La epifanía de lo que duele brilla a través de mis ojos y cae en desesperación.
¿Cómo puedo querer todo si todo dentro de mí cabeza se vuelve algo odioso?
Menos Junmyeon y estoy frustrado.
Las palabras en mi cabeza se cazan como el piano de introduction and rondo capriccioso persigue al violín, a mi violín, que corre en la vida, la piensa y se tropieza.
De pronto es Junmyeon, al que veo al final de la sala mientras toco el violín y deseo con fuerza atravesarme los brazos con el arco.
Y es Junmyeon el que está en las malas noches, pero yo lo alejo porque odio todo lo que digo y aún así lo digo porque solo puedo tocar a Junmyeon con palabras, porque solo tengo palabras y con el violín solo escojo piezas que hablan como la voz interna en mi cabeza que lo arruina todo.
Sé que algo tuve que haber hecho mal porque Junmyeon se me resbala de las manos como se me resbalan las lágrimas de la cara.
—No creo haberlo hecho bien, me odio por practicar tanto y no haberlo hecho perfecto —digo mientras limpio el sudor de mi frente y Junmyeon me mira, pero no lo hace realmente. Él está aquí porque quiere estar aquí, pero algo no se siente bien, soy yo quien hago todo raro.
—Jongdae, estuvo bien, como siempre.
Yo quiero que me diga que estuve mal o yo quiero que me diga que deje de pensar así. Pero ya lo ha dicho antes ¿no? Supongo que está cansado de decirlo aunque yo aún necesito escucharlo.
No se trata solo de lo que yo quiero, pero a veces no sé lo que él quiere.
Siento que lo conozco como a la palma de mi mano y por conocerlo es que sé que hay cosas que no me dice y yo necesito que me digan las cosas porque si no voy a repetir en mi cabeza todo lo que creo que pueda estar haciendo todo raro, aparte de mí, claro.
Puede que sean estos sentimientos, estos malditos sentimientos. Los odio y los amo y no sé si son correspondidos. No, si lo sé...
Odio no saber cosas, quiero saber todo lo que pueda porque me hace sentir bien y me hace domar a mi mente. Y es divertido saber de todo y corregir a la gente aunque parezca un idiota presumido haciendo eso.
Tal vez es mi personalidad asquerosa lo que aleja la personalidad de Junmyeon de la mía.
Siento que está a mi lado sin ser él.
—¿Estás bien? —pregunto y una pequeñísima sonrisa se asoma en sus labios mientras baja la cabeza.
—Tú eres el que acaba de tocar el violín por casi diez minutos seguidos y me preguntas eso a mi...
Él no responde y no sé qué hacer. Toqué por casi 10 minutos y no me importa, me importa la pregunta que salió de mis labios y el no poder ponerme en sus pies.
—Díez minutos y más es lo que merecemos darle todos aquí a los compositores originales de las piezas, mezclamos todo el esfuerzo para que apenas se forme una chispa tan brillante como la que pasó por la cabeza de aquellos quienes hicieron esto, tan brillante salvaje y conmovedora que casi no nos dedicamos a hacer algo nuevo sino a aprender de ellos —digo y mi garganta arde en victoria, porque está feliz y confundida pero logró decir lo que mi mente armó con cuidado—. No respondiste mi pregunta.
—Todo bien, Jongdae —responde sin mirarme a los ojos y siento que una fuerza me arrastra hacia el otro lado de la habitación, pero obviamente no es así—. Vayamos a comer helado.
—La alegría de comer helado es el sabor del nuevo recuerdo, sabes, es porque voy contigo.
Cuando termino de hablar sus ojos por fin se clavan en los míos y me sumerjo en la profundidad de ellos, a veces me miran maravillados, en la maravilla encuentro el miedo a extender la mano a algo y siento el inminente rechazo cuando su sonrisa es suave pero no cálida, es cuidadosa pero no contagiosa.
Estoy casi seguro de que Junmyeon no siente lo mismo que yo. A veces estoy casi seguro de que no importa cuantos datos nuevos aprenda, no sé nada cuando tengo que pensar en Junmyeon y en mi, como pensarlo en un nosotros, en un nosotros que se besan y que hace que de mis manos se caiga el arco y que las canciones no suenen a concurso y a mi cabeza, que suenen a mi corazón. No creo que pase.
La única canción de amor que le puedo dedicar ahora es una que explica lo muerto que se van a sentir mis sentimientos si alguna vez suelto la verdad. Pavane for a dead princess es algo que adaptaría a mi violín, porque mis sentimientos se sienten tan majestuosos como una princesa, pero están por morir, porque la princesa se pudre por dentro. Y conociendome, interpretaría esto con todo el gusto del mundo porque fascina a mis sentimientos y representa todas las formas en que me hace sentir Junmyeon.
El amor duele y yo quiero hacerlo perdurar como las canciones clásicas en el tiempo, así venga acompañado de dolor. Es mejor algo que nada.
—Me gusta comer helado, de vainilla —dice bajito Junmyeon mientras comenzamos a andar hacia la salida del conservatorio.
—Y a mi me gusta que voy a comer helado en traje —digo porque ni siquiera me voy a cambiar.
No me puedo cambiar hasta que acabe la presentación y para mi no ha acabado porque ahora comienzo a interpretar mis sentimientos que queman y me bajan de la cima del mundo a golpes. Caigo con gusto, porque Junmyeon me envía a la cima de nuevo con cualquier gesto precioso.
Se ofrece a cargar el estuche con mi violín y por todo el camino hasta la heladería me quedo un par de pasos atrás de él, porque estoy tan enamorado que la alegría de verlo vivir y sostener mi otro gran amor me colma por dentro los sentimientos.
No lo puedo decir en voz alta, porque odio todo lo que digo, todo suena tan mal cuando lo digo en voz alta y tal vez no suena mal al principio pero la reacciones que pueda tener Junmyeon destrozan cualquier significado que mi mente se haya empeñado en pensar.
Cuando llegamos a la heladería me quedo sentado con mi violin mientras él se encarga de pedir los helado y en el momento en que lo veo llegar con ambos helados Tchaikovsky a cuatro manos comienza a sonar en mi cabeza, como si yo fuera un pianista y como si Junmyeon nunca hubiera abandonado a los trece las clases de piano, como si estuviéramos enamorados y en la misma sintonia.
Tengo que sacudir mi cabeza para deshacerme de la idea y es entonces cuando Junmyeon ríe ligeramente y coloca mi helado justo frente a mi.
—¿Qué sucede?
—Nada.
—No seas así, Jongdae.
—Sleeping Beauty a cuatro manos comienza a sonar en mi cabeza cuando te veo, eres tan trascendental como eso.
Junmyeon sonríe amplio y sincero pero a los segundos su sonrisa sincera se borra y me mira como si se hubiera dado cuenta de algo o como si su cabeza le advirtiera algo.
Sé de que se trata, se trata de la cabeza de Junmyeon susurrandole que no haga que me ilusione más.
Y me odio una vez más por lo que digo, porque mis palabras sinceras le ponen una cortina de humo a Junmyeon.
—Mi violín, luego tú —digo después de llevarme una cucharada de helado a la boca—. Pero ahora eres tú, luego mi violín.
Junmyeon es de las pocas personas que me intenta entender con fuerza y ha entendido lo que le dije y se queda mudo, inmóvil y con esa sonrisa pomada que intenta curar mis heridas, las que me hago con las palabras que digo y que odio.
—Aprecio que intentes entender.
Y aprecio que sigas aquí, a veces tan extraño, tan lejano o tan tú. La culpa es mía, odio lo que digo, a veces lo que pienso, y casi odio quererte tanto, pero ahí hay mentira porque lo que odio es no saber si me quieres.
Digo verdades con mis confusas palabras, él ocultas verdades con sus confusas acciones.
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odio todo lo que digo ; suchen
FanfictionUn pensador enamorado que odia todo lo que le dice a la persona que ama. Un violinista de concursos, que odia incluso que su violín toque lo que piensa. Pero lo que más odia es no saber qué siente Junmyeon por él. one-shot; 1.4k; angst; mención de m...