Buenos días, Mckinley

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Toda la noche había pasado en vela, con los ojos fijos en los números en constante cambio del reloj de mi mesita de noche. El frío de la noche solo había acentuado el sentimiento de soledad de una nueva casa vacía. Un presentimiento de que esta vez sería diferente me había mantenido despierta, aunque eso había pasado también en otras ocasiones.

Las siete en punto de la mañana acababan de  marcarse en el reloj. Me levante de la cama, ni siquiera deshecha, y anduve hacia el espejo de la pared. No me gusta estar en la casa donde me crié sin mi madre cerca. No me gusta dormir en su cama sin que esté ahí. 

La creciente rabia me invade poco a poco y decido calmarme.

-Hoy será un graaaan día- Digo en voz alta para convencerme a ir. 

Mi reflejo, ridículo, repite la frase. Qué desastre de mujer, de verdad ¿Qué estoy haciendo con mi vida? Ante la negativa de respuesta, me encojo de hombros y le doy la espalda a la estúpida chica del espejo. 

Me visto rápido y voy a la cocina, donde me preparo un café solo, como yo. Aun echando humo, doy un sorbo. Me gusta la sensación de quemazón del líquido en mi garganta, me hace sentir humana. Sensible. Mortal. Sonrío inconscientemente y termino la taza con un trago largo. 

El silencio de la casa es espectral. No me malinterpretéis, me gusta el silencio. Sobre todo si sustituye el comentario estúpido de cualquiera. Hay demasiados gritos en mi pasado para menospreciar la tranquilidad de un silencio imperpetuable. 

Abandono la cocina y salgo al jardín, donde enciendo un cigarro y la serenidad me invade. La rabia del inicio de la mañana desaparece mientras escucho Back to Black de Amy Winehouse, una voz que agradezco que rompa el silencio. El humo inunda mis pulmones de la misma manera que su voz lo hace con mi corazón, tiñéndolos de negro a cada calada, a cada verso.

Un estridente sonido de alarma me saca de mi trance. Son las ocho y tengo que salir de casa si no quiero joderla desde el primer momento. Cojo la mochila rosa que compré por impulso y que llené con desgana de libros sobre historia de los Estados Unidos, Literatura o Francés. Me la cuelgo de un hombro y camino hacia el instituto, con la banda sonora de todas mis mañanas resonando en mis oídos.

La caminata acaba cansandome. Los pies me duelen de subir y bajar cuestas. Lima me odia. 

Acabo llegando al edificio McKinley, uno de los presidentes más inútiles de la historia de América, manejado por los magnates de la prensa y por Roosevelt. Otro inútil de Ohio. El exterior del colegio está repleto de adolescentes excitados por un nuevo año escolar, de matones acosando a chicos poco populares, pequeños pero numerosos grupos de gente normal y de animadoras con su debido uniforme puesto. El ecosistema adolescente está increíblemente bien presentado en este patio. Me fijo en un chico de ojos verdes, uno de los matones, que parece haberse dado cuenta de mi presencia y se lo comunica a los otros cuatro chicos, que se encogen de hombros. Esto parece hacer feliz al chico de ojos verdes y cresta, que se dirige a mí con paso decidido. Una sonrisa involuntaria se forma en mis labios cuando se acerca, sonrisa que borro a los diez segundos.

-Hola, nena-dice esbozando sonrisa increíblemente blanca- Soy Noah Puckerman, pero las chicas guapas como tú me podéis llamar Puck. 

-Hola, soy Valerie, pero los idiotas como tú me pueden llamar...- me pienso la respuesta- Bueno.. mejor no me llames nunca.- Le guiño un ojo y sigo mi camino. 

Puedo escuchar el vitoreo de su grupito de macarras, lo que me hace reir. Entro en el colegio y puedo sentir como las miradas de todos los estudiantes y profesores se clavan en mí como puñales, desnudándome con cada par de ojos puestos en mí. Es lo que tiene ser la chica nueva, el juguete nuevo.

El día pasa de la misma manera, con muchos ojos encima de mí pero sin ninguna palabra que se dirija hacia una servidora exceptuando las de Puck y las de los profesores, preguntándome sobre mis conocimientos.

A la hora de la comida, me siento en una mesa apartada, sola. Una manzana es mi única compañía, aparte de una guitarra que alguien había dejado tirada cerca. La curiosidad me pica, y las ganas de comunicarme están matándome. No me gusta hablar con desconocidos porque no me suele gustar conocerlos, pero cantar... me encanta cantar. Sobre todo cuando es para mí, aunque haya otras personas que puedan escucharlo, me  gusta cantar sola. No puedo resistirlo más y me levanto a coger la guitarra.

La afino como puedo y doy las primeras primeras notas de She will be loved, de Maroon 5. El sonido de las cuerdas vibrando me lleva solo, como si mi voz naciera al escucharlas vibrar. Cierro los ojos y aparece un mundo seguro para mí. Abro la boca y el torrente de voz aparece:

  Beauty queen of only eighteen
She had some trouble with herself
He was always there to help her
She always belonged to someone else


I drove for miles and miles and wound up at your door
I've had you so many times but somehow I want more


I don't mind spending every day
Out on your corner in the pouring rain
Look for the girl with the broken smile
Ask her if she wants to stay awhile
And she will be loved
And she will be loved


Tap on my window, knock on my door
I want to make you feel beautiful
I know I tend to get so insecure
Doesn't matter anymore


It's not always rainbows and butterflies
It's compromise that moves us along, yeah
My heart is full and my door's always open
You come anytime you want, yeah.


I don't mind spending every day
Out on your corner in the pouring rain
Look for the girl with the broken smile
Ask her if she wants to stay awhile
And she will be loved
And she will be loved
And she will be loved
And she will be loved


I know where you hide alone in your car
Know all of the things that make you who you are
I know that goodbye means nothing at all
Comes back and begs me to catch her every time she falls


Tap on my window knock on my door
I want to make you feel beautiful


I don't mind spending every day
Out on your corner in the pouring rain.
Look for the girl with the broken smile
Ask her if she wants to stay awhile
And she will be loved  

La última nota abandona mi garganta y abro los ojos. Un hombre rubio, de pelo rizado se encuentra sentado en frente de mí, sonriendo y aplaudiendo. Automaticamente, mis mejillas se ponen de un tono rojo estridente, no sé si será por mi piel tan blanca, pero estas cosas se me notan mucho.

-¿Ha estado escuchando todo?-Él asiente sonriente- ¿Qué le importa a usted lo que yo haga?

-No demasiado, creeme- Dice risueño- Soy el profesor de Francés. Will Schuester- Ante mi subida de cejas, indicador de lo poco que tenía que ver eso con que me hubiera escuchado, responde- También dirijo el coro. Del que tú vas a formar parte.

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⏰ Last updated: Apr 26, 2018 ⏰

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McKinley revolutionWhere stories live. Discover now