EIGHTEEN

No sabía que esperar de estar aquí, marchando orgullosa de mi. Soy un manojo de nervios, siento que mi cuerpo tiembla a cada paso que doy. Mi novia está a mi lado y nos encontramos rodeadas de tantas personas igual que nosotras, igual que todos los humanos que habitan el planeta porque únicamente eran personas enamoradas de otras personas. Me habría gustado pensar así a los 16 años; no tener miedo de quien era, que me gustaba y en quien me fijaba; no ocultarme en un armario aterrada y odiando cada parte de mi.

Tenía 17 cuando decidí que era hora de salir, de extender mis alas y volar. Las personas en su ignorancia y odio me lastimaron y me empujaban dentro del armario una y otra vez, fueron tiempos bastante malos; una chica de 17 años teniendo que soportar burlas, malos comentarios y hasta violencia física por amar a alguien que a ello no les agradaba; era estúpido. Me dolía el rechazo y me sentía tan sola... mis padres y familia no me hablaban; mis compañeros me excluían, mis maestros preferían ignorar lo que me hacían en el colegio... finalmente había pasado, me habían hecho alguien invisible; parecía que no existía, que mi ser ya no estaba entre ellos.

Por eso estoy aquí a mis 18 años, gritándole al mundo que existo y que no pienso cambiar por darle gusto a nadie, haciéndome visible; dándome poder y dándole el poder a todas las niñas que ahora están solas, llorando en su habitación porque se sientes diferente o porque no se aceptan a ellas mismas.

Y es de esos pensamientos de donde saco la fuerza para seguir, mi cuerpo ha dejado de temblar aterrado; ahora es firme y valiente. Saco la bandera que mi novia me ha comprado y me envuelvo con ella, toco suavemente las banderas que me adornan la cara y levanto el cartel que hice la semana pasada; es un cartel grande, colorido y con una sola frase: 

"No te escondas en el arrepentimiento. Sólo ámate a ti mismo y listo. Estoy en el camino correcto. Naciste de esta manera"