♠ O N E ♠

1.8K 20 1
                                    

Cuando recuperé el sentido, me di cuenta de inmediato de que algo andaba muy mal.
Una luz frente a mí hería mis ojos sin que fuera yo capaz de siquiera parpadear. Intenté desviar la mirada, Intenté mover los brazos para tapar mi rostro con las manos sin lograrlo.
Mi cuerpo entero estaba totalmente paralizado y era recorrido por dolor y frío como jamás los había sentido.
Intenté tambien gritar y pedir ayuda pero todo fue inútil, algo entraba por mi boca y quemaba mi garganta a la vez que un horrible ruido lastimaba mis oídos.

Pasaron varias horas en las que lo único que ocupaba mi mente era una terrible desesperación. De la desesperación pasé al terror cuando algunos pensamientos lograron filtrarse a través del dolor a mi mente...

-¿Dónde estoy?
-¿Qué me está pasando?
-¡Estoy muerto!

La mezcla de dolor, terror y estos pensamientos, ocasionaron que perdiera el sentido. Gracias a Dios porque ya no soportaba más.
No sé si pasaron horas o días para que volviera en mí.
Seguía inmóvil, con los ojos completamente abiertos. El dolor había disminuido un poco, la luz frente a mí cegaba mis ojos pero era soportable, entonces fui capaz de darme cuenta de que el terrible ruido era una especie de respiración forzada, profunda y fuerte... no era mi respiración, de eso estaba seguro.
La disminución del tormento físico abrió la puerta a otro tipo de sufrimiento: la confusión en mi mente y la urgente necesidad de respuestas.
-¿Estoy realmente muerto?
-¿De quién es la respiracion que escucho?
-¿Qué es esto que siento en mi boca y que raspa mi garganta?

Poco a poco fui recuperando recuerdos de lo que yo pensaba era el día anterior; la fiesta, los tragos, la discusión con Laura y la insistencia de Eduardo para que probara esa estúpida droga que le resultaba fascinante.
-Mi amor ya deja de tomar por favor... ¿No ves que te estás matando? -Me gritaba Laura-. ¿Es eso lo que quieres?
-No quiero matarme, lo que quiero es escapar.
-¿Escapar de que? Estás loco.
-Sí, estoy loco y tú no me entiendes... nadie me entiende...
Llevé a mi boca el par de pastillas azules que acepté de Eduardo. Eso es lo último que recuerdo.

-¡Ay Dios mío! Por fin lo logré, acabe con mi vida. ¡No puede ser!...

¿Qué me pasa? ¿Por qué no puedo no puedo moverme? ¿Por qué no puedo cerrar los ojos?
-Ese imbécil me envenenó -pensaba-. Estoy en el infierno pagando por todo lo que hice... Es mucho peor de lo que imaginaba.
Yo no creía en la vida después de la muerte, pero en este momento no encontraba otra respuesta.
-¡No Dios, perdóname por favor!... dame otra oportunidad...

El sonido de una puerta que se abría interrumpió mis pensamientos, distinguí entonces una voz femenina:
-Pero qué ruido hace esta mierda -Comentó.
-Es el único que tenemos, ya sabes como están las cosas aquí -le contestó un hombre.
-Cómo es posible que tengamos sólo un aparato de respiración artificial?
-Pues así es, y hay que hacer lo mejor que podamos con lo que tenemos.
-Y a éste ¿qué le pasó?
-¿Éste?... Éste ya se jodió. Destápalo para que lo veas.
Sentí cómo retiraba de mi rostro una sábana y pude ver a una mujer vistiendo una bata blanca con una expresión entre asombro y temor.
-¡Está despierto! -gritó.
El hombre junto a ella se inclinó a verme.
-Que va, así lo trajeron, cuando llegó a urgencias dijeron que había tenido un accidente, estaba completamente intoxicado pero aún consciente, repetía una y otra vez: "Laura, Laura, perdóname."
Después cayó en coma y en una especie de Rigor mortis, no pudieron cerrarle los ojos.
-Pobre imbécil, más le hubiera valido haberse muerto.
-¡Más nos hubiera valido a nosotros! Ahora tenemos que mantenerlo vivo como un vegetal, ocupando una cama que otros necesitan y gastando energía.
-Pero... ¿Puede ver, oír... siente?
-Claro que no, mira...

Vi como movía un tubo cerca de mi cama y sentí una terrible punzada en el brazo.
-¡Eso duele idiota!... ¡Estoy vivo! Estoy conciente. ¡¡Ayúdame!! -traté inútilmente de gritarle.
-Aprovecha para cambiarle el suero -dijo el hombre-. Alguien tiene que regar las plantas.
Los dos soltaron una carcajada y yo me quede lleno de rabia y desesperación.
Salió el hombre de la habitación, la mujer cambió un frasco qur colgaba junto a mi cama y salió apresurada.

Ya tenía algunas respuestas... La conversación se repetía una y otra vez en mi mente:

¿Un accidente?...
¿Cayó en coma?...
¿Laura, perdóname?...
...Alguien tiene que regar las plantas,
...regar las plantas...
...las plantas.

𝑬𝒍 𝑬𝒔𝒄𝒍𝒂𝒗𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora