19 de Agosto de 1999.
–Hoy es él gran día, donde nunca más me impondrán reglas, ya nadie me dirá que hacer ni que no hacer, me mandaré yo sola desde ahora en adelante.– Decía la subconsciente de la menor.
–Ya he alistado todo, solo falta mi chaqueta y mi mochila.–
Leslie bajaba las escaleras con mucha precaución, procurando no despertar a su madre. Ésta al tomar la mochila, no se dió cuenta que Emma estaba de pie en vez de estar en su alcoba.
–Buenos días, hija.–
–¡Mamá! Que... Sorpresa. ¿Por qué te encuentras aquí en pie? ¿No se supone que a las siete con treinta minutos irías a trabajar?.– Preguntaba Leslie viendo la hora en su reloj.
–Oh, no querida. Hoy me dieron día libre.–
–Justo hoy.– Había susurrado la menor, con tal de que Emma no escuchase.
–¿Qué has dicho?.–
–Nada, voy a salir. Creo que... Volveré un poco tarde, adiós.– Leslie tomó su mochila junto con su chaqueta, y se retiró de aquella casa.
–Bien, repasemos el plan.–
Primera fase completada, huir de casa. Lo siguiente que venía era buscar trabajo y, por el momento, alojarse en casa de Melanie. Su mejor amiga que le había ofrecido su casa para que se instalase ahí, y si quisiese, quedarse a vivir.
Después de lograr trabajar, alquilaría un departamento, aunque, no sabía como iba a seguir sus estudios, pero eso lo vería en un futuro. Ahora se encontraba camino al paradero de buses, había comprado un boleto la noche anterior.
Su reloj indicaba las siete con veinte minutos. Hasta ahora todo ha ido bien según lo planeado.
Mientras ella caminaba, se le venían muchos pensamientos y recuerdos a la cabeza, ¿Estaría bien escapar así como así de casa? ¿Cómo lo tomaría su madre? ¿Acaso Matthew tendría razón? ¿Las madres son tan importantes como dice él? Lo único que sabía Leslie era que solo quería irse para siempre de su casa con tal de no ver a su madre nunca más.
En esos recuerdos se encuentran cosas tan importantes y bellas que nunca le gustaría perder. Su primer amor, bonito ¿No?. También recordaba cosas como sus cumpleaños, como había crecido, ¡Su primera mascota!, estaba decidida a no olvidar cosas como esas, pero, una en especial se le vino a la mente. Uno de muchos días en el que hizo feliz a su madre.
Flashback;
–¡Mira mamá!– Dijo la pequeña Leslie. –Lo hice para tí, espero que te guste.–
Aquello era una carta para el día de las madres que su hija le había hecho, se notaba que lo hizo con esfuerzo. Emma, totalmente agradecida, le entregó muchos besos y abrazos a la menor.
–Muchas gracias hija.–
–Mamá... –
–Dime Leslie.–
–Sé que es difícil educarme y a veces no debería comportarme mal pero, te prometo que nunca te abandonaré y siempre estaré contigo pase lo que pase.–
–¿Lo prometes?.–
–Lo prometo.–
Fin del Flashback.
Leslie frenó en seco, analizó y procesó todo lo que había recordado en ese entonces.
–Entonces ¿Por qué odiar a mi madre por educarme de la mejor manera posible? En vez de estar perdiendo el tiempo aquí sin hacer algo provechoso, debería pasar tiempo con ella. Todo este tiempo fui una tonta, no, ¡Retonta!. Debo volver con ella.–
Hizo añicos el boleto y rápidamente se dirigió a su casa, más rápido que hasta un mismísimo meteorito. Al pasar por las calles a toda velocidad se percató que unas ambulancias venían detrás suyo. Paró en seco y se detuvo a pensar ¿Qué rayos habría pasado? Casualmente, las ambulancias habían seguido el mismo camino del que ella sigue para ir a su hogar. En ese momento, pensó lo peor.
Al llegar a la entrada de su casa le interrumpieron el paso dos paramédicos, algo no estaba bien. Entró a su propia casa, pero los éstos mismos, le explicaron que su madre había fallecido de un paro cardiaco. Sin poder creerlo, asintió y salió de casa. ¿Quien había llamado? La señora Margoth, una gran y cercana amiga de Emma, se encontraba con ella. Al ver a la madre de Leslie pidiendo ayuda, ésta inmediatamente llamó a urgencias, pero ya era tarde. Margoth no sabía primeros auxilios, es por eso que no aplicó ninguno a Emma.
Leslie, aún en estado de shock, se quedó inmóvil. Decidió que no serviría de nada quedarse de esa manera y no aceptar la realidad, su madre había muerto y aún no lo creía. Fue con su mejor consejero y mejor amigo, Matthew.
–¿Es encerio? Te lo dije Leslie, tener una madre es algo muy valioso, aún si te sobreprotege demasiado, es porque se preocupa por tí.–
–Si, no la valoré lo suficiente, y ahora que no la tengo no puedo hacer nada. Desearía haberme despedido formalmente al menos y haberle demostrado que la amaba.–
–Valora a las personas cuando las tienes, no cuando las pierdes...–
–¿Qué?.–
–Eso, no esperes a que las personas se vayan de tu lado, aprovéchalas, cuando no las tengas, te arrepentirás de no haberle demostrado que le importabas y la querías. Creo que esa sería la lección que te dió la vida.–
–Tal vez... y gracias por el consejo, lo aplicaré de ahora en adelante.–
Unos meses después, Leslie se fue a vivir con su abuela materna ya que su padre no la quería en su casa, y por cierto, ésta descubrió que sus padres se habían divorciado unos días antes del fallecimiento de Emma. Como era de suponerse, Richard encontró una mujer fácilmente, así que no le fue ni le causó problema alguno hospedar a una mujer en su casa.
En cuanto Leslie, aún seguía retractándose de su actitud inmadura, a pesar de la situación que había pasado con su madre días atrás, tenía la seguridad de que siempre sería respetuosa con las personas que llegaran a su vida y que le daría el verdadero valor que se merecen.
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❀; Value People.
Short Story✧; Valora a las personas cuando las tienes, no cuando las pierdes.