Barcelona, 23 de octubre de 2017.
Los primeros rayos de sol del día empezaban a iluminar el patio del centro penitenciario “Quatre Camins”.
Dentro, los primeros murmullos de la mañana se empezaban a escuchar, antes de lo normal.Raoul, un joven catalán esbelto de cabellera rubia, se levantó de la cama para averiguar el motivo del vocerío.
Golpes en las puertas y gritos cada vez más fuertes le retumbaban en la cabeza, y es que no había otra cosa que le molestara más al rubio que las mañanas que amanecía así, con cualquier jaleo externo a su celda, la pequeña habitación que llevaba siendo su casa desde hacía ya 2 años y medio, no muy grande, con una simple cama hecha con sábanas blancas y un pequeño mueble con un cajón que contenía únicamente algunos folios, lápiz y pañuelos.Se acercó a la puerta de metal, se asomó a la pequeña ventana y observó como entraba por el pasillo un nuevo recluso.
Un chico joven de pelo castaño y mechas grises, con barba, rasgos muy definidos y de estatura media, o al menos así lo divisaba Raoul desde su posición.El catalán siguió allí, observando como el nuevo iba avanzando un poco perdido acompañado por Amaia, la joven directora del centro, una chica desenfadada de tez blanca y media melena castaña, a la que todos, o casi todos, respetaban, cosa lógica puesto que en su situación era lo mejor que podían hacer.
Cuando la directora y el recluso llegaron a la altura de la celda de Raoul un breve cruce de miradas se produjo entre éste y Agoney, el ahora novato del centro. Fue un pequeño instante en el que el catalán pudo observar el brillo y la profundidad de los ojos que se había acabado de cruzar, algo que le dejó descolocado porque jamás antes había visto tanta belleza en unos ojos, y eso que apenas había podido verlos dos segundos.
Cierto es que llevaba desde que internaron a Alfred, un joven de su misma procedencia al que pillaron con droga hacía ya 3 meses, viendo los mismos ojos cada día, por tanto quiso quitarle importancia pensando que probablemente se había impresionado por la novedad.Siguió al joven y a Amaia con la mirada hasta que vio que paraban justo al lado derecho de su celda. Amaia abrió con la llave y ahí fue cuando dedujo Raoul que tenia vecino nuevo después de estar sin nadie al lado desde hacía ya 1 año cuando le dieron la libertad con fianza a Rafa.
Esto le molestó bastante al principio ya que se había acostumbrado a no tener que escuchar ningún ronquido, quejido, ni ruido en general que le molestara en sus momentos de descanso.Mientras los murmullos seguían, el rubio se limitó a sentarse en el borde de la cama cuando escuchó un “gracias” con un acento llamativo. “¿Le acaban de dar la cutre vestimenta granate que le acompañará hasta a saber cuándo y se lo agradece?, ¿pero a qué estúpido me han metido aquí al lado?” pensó Raoul.
Muchas preguntas le rondaban en ese momento por la cabeza, entre ellas el motivo por el cual aquel chico que parecía no haber roto nunca un plato y del que todavía desconocía su nombre, había acabado allí, en aquella cárcel donde ya apenas llevaban nuevas personas por falta de espacio.
“A saber que tipo de burrada habrá hecho para que lo traigan aquí” pensó el catalán.En ese momento lo único que él tenía claro desde que había amanecido era que tras 1 año sin novedades en el centro, iba a empezar una nueva etapa por el simple hecho de tener a un recluso nuevo con ellos.
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NOTA: Aquí os dejo el prólogo de la novela/fanfic. Es muy corto ya que es únicamente el prólogo, un aperitivo, la introducción a lo que será la historia, los capítulos serán mucho más largos.
El primer capítulo lo publicaré antes de que termine la semana.Espero que lo disfrutéis. Gracias por vuestro tiempo.
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Celdas predestinadas
Mystery / ThrillerOctubre de 2017. Un joven cantante canario entra en el centro penitenciario "Quatre Camins" situado a 30km de la ciudad condal, lugar donde tendrá que convivir junto a los demás presos. Para él, un humilde cantante, algo nuevo a lo que se tendrá que...