Capitulo 2.

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Narra Adalia.

Después de la incómoda llamada de papá, seguí en mi trabajo, ordenando y analizando fichas médicas.

Una alarma alerto todo mis sentidos rápidamente.

Era la alarma de emergencias.

Esa alarma significa una cosa, problemas.

Salí rápidamente de mi oficina, y a lo lejos vi como Matt y Travis ingresaban a un chico a la fuerza, el chico ponía resistencia, realmente no le apetecía estar aquí. La mayoría de los pacientes estaba en contra de su voluntad internados aquí.

Hice mi camino hacia la habitación del nuevo paciente.

El chico tenía sus muñecas sostenidas a cada lado de la camilla para que no escapara o nos lastimara.

—Buenos días Brooks— escuche a matt saludar a mis espaldas.

—Buenos días Matt.

Comencé a observar al chico en la camilla, ojos claros, cabello claro, nariz respingada y temperamento de mierda. —¿Que miras? — habló con voz dura y tratando de soltar sus brazos.

—Creo que necesita un calmante. — avisó Matt desde la puerta.

—¿Cuántos kilos pesa aproximadamente?— miré preocupadamente al chico en la  camilla que movía incontrolablemente sus brazos.

—No más de 75 kilos Brooks— dijo analizando al chico.

Camine hacia un costado de la habitación, busqué el medicamento y llené la aguja con el poderoso calmante y me dirigí hacia el chico.

Cuándo se percató que me acercaba a él, me miro con miedo. —¿Qué me harás?— preguntó agitadamente, tratando de zafarse.

—No te haré daño, tranquilo.

Tomé su brazo firmemente, no paraba de moverse, introduje la aguja por su piel, y al pasar los segundos se había convertido en un tranquilo chico de cabellera rubia. Les hice un gesto a los chicos de que estaba todo bajo control, y que podían retirarse de la habitación.

Me senté al lado del chico en la camilla, buscando su mirada, fue ahí que me percaté de sus cautivantes ojos mieles.

—Desataré tus muñecas, solo si prometes no hacerme daño, ¿está bien?— probablemente si alguna supervisora de piso me hubiera escuchado me hubiera regañado, no podía desatar a un paciente que había ingresado así.

El chico de ojos mieles, miro directamente a mis ojos, y asintió levemente.

Baje mis manos a sus muñecas para desatar las cuerdas de género, sintiendo su piel realmente cálida bajo mi tacto, una vez que estas estuvieron fuera, me di cuenta de que toda su piel tenía cortes y profundos.
Pase delicadamente mi mano contra sus heridas, levante mi mirada, y pude notar que a través de la suya, había tristeza, ansiedad, y miedo.

—Hey, soy Adalia, ¿Cómo estás?— decidí entablar una conversación con el chico.

—Estoy hecho una mierda, aparte de eso, creo que bien— dijo sorprendiéndome con su tono de seguridad.

Gracias por leer💜

Catalina.

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