Día 1. Primer Encuentro [1/2]

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Dedicado a mi maravillosa Eri, quien me indujo a esto:') (Y quien me ayudó con unas cuantas cosas de música que no sabía. La amo:'v)

AU Actualidad.


—¿Realmente no sabes quienes son los hermanos Auditore? — Preguntó con gran sorpresa el muchacho de cabellos negros alborotados, usando su dedo audazmente, deslizando y descendiendo con gran velocidad en busca de información en su móvil. —¡De la banda Sonohra! 

El sirio de ojos dorados, con el libro abierto en sus manos, lo miró negando con la cabeza confundida y aburridamente, para luego darse el ligero tiempo de mirar la información que se le era ofrecida, con los ojos entrecerrados por el fuerte brillo que la pantalla emitía.

—¡Son realmente conocidos, Altaïr! No me digas que ni siquiera sabes que son de Italia, ¿Lo sabías? ¡Y han viajado por casi toda Europa! ¡Créeme! Inglaterra, Rusia, Estados Unidos ¡Hasta a Japón y Sudamérica! Y adivina a donde se dirigen ahora...

—No sé. No me interesa— Respondió tajante el mayor, concentrando su atención en su libro nuevamente.

—¡Ahora vienen aquí! ¡A España! ¡A Barcelona! — Chilló el muchacho de ojos azules en la máxima emoción conocida. —En realidad, se supone que ya están aquí, ¡Y mañana darán un concierto! ... y... y... se quedarán una semana más, ¡Para dar más conciertos! — El muchacho, con una gran sonrisa en su rostro, giró su mirada al otro hombre que se encontraba más a lo lejos sentado en un sofá. —Malik va a ir conmigo, ¡Ven tú también, Altaïr!

—Tengo que estudiar.

El muchacho lo miró con carita de perro suplicante, y sus ojos brillaron cual reflejo de un claro lago a la luz del sol, como si fuera algún tipo de exagerado ruego por su vida. Siempre había amado la compañía de Altaïr y su hermano Malik para estas cosas. El ir solo no era lo suyo, y el él lo sabía de sobra. Muchas veces había sido testigo de su excesiva insistencia, y hasta a veces se le hacía divertido molestarlo de esa manera.

El muchacho mayor lo miró de reojo, para terminar respondiéndole con un rotundo "no", con una oculta sonrisa bajo su inminente seriedad, siguiendo con lo suyo.

El más joven blanqueó sus ojos y se echó hacia atrás soltando un sonoro bufido, alzando los brazos y dejándose caer de espaldas exageradamente al sofá tipo Urbino que asemejaba una cama, rebotando en este al caer, para comenzar a gemir y retorcerse tontamente en signo de pataleta.


—Déjalo, Kadar. Se está haciendo de rogar—, resopló el hermano mayor sentado en el sofá de cuero al otro lado de la sala, muy cercano a una ventana, con su vista fija en su móvil, usando sus dedos para teclear con concentración.

Altaïr lo observó, lanzándole sigilosamente una mirada fulminante, pero contuvo su represalia, sólo porque el hermano menor de este le causaba lástima, y sabía que no le gustaba cuando se generaban rupturas por cosas tan simples como eso.

Consideraba que lo mejor, en casos como esos, era salir a tomarse un aire.

Silencioso, y con un suspiro, cerró su libro, y de donde se encontraba sentado, miró a la ventana de su lado, y observó la gran catedral gótica de la Santa Cruz y Santa Eulalia que se asomaba por entre las casas como la copa de un gran pino.

Tan cerca de esta catedral, como de su apartamento, estaba la biblioteca Francesca Bonnemaison, en realidad, sólo era bajar y llegar hasta allá, y pensó que ir a reponerse con un nuevo libro de geografía para el próximo examen, e ir a caminar un momento, sería lo ideal, por lo que, bajando del alféizar de la ventana en la que se encontraba, pasó por sobre el muchacho de ojos azules quien torpemente intentó atrapar los pies de la victima para hacerlo enfadar y perder el equilibrio, pero fue sólo un movimiento torpe de su cuerpo, para finalmente quedarse tirado y rendido en donde estaba.

Ogni giorno ti amo di più [EzioxAltaïr] «28 días con la OTP»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora