TEOLOGÍA SOCIAL DEL UNIVERSO

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TEOLOGÍA SOCIAL DEL UNIVERSO

PEQUEÑO ENSAYO ACERCA DE DIOS Y DEL INFIERNO

Imagino a un hombre que se pasea por el Infierno, donde otros hombres anidan sus culpas. ¿Existe tal hombre?, ¿tal Infierno?, ¿son las culpas, infernales? Podría contarles de un Infierno y de unas culpas aborrecibles, podría contarles también de un hombre y de una muchedumbre de dementes, podría, podría. Pongamos el Infierno, el mal, lo sucio, insano, abajo. Para apuntalarlo, existenciarlo, hemos de observar también a su contrario, el Cielo, el Paraíso, el bien, lo justo, inmaculado, arriba. Entre tanto y entre medias, ¿qué?, entre tanto y entre medias lo humano. Cuando lo humano se eleva... (Los posicionamientos arriba/abajo conciernen tanta coherencia como cualquier fórmula matemática. Fuese posible una completa redefinición matemática de las leyes universales así mismo, como un replanteamiento de las esencias de los conceptos. Pero nos es suficiente ceñirnos a las dadas en costumbre)... tanto que rebosa, se diviniza, si desciende tanto que pervierte, que arrasa, se demoniza. Sin dejar de ser humanos en esencia, los actos adquieren categoría de dioses o demonios. La pertenencia del hombre al mal no hace de este conjunto un vínculo de necesaria comunión, y habiéndolo elegido, y circunscribiendo el mal a la raíz de la animalidad, que en cualquier sistema creíble y de pacífica justicia, siempre, siempre se presenta como causa principal, la elección. Y es que si nos viene a cuenta, o en herencia una sociedad animal, no suprimamos el mal, ensalcémoslo. Característica atribuible al animal es la supervivencia en base a su adaptación al medio, la evolución, y así, un paso, y otro paso, nos hemos plantado en el ser humano y en las Ideas y en el Caos, y es de entre el Caos, de donde surge el ser humano cuando como he dicho en otra parte (La Exposición, prólogo) se conoce, o se nombra arriba y abajo. Es de facto, la Idea, el conocimiento de la moral, y la subsiguiente dualidad, la subsiguiente multiplicidad de los contrarios, en lo que consiste, en definitiva, esa nombrada esencia del ser humano en su condición de eterna elección. Y de nuestra elección es, subir o bajar, y al tiempo determinar que es subir y que es bajar, lo mismo que decidir qué es lo que está arriba y qué abajo. Y también cómo lo nombramos, y cómo lo acercamos o alejamos, o en definitiva cómo posicionar nuestro punto y el restante, dónde estamos y hacia dónde queremos ir, o si ya hemos alcanzado la posición deseada. Y esto a nivel de individuo y a nivel de sociedad. Se dan entonces cuatro puntos. Individuo, individuo que tiende, sociedad y sociedad que tiende, a partir de estos, ¿cómo nos vamos a construir?, ¿desde dónde?, ¿cuál sería la meta?, ¿qué elegimos suprimir?... En la Filosofía Constructiva, de Creación, sin desdeñar la razón analítica, se autoriza como en ninguna otra, el buen uso del deber inevitable de la elección, y viendo en ejemplo la actual sociedad animal, y recordemos aquí el indivisible social de una elección política o de orden y de una elección moral, donde nos encontramos en una posición de nuevo en la que hemos, de volver a dividir las diferentes opciones, aplicando a cada ente por separado una nueva individualidad. Pero en este desdoblamiento continuado, se da, irremediable, el regreso al uno, a la unidad. Esto es Dios, el ser humano encerrado en el Caos. No está antes, no está después. La pretensión del hombre, del ser humano, la elección de éste por erigirse en una sociedad animal, se comprueba en la intención de acercar a los contrarios, unificar arriba y abajo, lo que resulta una imposible regresión al Caos, a Dios. Y dado que una vez salimos del Caos no es posible dicha regresión, parece de hecho, la sociedad animal una invariable avocación al fracaso. Porque somos hombres, no dioses. Y el Infierno es eso mismo, direccionarnos al fracaso, siendo aquí las culpas las alabanzas a los falsos caminos, y siendo el hombre, ese hombre imaginado del comienzo, el solitario conductor que convoca a una necesaria reestructura direccional.

DIOS A TRAVÉS DEL UNIVERSO

En un Universo estático como era el de Newton, que responde al funcionamiento de un mecanismo perfecto, se ha de sobreentender la existencia de un artesano creador. Ahora bien, puesto que a cada causa le corresponde un efecto y éste está determinado de antemano, diríamos que el artesano no solo puso a funcionar el mecanismo sino que lo mecanizó en extremo y todo ha sido establecido en el flujo de sucesos. Por lo cual la aparición del ser humano en el planeta Tierra es algo deseado o buscado por el artesano. Y ¿cumple el ser humano con el sistema determinista que rige en el Universo? No. La aparición de la conciencia, de la vida entendida y que implica para su desarrollo la elección, trae a este Universo mecánico un nuevo concepto, el Caos. En el Universo de Einstein, en movimiento expansivo, el comportamiento es idéntico, de causa y efecto en cuanto a los niveles visibles. La diferencia radica en el mundo cuántico, supeditado a la aproximación, y mundo donde reside la inteligencia del artesano, de Dios.

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