Pecado.

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Si algo había aprendido Red durante sus primeros años como ángel, era que los demonios nacían del pecado de ángeles —y a veces, humanos— desesperados. El blanco puro de sus almas se teñía de la más asfixiante desesperación.

Los ángeles tenían un simple trabajo: cuidar a los humanos. A cada ángel se le asignaba un humano en particular al que protegería hasta que muriera.
En el caso de Red, fue Wendy Testaburger, residente en South Park, Colorado. Una chica de piel pálida, larga melena azabache y ojos marrones. Actitud decidida, metas claras.

Solo había una regla clara para los ángeles: si se enamoraban de su humano asignado, serían enviados al Infierno.

Red la rompió. Se enamoró de Wendy como nunca un ángel se había enamorado. Era normal en un ángel guardián sentir afecto por su protegido, pero los sentimientos de Red iban más allá que el afecto. La quería para ella. Quería abrazarla, besarla, amarla sin obstáculo.

La historia dio un giro la madrugada del 15 de Octubre, cuando Wendy cedió ante la presión y se suicidó con una sobredosis de pastillas. ¿Por qué? La respuesta era fácil: Stan le había dejado por Kyle, pero la cosa no acabó ahí. El pueblo entero la había tomado con Wendy, tratándola de puta para arriba bajo la creencia de que ella había estado impidiendo la relación de Stan y Kyle. Teoría totalmente equivocada, pues aunque le había dolido un poco les había apoyado desde el primer instante en el que su relación se hizo pública.

Por mucho que Red hubiese querido remediarlo, por mucho que se hubiera esforzado para que Wendy no cediera, todo esfuerzo sería en vano. Porque Wendy no podía soportar ni un segundo más.

Red fue juzgada en cuanto Wendy llegó al Cielo, ahora como un ángel. La sentenciaron culpable de dos crímenes: desatender a su protegida y enamorarse de la misma.

Cuando la sentencia fue dictaminada, los ojos violeta de Red buscaron con impaciencia los de Wendy. Fue la primera vez donde sus miradas se cruzaron, la primera vez que Wendy sintió como su corazón se aceleraba ante la mirada de otra mujer.

Las alas de Red se tornaron negras ante las miradas estupefactas de todos  los presentes. La túnica blanca se tiñió de negro. Su alma, antes llena de esperanza, se ahogó en desesperación.
Cayó al Infierno para pagar sus pecados.

Pasó décadas en el Tártaro. Cuando a Red le habían contado historias de lo que sucedía en aquel lugar, lo había imaginado como algo terrible. Ahora que estaba allí no era para tanto. Desagradable pero soportable.

El recuerdo de Wendy era lo que la mantenía cuerda. Sus sonrisas, lágrimas y la sensación que había recorrido su cuerpo cuando cruzaron miradas.

Un día cualquiera pasó lo que creía imposible: un ángel pisó el Infierno.

Ese ángel fue Wendy. Había rogado de mil maneras que la dejaran ver a Red una última vez, que quería agradecerle todo lo que había hecho por ella a lo largo de su vida. Acabaron aceptando la propuesta, con un condición: no podría tocar a Red, ni Red a Wendy. De lo contrario quedaría allí atrapada para siempre.

Red no podía creer lo que estaba viendo. Al principio creyó que era un sueño, luego se dio cuenta de que era real. Muy real.
El primer impulso de la pelirroja fue salir corriendo hacia Wendy; necesitaba abrazarla en aquel mismo instante.

La expresión de Wendy le hizo retroceder.

El Infierno estaba lleno de rosas rojas. Rojo que se cubría de negro cuando un demonio las tocaba.
Red agarró una, y con cuidado de no tocarla se la dio.

La misma sensación que había estremecido a Wendy el día de la sentencia la golpeó con fuerza cuando vio la rosa entre sus manos.

Contempló a Red delante suya. Su cabello rojo ondeaba al compás del cargado aire del Infierno. Aquellos ojos morados que la habían estado observando desde su nacimiento la miraban como si esperara algo.

"No importa."

Wendy abrazó a Red, sintiendo como su alma se asfixiaba con el pecado.

"Si estoy contigo, no importa."

Red tomó a Wendy del mentón obligándola a mirarla a los ojos. Y la besó como había querido hacer siempre.

"Crearé mi Cielo en el Infierno si estás a mi lado."

"

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Ángel;; rendyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora