Decir que estaba asustado era poco. De verdad. Sus ojos azabache miraban incrédulos aquella situación. ¿En qué momento las cosas se habían tornado...tan mal? Se suponía no habían transcurrido cinco minutos desde que ambos estuvieran conversando tan tranquilamente, comiendo varios postres y viendo películas. Quiso entender que hizo mal o si dijo algo que la molestara pero entre más buscaba menos comprendía.
No comprendía porqué Videl se encontraba sollozando y mirándolo como si hubiera asesinado a Bee. Y eso que Bee estaba jugando en el jardín.
—O-oye Videl —se atrevió a hablar, tartamudeando, queriendo disimular su muy notorio nerviosismo—. ¿T-te sientes bien?
Claramente esa era una pregunta muy estúpida, pero su mente ya no quería carburar, se angustiaba con sólo ver llorar a su novia de esa forma.
—¿Puedo ayudarte de alguna forma?
—¡No! —Gritó, exaltando al pobre Gohan quien casi comenzaba a comerse las uñas—. ¡Ya hiciste suficiente, Son Gohan!
—P-pero...¿qué hice?
—¡Te comiste la última fresa del pastel! ¡MI fresa! —Exclamó mirándolo con furia no contenida en sus lagunas cristalinas y al poco momento comenzó a sollozar otra vez.
Los labios de Gohan formaron la penúltima vocal mientras alzaba una ceja, desconcertado. Sin que sonara mal, ¿no que ella podría conseguir cuanto postre desee? No podía creer que se hubiera molestado tan sólo por comerse la última fresa, se supone que siempre compartía todo y él podía comer cuanto quisiera.
Intentó decir algo, pero verla de ese modo tan inusual de ella le partía el alma. Pese a ser por algo un tanto insignificante.
—¡Te traeré más fresas y con chocolate! —Dijo de repente, levantándose de la amplia cama. Se dio la vuelta, dirigiéndose a la puerta dispuesto a traer aquello que seguramente calmaría a su Videl.
Sorpresivamente Videl también se levantó de la cama únicamente para abrazarlo por la espalda, ocasionando un furioso sonrojo en el superhéroe.
—No te vayas... —Dijo casi en un ronroneo coqueto—. No me dejes sola.
Gohan sintió que se le partía el corazón. Sin quererlo él logró traspasar la dura coraza con la que Videl solía protegerse de los demás y sabía de antemano el fallecimiento de su madre y de las numerosas giras que daba Mr. Satán, pero jamás imaginó que ella se sintiera tan sola como su tono de voz parecía transmitir.
Definitivamente él lo había comprendido de esa forma inocente.
El cariño recorrió cada centímetro de su piel y, girando sobre sus talones, la miró poco antes de envolverla en un abrazo dulce y reconfortante.
Sin embargo aquel momento no duró más que unos cuantos segundos porque la justiciera terminó empujándolo y propinándole una sonora bofetada.
—No te aproveches, pervertido —repuso cruzándose de brazos. Aunque a Gohan no le dolió él ya no supo como reaccionar, únicamente atinó a dar unos pasos hacia atrás, intentando alejarse de la hija de Satán—. ¿A dónde piensas ir?
—A traerte fresas con chocolate —le contestó, deseando que ella finalmente lo dejara cumplir su extraña misión y solucionar todo ese inesperado problema. Realmente se estaba asustando.
—No —soltó mientras sus ojos azules comenzaban a cristalizarse por segunda vez—. Quédate conmigo, por favor.
—P-pero...
—¡Pues si no quieres quedarte no te voy a estar suplicando! —Gritó, creando un escalofrío que el saiyajin sintió por todo lo largo de su espina dorsal.
¿No se suponía que ella había dejado atrás el carácter con el que la conoció?
O por lo menos lo trataba muy dulce...
—Muy bien, me quedaré contigo —hizo un muy disimulado suspiro. Pero ya no se acercó a ella, ya tenía miedo.
—¿Qué haces aquí? —Cuestionó luego de quedarse mirando unos segundos—. Habías dicho que me traerías fresas con chocolate.
Una gota resbaló por la nuca del guerrero.
—P-pero tu... —No se permitió terminar la oración, temiendo que se siguiera desarrollando el embrollo.
Salió de la habitación a toda prisa. Bajó las pulcras y extensas escaleras para ir camino a la cocina. Para su fortuna, el cocinero no estaba, pudo extraer del refrigerador un enorme recipiente de fresas y en otro colocó muchas barras de chocolate para derretirlas en el microondas. Finalizado el tiempo se dirigió nuevamente a la habitación de la justiciera.
Aún no comprendía por qué sucedía todo eso. Pero si era necesario llevar una fuente de chocolate y diez kilos de fresa a Videl lo haría. Sólo quería que ella no llorara y fuera feliz...
Y que no fuera tan agresiva con él.
Videl sonrió complacida al ver los postres que Gohan cargaba, mientras sus ojos azules brillaban emocionados.
—Toma —habló dejando los alimentos en una mesita que había—. Puedes comer todo lo que quieras.
Tras escuchar aquello, el semblante de la muchacha cambió a uno molesto y gotas de cristal líquido volvieron a empañar sus preciosos zafiros.
—¿Es una indirecta? ¡Ahora me estás diciendo gorda!
¿Pero qué demonios estaba pasando?
Rogaba la ayuda de Dende con urgencia.
Al parecer había arruinado todo.
Otra vez.
—Videl... —Murmuró con aparente calma—. Y-ya tengo que irme.
¡Perfecto! Eso no era nada valiente, pero estaba envuelto en una batalla que no iba a lograr ganar.
Y ya no sabía que más hacer.
—¡Por supuesto! Nadie querría quedarse con una chica gorda como yo... ¡Entonces vete! ¡Pero ni pienses en volver!
—Videl, no estás gorda...
No podía irse sin arreglar aquel malentendido.
—¡Mentiroso! —Se exaltó—, ¡mira, mira la grasa que tengo! —Exclamó mientras se alzaba la blusa, mostrándole su marcado abdomen... ¡Definitivamente estaba loca! ¿Dónde había quedado la dulce y amable Videl?—. ¡Si pides disculpas te perdonaré!
—Perdóname mi Videl, perdóname en verdad —rogaba mentalmente que todo aquello terminara pronto—. Te amo, lo siento...
Una tierna sonrisa apareció en el rostro de la justiciera.
—Por supuesto mi amor. Te perdono —Gohan tenía los ojos casi desorbitados, no podía creer que todo se resolviera tan fácilmente—. Ven, sentémonos en la cama y si quieres puedes comer fresas con chocolate.
El Gran Saiyaman no se sentó, sólo sonrió con nerviosismo mientras se rascaba la nuca y veía como su adorable novia separaba las fresas a la mitad. Mentalmente se decía que no iba a cometer el mismo error una vez más. Aún no sabía lo que le pasaba a Videl pero ella se miraba tan alegre comiendo sus fresas bañadas en chocolate.
Y, aunque haya leído sobre el tema miles de veces en sus libros de biología, aún no reconocía cuando Videl se hallaba en esos días del mes.
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Mes
HumorNo importa cuantas veces haya estudiado el tema, aún le costaba trabajo distinguirlo fuera de los libros. [One-shot]