ÚNICO.

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Realmente a Tony no le importaba el hecho que Steve haya coqueteado con una chica cualquiera mientras él estaba en el baño lavándose la cara, no, para nada. ¿Por qué habría de darle tantas vueltas al asunto? Ah, sí, porque era su pareja... Sí, eso, su pareja.

Entonces ¿quién en su santo juicio coqueteaba con otra persona sabiendo que tenía pareja?

―Steve Rogers... ―nombró Tony en un susurro.

El castaño viró los ojos presenciando la cruel escena que tenía al rubio como el núcleo del problema. El enamorado de la chica se había acercado peligrosamente a Steve y ahí fue cuando todo, por así decirlo, estalló. El extraño soltaba tantas groserías que hasta parecía ser el creador de ellas, cosa que obviamente incomodaba en demasía a Steve.

Tony sonrió con malicia al ver cómo su querida y ardiente pareja recibía el golpe de su vida, directo en su bella cara. Se lo merecía.

Luego de un rato volvió Steve, algo cabizbajo y evitando la intensa mirada que le lanzaba el castaño. Se mordió el interior de su labio inferior mientras observaba de manera nerviosa las pequeñas figuras color guinda del mantel de la mesa. Estaban en un restaurante, prácticamente en una cita por ser su segundo año como pareja.

―¿Y bien? ¿Dónde está la excusa? ―preguntó Tony.

―No hay excusa...

―Bueno, entonces olvidaré todo lo ocurrido hace unos... ―se detuvo, mirando su reloj― diez minutos.

Steve se quedó callado, por fin alzando la mirada y observando el rostro de Tony, tratando de analizar lo que estaba pensando. No lo logró.

―¿Al menos sabes lo que comeremos? ―volvió a preguntar el castaño.

―Quería espagueti.

―Como quieras, yo pediré... Ah, ¿sabes qué? Mejor vámonos.

―Tony, pagué mucho por esta reservación ―se quejó el rubio.

―De todas maneras ya arruinaste la cena, Rogers.

El castaño se levantó de su asiento y dejó algo de dinero sobre la mesa, ignoró olímpicamente al más alto y fue en busca de su abrigo, agradeció y salió de aquel lugar muy fino. En realidad le había gustado todo, solo hasta que el de cabellera rubia decidió aprovechar su divina ausencia y empezar con sus ligues. ¿Dónde quedó el "he cambiado, amor"? Ah, malditas falacias.

En un abrir y cerrar de ojos, Tony ya estaba regresando a su mansión, con Steve a tres metros detrás de él. ¿Qué se suponía que comerían ahora? Lo único que el castaño tenía en mente era ordenar cuatro cajas de pizza y otras más de cerveza. Todo fuera de su balance alimenticio, pero al menos se sentiría tranquilo con aquello, así que no le veía el problema.

Tony fue directo hacia su habitación, tirando su abrigo al suelo, sacándose los zapatos y sentándose sobre su cama, dejando a Steve parado en el marco de la puerta.

―Ah, me agradaría que duermas en el sofá hoy.

―Tony...

―Rogers, cenaremos pizza y tomaremos cerveza. Fin al asunto.

El rubio suspiró, no conseguiría nada viendo cómo se comportaba su querido Tony Stark. Se dirigió hacia la sala y tomó el teléfono inalámbrico, caminando hasta la cocina y marcando el número de la tarjeta que estaba sujeta al refrigerador con un imán. Pidió tres cajas de pizza, ya luego él mismo se encargaría de las cervezas mientras la comida llegaba.

Salió de la mansión y se dirigió hacia la única tienda que se encontraba por ahí, solo que esta vez pagó por seis cajas de cerveza. Sí, esa noche tenía planeado emborracharse hasta más no poder.

Jealous.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora