Capítulo 1

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10 años después

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10 años después...

Narra Violette

Nunca en mi vida me había sentido tan humillada como lo estaba en ese momento, siempre pensé que mi familia me amaba, que mis amigos me querían. Pensé que ellos creían en mí, pero al parecer estaba muy equivocada.

—¿Por qué? —pregunté al borde de las lágrimas observando a mis padres.

—Simple, no eres capaz de mantenerte por cuenta propia y nosotros ya no queremos hacerlo. Por esa razón hemos decidido que te casarás con el señor Muñoz y si no lo haces te vas a ir de la casa, porque no estamos dispuestos a seguirte manteniendo —dijo mamá cruzándose de brazos y con su mirada impenetrable.

—Pues bien, que así sea. Me voy de esta casa, no voy a casarme con un hombre que me dobla la edad.

—No seas dramática, no es tan viejo.

—¡¿No es tan viejo?! ¡¿42 años te parece poco?!  —exclamé con indignación —Tal vez para ti lo sea, pero para mí no. ¡Por favor, madre! ¡Tengo 19 años!

—Pues vete y no vuelvas, esta a ya no es tu casa —esta vez fue papá que habló, mirándome con frialdad. Me dolía todo esto, pero ellos así lo querían. Con mi corazón destruido y tomando las fuerzas de donde no las tenía, me contuve de no soltar a llorar, al menos ñoño haría delante de ellos.

—Pues me voy —contesté decidida, nadie tenía el derecho de interferir en mi vida de la manera que ellos querían hacerlo.

—Olvídate que somos tu familia así como nosotros nos olvidaremos de ti, ya te darás cuenta del fracaso de persona que eres —sus palabras eran dagas a mi corazón y esperaba con todas mis fuerzas que algún día mi madre se tragara todas tus palabras.

Salí de ahí y me dirigí a mi habitación, nada de lo que ellos me habían dado me llevaría, valiéndome de lo que ellos ignoraban. Mi abuela me había dejado una gran cuenta bancaria y una marca de ropa. Ese dinero lo invertiría en esa empresa y saldría adelante, conseguiría mis sueños y más allá de ellos.

Mis dos hermanos varones entraron a mi habitación con los ojos rojos y se me lanzaron a abrazarme.

—No te vayas hermanita —pidió mi hermano mayor, quién tenía 25 años —Te prometemos que te vamos a ayudar, hablaremos con ellos.

—No, Dylan, está decidido. No soporto que crean que soy una inútil fracasada.

—Está bien, pero déjanos ayudarte, ¿si? —dijo Demián, quién era el tercer hermano, el que le seguía a Candy mi otra hermana, la preferida de mamá.

—Si de verdad quieren ayudarme, llévenme al aeropuerto y cómprenme un boleto.

—Está bien —ambos aceptaron

Empaqué mis cosas, las que mi abuela me había regalado, dejando lo demás  allí, tomé el dinero que tenía ahorrado y mis documentos. Mis hermanos tomaron mis dos maletas y salieron de la habitación, yo le di un último vistazo, tomé mi bolso, cerré la puerta y caminé por el extenso y solitario pasillo hasta llegar, y bajar las escaleras.

Destruido CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora