Deseo concedido

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Habían pasado tres días después de haberme ido de su casa. No era nada de lo que me había imaginado. La soledad que tanto recordaba y anhelaba no era la misma de antes. Ni la música a todo volumen, ni mi tiempo extra me ayudaba a sentirme mejor.
No tenía ropa, no tenía zapatos. Tenía ropa vieja y fea dentro de mi viejo armario en la casa de mi madre.

Estaba en el sofá de la sala, acostado y mirando el techo, recordando que le pedí ayuda a mi papá para recuperar mis cosas. Al parecer consiguió que Miranda le entregara mis papeles del carro y mi VISA, pero no consiguió mi ropa, según sus hermanos, Miranda salio de su casa a media noche y tiro a la basura todas mis cosas. No lo creía, ella no era así. Seguramente fueron sus hermanas las que tiraron todas mis cosas. Pero en este momento eso ya no importaba. Estaba completamente solo...

Cuando de repente suena mi celular. No creía que fuera ella, me elimino y bloqueo de todos los accesos posibles. A pesar de que no la había buscado, estaba seguro de ello. Por lo que nunca esperé que fuera ella.
Tenía un mensaje en mi bandeja del correo electrónico. Nunca lo espere, pero en cuanto vi el destinatario me levante y suspire antes de abrirlo. Esperando sus reclamos.

Alejandro

Hay tantas cosas que me quedaron por decirte ese día, el coraje me impidió expresar mis verdaderos sentimientos hacia la situación. Obviamente aun siento ese coraje, pero quiero aclarar ciertos puntos que no me dejan dormir.

Te voy a ser muy sincera, me hiciste mucho daño. Eras la última persona que creí sería capaz de hacerme algo así, pero como dicen el amor ciega. Por mucho tiempo me diste señales de que no me querías y yo me quise aferrar a un sueño que no existía, me agarre de un amor que tú dejaste de sentir hace mucho tiempo. Créeme que cada puto minuto me pregunto ¿Por qué?, o sea, no entiendo que paso. Pasaron los años y yo me sentía feliz, te lo dije cada día, te dije siempre lo importante que eras para mí, te dije y dejé bien claro que por favor, no me hicieras daño, tú sabías lo importante que eras en mi vida, y hubiera preferido que te fueras aquella primera vez que me dijiste que ya no me querías, a que me hicieras algo así, viéndome como poca cosa, haciéndome sentir una estúpida por intentar algo que tú ya no sentías.
Déjame decirte que eres un cobarde, un estúpido cobarde, que prefirió continuar con una mentira de ¨TE SIGO AMANDO¨ en vez de tener los pantalones para decir no, entonces ¿qué hiciste? te metiste con una y con otra con el objetivo de que yo me enterara algún día y así no tener que ser tú el que me dejaras a mí, sino yo tener que hacer tu sucio trabajo.

¿Disfrutaste hacerme sufrir? Yo que te di todo mi amor, te di seis años de mi vida, te di una hija. Y me agradeces con esto, burlándote de mí, teniendo el descaro de engañarme, de decirme que no fue siquiera una, que fueron más, que desde hace muchísimo tiempo fuiste un egoísta, un maldito y estúpido egoísta.
Ahora te pregunto ¿Estás feliz?, sinceramente Alejandro, yo hubiera preferido que en su momento me dijeras que no me querías, que me dejaras, antes que me hicieras esto, pero hiciste todo mal. Lo hubiera preferido mil veces, ya que si lo hubieras hecho, las cosas hubieran sido muy diferentes, hubiéramos quedado en mejores términos, pero lo que me hiciste no tiene perdón, me trataste como basura, cuando yo siempre te trate de lo mejor, estuve a tu lado en absolutamente todo, y esta fue tu forma de agradecer, burlarte de mí.

PD: a pesar de todo, espero de todo corazón que encuentres lo que estabas buscando, ya que yo no fui suficiente mujer, persona, amiga, novia, esposa, para ti. Y se que me hiciste mucho daño, pero si la situación hubiera sido diferente, si tú hubieras hecho las cosas bien, créeme que te hubiera dejado ir, te hubiera dejado encontrar tu felicidad, porque en serio te amaba tanto, que hubiera hecho todo para que fueras feliz, pero ahora, solo puedo desearlo, se feliz, si puedes, aun sabiendo que has perdido todo.

Miranda

Sentí un nudo en la boca del estomago, me sentía un completo idiota e infeliz.
Ella... siempre deseandome amor y felicidad.
Con esas palabras volvía a recordar a aquella persona de la cual me enamore.
Leí varias veces el mensaje, quería decirle tantas cosas, pero no tenía palabras para hacerlo. Prendí mi computadora y comencé a escribir un mensaje que por primera vez me salio del corazón.

Merecida soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora