Bajo los ojos del Reptil [COMPLETA]

CAPÍTULO 1 : Encuentro Mortal

-¿Ya es hora verdad? Rayos, debí haber colocado mi despertador media hora antes, soy bien dormilona Ganny- Elissa abrió los ojos rápidamente y saltó de la cama como si el alma se le acabara de salir del cuerpo.

-Rayos debo apresurarme, espero puedas estar bien allí afuera, me dolerá dejarte querida- Continuó hablando la hermosa joven, aparentemente sola, se vistió apurada y lavó su rostro en la pequeña batea con agua que se encontraba colocada en una pequeña mesita, al lado de su cama.

-Eli, ¿ya estas lista?- Se oyó de repente una voz masculina provenir de la puerta contigua de aquella extraña instalación en la que ella se encontraba, no era una habitación, sino más bien una especie de casa rodante pequeña especial para cruzar terrenos montañosos y de suelo irregular.

-Sí, dame unos minutos, saldré llevando a Ganny- contestó la muchacha mientras se amarraba su colorido cabello teñido con diversos tonos dándole un gracioso aspecto. Elissa Hamilton era una risueña muchacha de veinte años de edad, estudiante, activista y amante de los animales; se encontraba en su 5to ciclo de la carrera de Biología, en la prestigiosa y mundialmente reconocida Universidad de Miskatonic, competencia directa de Oxford. Se había integrado a un grupo de rescatistas enviado por la universidad a Perú, financiando el traslado y regreso de animales explotados a su hábitat natural.

Elissa terminó de amarrarse las agujetas de sus zapatillas, se colocó sus lentes de sol y salió a paso ligero llevando entre sus brazos a su querida Ganny.

-Eli, te estábamos esperando... ¿llevarás así a aquella fea serpiente?¿no tienes miedo que me muerda?- Comentó Sharleen, su compañera más insoportable, había ido junto al grupo de activistas solo porque necesitaba aprobar unos cursos y requería aquel viaje, pero en cuanto a la naturaleza y los animales, su empatía era casi nula. Amaba los animales "lindos" y "tiernos" pero despreciaba a las demás criaturas.

-No- Elissa le dirigió una mirada llena de cólera- Ganny es mi amiga y a diferencia de ti, ella no tiene veneno, ¿verdad pequeña?- Terminó de decir sarcásticamente, acercando la cabeza de aquella boa bebé y besándola con ternura.

El semblante de Sharleen cambió bruscamente e intentó acercarse y propinarle un golpe a Elissa, pero una mano la detuvo.

-Cálmense las dos, esto no es un juego, nos encontramos en plena selva amazónica y si no fuera por nuestros guías podríamos estar perdidos. Así que dejen de jugar y preocúpense por lo que han venido a hacer- Exclamó con autoridad el profesor Steve Andersson, un joven adulto de cabello castaño, rostro curtido y bronceado, que ya pasaba los 30 años de edad y era quien dirigía aquella expedición.

-¡Fue ella quien comenzó!- Vociferó Sharleen aún muy molesta, pero todos haciendo caso omiso a su berrinche, siguieron con sus labores.

El equipo se encontraba conformado por siete personas y tres guías naturales del lugar; El profesor Steve era el líder de la expedición, y le seguían el naturalista Gary Freeman, Olga Tatcher, quien era botánica y también profesora de Miskatonic. Quienes seguían eran Jhon Marques y Kim-Soo-Joon, un joven coreano-estadounidense; ambos recién graduados en zoología y medicina veterinaria.

Habían llegado ya hacía siete días, primero al aeropuerto de Lima, y de ahí viajaron igualmente por aire, a Iquitos en la región de Loreto. Se dirigieron, luego rentar aquella casa rodante, hacia la provincia de Yavarí, cerca de la frontera con Brasil y ahí era donde se encontraban ahora. Con el permiso de las autoridades, llevando cinco especies rescatas, y contratando unos tres guías que conocían la zona, se aventuraron hacia el interior de aquella jungla inhóspita y misteriosa.

El transito sobre la casa rodante había terminado, y ahora debían moverse a pie a través de aquellos enormes árboles de más de cincuenta metros, capaces de cubrir totalmente los rayos solares y envolver el lugar en un bochornoso humedal inundado de diversos aromas y ruidos de aves, reptiles y mamíferos a la vez, que se ocultan desde siempre en aquella espesura.