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Caroline mira hacia los lados, nerviosa. Han ido a por su comida. ¿Y cuál será la comida?
Sus manos tiemblan, y un nudo se establece en su garganta cuando escucha los pasos de ese maniático que por alguna razón, aún desconocida, la tiene ahí encerrada.

-Traigo algo para ti, pequeña.- Dice el hombre en un tono malévolo. Caroline abre los ojos exageradamente asustada cuando lo ve acercarse.
Este se acerca a ella, aunque no puede ver del todo su rostro, puede distinguir media sonrisa que le hace saber que está disfrutando con su miedo.
-Vas a comerte esto sin rechistar, recuerda que te conviene bastante obedecerme.- Explica con su característica voz ronca y serena. Caroline asiente, temblando. El secuestrador pone el plato encima de los muslos de la joven víctima. La muchacha da un pequeño respingo por obra de la inercia al notar lo caliente que está el recipiente.
Un horrible olor entra nuevamente por sus fosas nasales, provocándole una arcada.
-¿No te gusta como huele?- Pregunta el sujeto desconocido fingiendo falsa preocupación. Este, toma una pequeña porción con sus dedos índice y corazón de lo que parece ser una pasta viscosa.
-Pruébalo.- Sin previo aviso, mete sus dedos en la boca de la chica.
Ella, escupe inmediatamente al notar tal asquerosidad rozando su lengua.
Este, en cambio, ladea la cabeza confuso. A continuación, su expresión se torna a furiosa.
-Te dije que no me desobedecieses.- Le dice muy serio a la chica, con gesto amenazante. -Te daré otra oportunidad... Come.
La chica vuelve a escupir inmediatamente el mejunje viscoso de su boca, le resulta repugnante y vomitivo.

El maniático desiste en los intentos de que su víctima coma lo que le ha puesto. La chica mira muy asustada al suelo, se ha puesto pálida. El olor de esa "comida" le ha causado un mareo.

-¿Qué hacemos contigo, eh? Te dije que si me desobedecías te castigaría...- Dice vociferando, con una llama de maldad en sus ojos. A continuación, se ríe diabólicamente. La pobre Caroline agacha la cabeza y deja escapar unas cuantas lágrimas de sus ojos.
-No me hagas daño...- Suplica entre sollozos. El maniático ríe con aún más fuerza y tira el plato al suelo de un manotazo. La muchacha grita. Por la cabeza de la joven pasan mil posibles torturas que puede sufrir en ese instante.

Por otra parte, Sarah se encuentra tumbada en la cama de su habitación, pensando en su amiga. ¿Qué será lo que ocurre? Ideas repentinas pasan por su cabeza, ideas algo macabras, como que la han matado o secuestrado.... Aunque rápidamente descarta esos pensamientos. No tiene sentido.

-Ya aparecerá.- Se dice a sí misma autoconvenciéndose de que su amiga está sana y salva.

Se levanta de un salto de la cama y se pone rápidamente la ropa. Se dirige a la cocina, su novio está sentado en la mesa al lado de la cafetera. El joven de ojos verdes, ve como su chica se acerca y le da un beso en los labios. Sarah se sienta con él.

-¿Te gustó lo de antes?- Pregunta Spencer con una sonrisa pícara. Sarah asiente mirando de la misma manera, aunque en el fondo sabe que no. Que ella no lo pasa bien con chicos haciendo esas cosas.
-Caroline no me ha respondido aún.- Comenta cambiando rápidamente de tema. El chico la mira serio, le ha cortado el rollo.
-Vamos, ya aparecerá, deja de hablar ya de una puta vez de ella.- Le responde perdiendo parcialmente la compostura. En sus ojos se puede notar el cabreo y algo de lo que parecen ser celos.
-Es mi mejor amiga, y tengo todo el derecho del mundo a preocuparme y a mencionarla si me da la gana, ¿te queda claro?- Contesta Sarah enfadada. Spencer frunce el ceño y se levanta de la mesa.
-A veces parece que sois más que amigas...- Dice bajando el tono. -Dios, Sarah, no me vayas a decir que eres una zorra bollera.- Sarah guarda silencio reprimiendo las ganas de darle un tortazo al patán que tiene como novio. Spencer, sin decir nada más, sale de la cocina y acto seguido, de la casa de quién seguirá siendo su novia por poco tiempo.

Sarah apaga el fuego, el muchacho había dejado la cafetera puesta. Verte un poco de café en una taza y le añade una cucharada de azúcar. A continuación, coge el móvil y ve que tiene mensajes de su mejor amigo, Kevin.
Sarah, le cuenta lo que ocurre con Caroline y lo que ha pasado con Spencer. Kevin, simplemente le responde lo siguiente:

«Deberías explicarle ya que eres lesbiana, no es conveniente que le sigas mintiendo. Y respecto a Caroline, ya la llamaré yo, quizá ha tenido un accidente y está ingresada, es una posible explicación.»



Obsesión por tu sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora