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(Isi)

En una pequeña choza se encontraba una chica de pelo dorado, quien estaba navegando por internet, buscando respuesta a la pregunta: "¿qué se lleva a un campamento?". Pues no tenía idea de qué llevar a su supuesto primer campamento scout, además los pocos amigos que había hecho en aquella actividad no contestaban sus mensajes por alguna razón. Cabe mencionar que el bus partiría en cuarenta minutos más. No quedaba más remedio que buscar en el (casi) siempre confiable google.

Aunque debía admitir que parte de la culpa era suya por haber faltado dos sábados seguidos con la excusa de estar enferma. Otra parte de la culpa recaía sobre su hermana menor, pues ella la contagió de aquel molesto resfrío. Revisó la hora en su reloj, faltaban quince minutos para el medio día, tiempo en el que tenía que estar lista o su papá (muy estricto con los horarios) se negaría a llevarla.

Decidió que improvisaría. Se guió por los campamentos que veía en las series y películas de televisión. Siempre llevaban sacos de dormir, ropa de cambio y pijama. Metió todo esto en una mochila que agarró de su perchero al azar. Casi se olvidaba de los productos de higiene. Corrió deprisa al baño para buscar lo que le faltaba, con el apuro no notó que el suelo estaba mojado, por lo que resaló y se estampó la cara contra el piso. Se levantó adolorida, miró su reflejo en el espejo del baño y se dio cuenta de que le saldría un chichón. 

-Me pasa por pendeja. – Se regaño a sí misma entre dientes. 

Su reloj emitió varios pitidos agudos, indicándole a la chica que tenía tan sólo cinco minutos para estar lista. Volvió a correr para regresar a su habitación y casi vuelve a caerse, pero por suerte estaba su amiga la muralla y su cabeza rebotó en cemento. Se frotó el área golpeada y fue a terminar su bolso, caminando con sumo cuidado de no resbalarse nuevamente. 

Logró meter todas las cosas dentro de su bolso a la fuerza, el cierre estaba bastante tirante, le asustó la idea de que se fuera a romper. La bocina del auto de su padre interrumpió sus pensamientos. Se cargó el bolso al hombro y fue al encuentro de su progenitor al tiempo que daba saltitos de emoción, como si de una niña pequeña a la cual le regalaron una muñeca se tratase. Ignoró las quejas de su papá sobre el trabajo y subió al coche con una radiante sonrisa en su rostro. 

Anastasia sentía que el auto se movía más lento de lo normal, pero era solo causa de su imaginación pues el vehículo avanzaba con la misma velocidad de siempre.A la joven le divertía mirar por la ventanilla y observar a las personas caminando por la acera, a los perros marcando territorio y uno que otro borracho cantando incoherencias. 

Ni cuenta se había dado cuando su padre estacionó frente a la capilla y esperaba a que su hija saliera del auto.Una vez que todos los chicos estuvieran reunidos, llegarían los buses y se marcharían al lugar del campamento.Anastasia salió aun más emocionada que antes, si es que eso era posible. Se había alejado unos pasos del coche de su padre, entonces éste le gritó algo:

-¡SI TE ASUSTAS NO DUDES EN LLAMARME!

Puede que fuera un hombre amargado y estricto, pero amaba a su hija y se preocupaba por ella a más no poder, de eso no cabía duda.Finalmente arrancó el motor y se fue, dejando a la chica nerviosa chica libre durante un mes entero.A lo lejos pudo divisar a unos pocos scouts que charlaban y jugaban mientras esperaban a que llegaran los encargados. La rubia decidió unírseles. Hicieron varias danzas, le enseñaros algunas canciones, gritos y demás. Era un ambiente de confianza y calma, pero algo se alborotó en Anastasia cuando vio que la chica que la había ayudado, Eduarda si bien recordaba, se acercaba hacia ellos.

(Nowe) 

- ¿Qué tal va tu llegada?- dijo la chica tratando de esconder cualquier tono de mentirosa que podría tener, de alguna manera Anastasia sentía cierto alivio al ver a alguien conocido. 

nuestra insigniaWhere stories live. Discover now