I: Treinta conejos

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Psicólogo escolar, mi profesora me mandó al psicólogo escolar, pero no la culpo, luego de dar semejante respuesta

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Psicólogo escolar, mi profesora me mandó al psicólogo escolar, pero no la culpo, luego de dar semejante respuesta...

"Mis problemas reales, en este preciso momento, son las muertes que daré a conocer en un siguiente capítulo".

¡¿Por qué respondí aquella estupidez?! Resongue tapando mi cara pasando a llevar mis anteojos, y me hago llamar una genio de la creatividad, pude haber dicho algo más convincente a algo tan psicópata. Escuchó como la secretaria del director habla con alguien, y sinceramente, no quiero mirar porque de por sí, al parecer estoy loca y si graba mi rostro y luego me reconoce en el pasillo va a rumorear que tengo algún problema porque me vió esperando al psicólogo escolar y luego seré humillada por toda la escuela, no tendré los beneficios de ser una adolescente escritora y quizás por el bullying mis notas bajen y no pueda entrar a una buena universidad para estudiar una carrera dedicada a la literatura y no cumpliré mi sueño y moriré sola con treinta conejos.

Bueno, debo estar exagerando ¿No?

Solté el aire que había contenido en mis pulmones, sin notarlo, y aparte mis manos de mi cara para ver a un chico pelirrojo conversando con la secretaria, tenía aquella pinta de chico malo por donde le vieras, y simplemente pensar en un personaje como él me hizo arrugar la nariz con desagrado, creo que él "badboy" es el personaje más desagradable que a las escritoras románticas se les pudo ocurrir, pero son muy difamados entre el público femenino, sin percatarme me había quedado estudiando su perfil, pensando en si podría ocupar su imagen para usarlo en una de mis historias. Pude ver cómo me miró de reojo pero sin tomarme importancia se despidió de la mujer y salió de la recepción con un paso seguro y marcado. Y sin su charla pude notar lo silencioso que era aquel lugar, solo podía distinguir aquel «tic, tac» que emitía el reloj de pared que se encontraba por sobre la puerta de entrada y salida de la recepción.

La puerta a mi lado se abrió mostrando al psicólogo escolar, no sé que lo había mantenido tan ocupado por tanto tiempo si, además de él, no había nadie dentro de aquella sala.

—¿Monsters? —Me miró con duda esperando un gesto de mi parte.

—Soy yo.

—Pasa, porfavor.

Me levanté de la incomoda silla de plástico, como aquellas de consultorio de hospital, y entre a su despacho viendo de reojo como cerraba la puerta tras de mí, rápidamente tomé asiento frente a su escritorio y él se sentó tras el. Acomodó algunas cosas de su mesa mientras yo le miraba esperando a que me contará lo loca que estaba según mi maestra.

—Según escuché por la maestra River, tú dijiste algo extraño e inapropiado en clases ¿Eso es cierto?

—Más o menos... —Balbucee, jugando con mi cabello, solía hacerlo cuando estaba nerviosa o rebuscaba en mi cabeza que podría ser lo correcto para decir en aquella situación. A veces consideraba que yo era muy meticulosa.

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⏰ Última actualización: May 21, 2019 ⏰

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