Amargo Presentimiento.

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Capitulo II.

Disclaime: Naruto y sus personajes son propiedad de Masashi Kishimoto.

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Amaba dormir.

Ese era uno de los escasos placeres que podía tener en mi problemática vida y del cual disfrutaba al máximo siempre que la oportunidad se me presentaba. Ahora que no era un mocoso despreocupado con la libertad de tirarse a dormir donde y cuando quisiera había aprendido a valorar los pocos tiempos de ocio que mis nuevas responsabilidades me permitía tener. Y es que pasar de un infante cuyo único objetivo era mirar las nubes a ser un importante Shinobi, consejero del Hokage y próximo líder de mi clan era un cambio radical, un cambio radicalmente problemático que me arrebataba mis hermosas siestas vespertinas, ahora y de milagro podía dormir mis 8 horas recomendadas al día.

Por eso, cada vez que lograba caer en los brazos de Morfeo me aseguraba de disfrutar el momento, no perdía el tiempo en sueños y pesadillas ¡ Claro que no! Yo simplemente iba, cerraba los ojos y me adentraba a ese estado de relajación y descanso que tanto amaba sentir, deseando para mis adentros que aquel bello momento no terminara nunca.

Así que no entendía ........ ¿ Por qué hoy era diferente?

Desde hace un buen rato que mantenía los ojos cerrados, y por muy extraño que sonara no parecía estar disfrutando del momento, todo lo contrario, la actividad que usualmente me reanimaba parecía estarme traicionando, pues no me estaba otorgando los beneficios que siempre me brindaba, no sentía mi cuerpo relajarse como en otras tantas ocasiones, podría jurar que sentía un molesto dolor recorrer toda mi anatomía y la cabeza me taladraba tanto que empezaba a cuestionarme si realmente estaba dormido, pero la pesadez en los ojos al querer abrirlos descartó esa sospecha.

¡ En definitiva! era la peor siesta que había tenido en mi vaga vida.

Irónicamente resolví que lo mejor que podría hacer era abrir los ojos, estirarme y levantarme para empezar a hacer algo " productivo" y de paso librarme de ese pésimo malestar que mi descanso me dejó. ¿ Quién diría que Nara Shikamaru dejaría ir una de sus tan amadas siestas?

Tal vez, y solo tal vez ...... si estaba madurando.

Me sentí mareado al abrir los ojos ya que las imágenes que obtuve al hacerlo fueron borrosas, además de que sentía como el cuarto giraba a mi alrededor, cosa que me desubico por completo pues normalmente solía tomar mis descansos en la intemperie donde el viento y el sonido de algunas aves me sumergían en una relajación total, quizás esa era una de las principales razones por las que la siesta no fue tan reconfortante como en ocasiones anteriores.

Mis ojos no se habían adaptado del todo cuando mis fosas nasales detectaron el desagradable aroma del alcohol y de algunos ungüentos desinfectantes, situación que me alarmó y que me hizo reponerme de golpe, ahora con todos mis sentidos despiertos pude observar las paredes de una habitación ya conocida, sin embargo no podría recordar por qué estaba ahí y sin la compañía de la dueña de esta.

- ¡ Vaya! ¡ Ya era hora de que despertaras! Estabas comenzando a preocuparnos - el solo escuchar aquella frase me causó un agudo dolor en la cabeza pero preferí ignorarlo para prestarle atención a la persona que me hablaba.

- ¿ Kankuro? -

- Casi no la cuentas hermano, si no fuera por la existencia de la alianza, Konoha estaría festejando tu funeral en este momento - no supe muy bien a qué se refería el marionetista y supongo que mi expresión de duda fue tan obvia pues vi como una mueca de burla se formaba en los labios.

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