9 de Agosto de 1999.
-¿Que estás qué?- Preguntaba Emma a Leslie.
-¡Eso! Estoy cansada de todo esto, que tú siempre me sermonees pensando en que no soy madura, ¡Yo sí soy madura! ¿Y sabes qué? Pienso irme lo más pronto de esta casa, para no volverte a ver nunca más ¿Entiendes?.- Leslie elevó el tono de voz, haciendo que se oyera en toda la habitación.
Emma le proporcionó una cachetada a la menor. La mujer no era de esas madres que maltrataran a sus hijos, si no que era una mujer estricta, que solo a veces, daba uno que otro golpe para poner en su lugar a su hija.
La mejilla izquierda de Leslie ardía, pronto obtuvo un color rojo carmesí intenso. Leslie se quedó pasmada al solo recordar que por primera vez su madre le había brindado una cachetada.
–Lo siento.– Desconcertada, se retiró de la habitación sin faltarle nunca más el respeto a su madre.
Esa fue una de las demasiadas discusiones que habían entre Emma y Leslie. Cada día era una discusión, pero ésta fue la gota que derramó el vaso. Leslie, de tan solo 16 años, creía que lo sabía todo, que podía ser totalmente independiente y creía que era una chica madura, pero no era así.
Un tiempo después, la menor quiso escapar de casa, ya que no soportaba la idea de su madre sermoneándole una vez más, a ella no le gustaba que le diesen consejos. Emma era muy sobre protectora con Leslie. La menor quería mandarse por sí misma, pero su mentalidad de adolescente e inmadurez no eran suficiente como para emanciparse.
12 de Agosto de 1999.
Leslie había quedado en reunirse con su amigo Matthew en la mañana del doce de Agosto. El reloj color dorado que se ubicaba en su muñeca izquierda marcaban las nueve con cuarenta y seis minutos. Ni tarde, ni temprano.
Cuando ingresó al parque donde quedaron en reunirse, logró divisar a un chico con cabello color azabache y se acercó a él.
Al conversar con Matthew, el tiempo pasaba volando. Leslie le comentaba todos los problemas que ocurrían en su hogar. Las continuas discusiones con su madre, el desinterés que mostraba su padre hacia ella, todas esas situaciones que la afectaban. Ella quería la atención de alguien, y nadie se la brindaba.
Poco a poco, Leslie comenzó a tomar sus cosas para volver a casa. Se despidió de su amigo, y emprendió su camino hacia su hogar. Compró un libro, pensando que quizás lo leería más tarde. Llegó a casa, dejó sus cosas, y se dirigió a su habitación a hacer uno que otro deber.
13 de Agosto de 1999.
El reloj situado en la pared de el cuarto de la chica marcaban las nueve con veinticuatro minutos, se dispuso a levantarse, se vistió y bajó a comer una manzana como desayuno.
Al salir de casa, se dirigió al parque, pero esta vez no era para charlar con su amigo. Al pasear por los caminos, pudo observar las hojas caer de sus árboles, y las que estaban situadas debajo de éstos. Reflexionaba qué sería mejor para su vida ¿Podría escapar de casa así como así? Estaba harta de que su madre la protegiera bastante, o ¿Tendría que demostrarle a su madre que realmente ella era madura? tantas cosas pasaban por su cabeza que no se percató del tiempo, y tuvo que emprender él mismo camino de siempre para llegar a casa.
Pasó él día y nada que decir, Leslie aún tenía esa idea en mente, escapar. Era la única forma para ella, aunque suene muy cobarde. En la cena, su padre no llegó, como siempre. La misma excusa de todos los días era que tenía demasiado trabajo, y que, supuestamente, se le hacía tarde. Emma no sabía que Richard la engañaba con otra mujer, pero Leslie sí.
Aunque la chica no quería tratar el tema acerca de la infidelidad de su padre hacia su madre, se le hacía imposible no recordarlo. Al finalizar el día, Leslie seguía reflexionando y hasta ella misma creía que sería la mejor opción, así que preparó todo.
16 de Agosto de 1999.
Los días transcurrieron y nada que decir aún, la misma rutina de siempre. Leslie ya estaba despierta y quiso comprar cosas para la "fuga". Compró lo necesario y una que otra chuchería.
Llamó a Matthew para que se reunieran por última vez. A excepción de él, nadie más sabía que Leslie se escaparía de su casa. Ella estaba un tanto insegura de su decisión ya que, no sabía en donde alojaría, ni siquiera tenía trabajo. Él llegó, y Leslie le mencionó lo que tenía planeado hacer.
–Tengo planeado escapar de casa.– Mencionó Leslie inesperadamente.
–¿Qué?.–
–Eso, planeo escapar de casa. No soporto que mi madre me sobreproteja mucho, ¡Ya soy muy grande como para que me protejan!. Además, ni siquiera le intereso a mi padre, ya sabes, ahora está con otra mujer y ni siquiera mi madre sabe.– Espetó la menor.
–No puedes hacer eso Leslie, ¿Donde te alojarías? Ni siquiera tienes trabajo o algo con que sustentarte. Tampoco tienes los medios como para cuidarte sola, piénsalo bien. Además, que chico o chica quisiera tener una madre como la tuya, que se preocupe todo él tiempo de tí y que esté pendiente a cada hora de su hijo o hija.– Dijo el Mayor.
Matthew no tenía madre, solo vivía con su abuela paterna y su padre. Su madre lo abandonó cuando era pequeño, aunque siempre quiso tener una en su vida. Por esa misma razón, Matthew trataba de hacerle entender a Leslie lo maravilloso que es tener una madre, y más si siempre estaba pendiente de tí a toda hora y momento, como lo hacía Emma con la menor.
–Como sea, eso lo veré después. ¿Sabes? Me tengo que ir, prometo visitarte seguido cuando logre salir de la "prisión".– Al pronunciar la palabra "prisión" añadió comillas con sus dedos.
–Adiós Leslie, te deseo lo mejor.–
Leslie estaba decidida a escapar de su casa, quedaba muy poco para que llegara el día. Como era costumbre, emprendió el mismo camino para llegar a casa.
Al girar el picaporte y al mismo tiempo abrir la puerta, encontró a su madre en la cocina, preparando él almuerzo. Leslie no le tomó mucha importancia y se dirigió a su alcoba.
Al llegar allí planeó absolutamente todo, desde la hora en que saldría de su casa hasta la hora en donde su madre tendría que dirigirse al trabajo, todo iba bien hasta que Emma la llamó para almorzar.
Leslie bajó y al llegar al comedor se sentó en una silla ubicada frente al mueble de la loza de porcelana.
–¿Sabes donde se encuentra papá?– Preguntó Leslie. Obviamente sabía en donde estaba él.
–No hija, ni la menor idea, ¿En su trabajo quizás? No lo sé, ¿Tú lo sabes querida?.– Preguntó la mayor, totalmente desinteresada.
–No, madre.–
Leslie al terminar, dejó su plato en la cocina y se retiró de ésta.
Pasó él día y no había cosa alguna importante que mencionar.
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❀; Value People.
Short Story✧; Valora a las personas cuando las tienes, no cuando las pierdes.