A puerta cerrada

Prólogo

Cada uno de nosotros está definido en cada uno de los momentos que ha pasado con la gente que ha conocido, estamos definidos por esos momentos impactantes en nuestra vida, esos que nos ponen patas arriba y que aunque luchemos para que no nos pasen siempre terminan ocurriendo. 

Desde hace aproximadamente un año la gente que me rodea dice que mi sonrisa ya no es la misma que la Samie que conocieron ya no ríe como antes, que me han quitado la alegría y que esa flor hermosa, que siempre floreció sin importar el terreno, ya no tiene vida. En su momento no le tomé mucha importancia, pero hoy después de tanto me doy cuenta que tenían razón. Alguien estaba absorbiendo cada una de mis sonrisas y estaba haciendo de mi vida un infierno sin que yo me de cuenta. 

Todo pasó tan rápido que no me di cuenta y no tuve tiempo de decir basta, solo paró cuando yo tenía la cabeza vendada, una costilla rota y todo mi cuerpo incapaz de moverse, cuando me encontraba en UCI. En ese momento decidió desaparecer, como siempre lo hacía cuando había problemas, pero nunca me di cuenta de lo grandes que podían ser los problemas que él me causaba y hasta que magnitud llegarían.

Dicen que el amor es ciego, pero no es verdad. Estaba ciega, sí, pero no de amor sino de ilusión. La ilusión es ciega, es tan ciega que cuando idealizas a una persona llegas al punto de no aceptar que te hace daño y hasta llegas a creer que tú tienes la culpa, que tú lloras porque hiciste algo mal y te sometes a pedir perdón por algo que ni siquiera hiciste.