valentín, por cierto.
-Hola, soy Nath.
En ese momento, lo veo a los ojos, y mi universo se detiene...
No entiendo la razón, pero hay algo que no me deja despegarlos, en ese poco lapso de tiempo puedo verlos muy detenidamente, puedo ver cada relieve de su iris, y más su pupila, puede que todo el mundo tenga una pupila negra, pero la de él lo siento como un vacío en el que me puedo perder en el momento menos esperado, al igual que en su iris, tal vez sea una iris color café, como la de mucha gente, pero la suya tienen algo que simplemente me atrapan, me hacen sentir en paz, pero a la vez emoción, es como una explosión de sentimientos que no puedo explicar, y que no había sentido.-Mmm... ¿Estas bien? - En este instante me doy cuenta que me le quede viendo como un imbécil
-Si, lo siento- No sé porque me siento tan nervioso.
-Estas un poco rojo de la cara.
- ¿En serio? - Nunca en mi vida me había sonrojado por ver a una persona, solamente me pasa eso cuando hago mucho ejercicio o cuando me enojo.
-Solo tengo un poco de calentura, pero estoy bien, gracias.
-Okay.
-Okay- Nos quedamos en un silencio incómodo, después de unos momentos de no decir nada, solo me doy la vuelta y me voy.
-Oye- Me habló con un poco de duda y curiosidad.
-Dime- Volteo
-Emm... ¿Vives cerca? - Lo noté un poco ¿avergonzado?, la verdad no lo sé pero no tome mucha importancia.
-No, soy de Guadalajara. - Se lo dije con un tono frío, un poco duro, sin sentimiento.
-Oh, ya veo.
-Si. Vuelve a pasar por segunda vez ese silencio incómodo.
-Bueno, me tengo que ir, espero algún día volver a reencontrarme contigo. - Por fin se acaba este momento que se me estaba haciendo una eternidad.
-Claro.
-Hasta luego.
-Hasta luego.
Me voy de ahí, y pienso es todo lo que paso, pienso que fue una escena muy rara, pero muy original, saliente de lo cotidiano, y aunque fue un poco extraña, puedo decir que la disfrute, aunque no hubo nada en sí que disfrutar, pero sigo con el mismo enigma, ¿qué fue lo que paso? ¿Por qué me paralice? Sentía todos mis músculos duros, como si no me pudiera mover, mi corazón acelerado, pero, a la vez, sentía alivio, que solo había conseguido al saber que pase una materia, o cuando no me descubren después de falsificar una firma. Pero no solo al ver una persona a los ojos, y aparte de eso una persona que no conozco. Pero bueno, ya paso, y no creo volver a verlo, así que supongo que ahora no importa.
Dejo de pensar en todo eso y me dirijo al comedor de la plaza, a la mesa de mi familia.
-Hola mamá.
- ¿Por qué tardaste tanto?
-Tuve un accidente- El accidente menos desagradable diría yo.
-No importa, siéntate a comer, que ya llego la pizza.
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Amor sin Forma
Teen FictionSe suponía que iba a ser un día mundano, pero al destino se le ocurrió arruinar mi vida. Me llamo Nath, yo solía tener amigos, una novia muy linda, una familia con los problemas cotidianos, hasta que lo conocí a él, Valentín.