Denver nunca fue una ciudad grande para él.
Tal vez porque a Craig nada le parecía grande. ¿Por qué iba a parecerle, si sabía que habían cosas mucho más inmensas que la ciudad? Más grandes que Colorado, más grandes que Estados Unidos, más grandes que el océano, más grandes que el mundo.
Tenía dieciséis años. Apasionado por la astrofísica y por la vida apática. Le encantaba la rutina. Salir de su casa, ir a la escuela, aguantar las tonterias de su mejor amigo y volver a casa. Siempre era lo mismo, y no le molestaba.
Decía que es algo de familia, algo que heredó y no es fácil cambiar, como si fuera una marca de nacimiento o el color de sus ojos.Nunca lo verías saliendo un miércoles por la tarde, en las calles de invierno de la ciudad con una niña pelirroja a su lado.
-Recuérdame por qué todavía no puedes venir sola.-Dijo, sin dirigirle la mirada y manteniendola en el frente. Aún sin haberla mirado, sabía que ella tampoco se había mutado.
-Soy una niña indefensa.-La voz era igual de monótona que la del mayor, carente de emoción.
Craig entonces sí la observó. Fue una mirada de lado, claramente estresado.-Tienes doce años. Ya deberías saber manejarte sola por la ciudad.-Hubo una pausa.-Y de indefensa tienes poco.
-Corrección: once años. Y tienes razón.-Dijo ella, levemente soltando una risa totalmente forzada y arrogante.-Tengo de indefensa lo que tú tienes de heterosexual.
-¿Ves?-Suspiró, viendo el vapor salir de sus labios.-Y por cierto, me gustaría que dejaras de intentar de ofenderme con mi propia sexualidad.
-Mi intención no es ofenderte, hermano.
Patricia y Craig Tucker, los herederos al nombre y los llamados "corazón de acero". Son increíblemnete parecidos, con la misma expresión inmutable y seria, hartos de todo y todos. Lo único que no compartían era sus apariencias físicas.
Tricia tenía el pelo naranja, igual de fogoso que su padre. Tenía unas pocas pecas a través de su nariz que sólo salían a la luz en verano, completamente invisibles ante el frío aire de invierno.
Craig tenía el pelo negro cuan cuervo, que permanecía aplastado bajo el corro azul que acostumbraba llevar. Su piel, a diferencia de la pálida de si hermana, era más bronceada, de un tono canela; o como diría Clyde: besada por el sol.Completamente distintos, pero a la vez tan parecidos. Todo gracias a sus queridos padres, quienes criaron a sus pequeños con la tan llamada "actitud Tucker".
En ese entonces se dirigían a la academia de baile de la pelirroja. Craig mantenía sus manos entrelazadas en el bolsillo de su sudadera en intento de mantener el calor y la nariz de Tricia ya estaba enrojecida cuando llegaron a la puerta principal.
Se despidieron como siempre hacen: sin ninguna palabra. Sin embargo, lo único que hacen es levantar el dedo medio de sus manos.
No es un insulto, es un saludo.
Las clases de Tricia generalmente duran entre una hora y una y media, asi que Craig normalmente solo vaga por las calles de la ciudad un rato. No es conveniente ir a casa ya que de una forma u otra tendría que venir a recoger a su hermana otra vez.
Aunque el frío le quemaba el interior de su nariz, como buen cabeza dura siguió caminando calle abajo.Podría haber sido una caminata como cualquier otra. Admirar los edificios, mirar al cielo, contemplar el universo, y pensar en otras cosas triviales.
Hubiese sido así, si no fuera por cierto lugar que le llamó su atención."Tweek Bros. Coffee"
Se paró en frente, preguntándose si este lugar habia estado ahí siempre. Llegó a la conclusión de que, no. Era un local completamente nuevo que no había visto nunca antes.
Recordó que en su lugar anteriormente había una tienda cerrada completamente. Suponía que era un almacén, o algo así, ya que nunca lo vio abierto.
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latte // creek
Random''Nunca supe qué era lo de esa vieja cafetería que tanto me gustaba''. Relata la historia de cómo Craig Tucker se enamora del olor a café, grandes ojos color avellana, actitud nerviosa y una característica mata de cabello rubio. Algo cliché, con una...