Capítulo VII

2.8K 172 6
                                    

Mia

Me la he pasado todo el día de allá para acá por todo el departamento; ordenando y limpiando cada rincón con los auriculares puestos.

La música se detiene al recibir una llamada; contesto mientras termino de guardar todo.

—Bonita, voy camino a verte. Llego en diez minutos —habla Matt y yo dejo caer el trapeador.

«¡Qué? y yo ando así», pienso al mirar mi ropa y lo sudada que estoy.

—¿Estás bien? —pregunta extrañado.

—S-sí, lo estoy. E-es sólo que pensé que vendrías más tarde.

—Me desocupé antes y ansiaba verte, ¿hay algún problema con que vaya ahora?

—N-no, ninguno. —Recojo el trapeador, lo guardo y me empiezo a desvestir.

—Vale, llego en breve.

—Okey. —Cuelgo.

Entro al baño deprisa dándome una rápida ducha.

Me seco, y mientras lo hago el timbre suena.

«Mierda»

Me visto e intento peinarme con los dedos en lo que llego a la puerta.

—Hola —Exhalo como si hubiese corrido un maratón.

Él me mira de forma rara.

—H-hola —Su titubeo me da curiosidad.

Se acerca a mí y besa mi frente mientras abrocha el botón de mi... «mierda, tiene que ser broma».

Mi rostro no tarda en teñirse de rojo.

Él sonríe con esa espectacular belleza suya y sujeta mi rostro para besarme, este beso es distinto; necesitado y aún más apasionado que los que le han precedido. Me siento... extasiada.

Al separarnos para tomar aire su sonrisa pícara reaparece.

—Lindos pechos, querida. —Muerde con suavidad mi labio inferior.

Desvío la mirada.

—P-pasa.

Me aliso la blusa, la falda y termino de acomodar mi cabello en gesto nervioso.

Entra con total soltura dirigiéndose a la sala de estar; está vestido muy bien, como es costumbre.

Me acerco cuando ya está sentado en el sillón, le ofrezco algo de tomar y me sorprende tirando de mi muñeca hasta dejarme caer sentada en sus piernas.

Lo miro con curiosidad; él sólo sonríe, entrelaza nuestras manos, me sujeta de la cintura con la mano libre y me besa con dulzura.

—Te extrañé —susurra.

—Y yo a ti —respondo en el mismo tono.

Acomoda mi cabello y nos quedamos con el rostro muy cerca.

—Esto es muy cursi —río en tono bajo luego de un momento.

—Contigo puedo ser todo lo cursi que se requiera.

Lo abrazo y escondo el rostro en su cuello; tentada, le doy un pequeño beso. Él se aferra más a mí y casi puedo sentir su sonrisa.

—Cuidado —dice divertido.

—¿Es una advertencia? —Lo observo y elevo una ceja.

—Podría serlo —Suspira y acaricia mi mejilla—. Mia —Me mira directo a los ojos con nerviosismo.

—Dime.

Saca una cajita que no había visto y me la entrega.

Yo la tomo extrañada y él retira la tapa dejando ver una hermosa pulsera plateada. Voy a hablar pero él la saca y me interrumpe.

—Mia Valentina —Sonríe al decir mi segundo nombre—, sé que las cursilerias no son lo tuyo, pero las formalidades sí. He estado preguntándome qué somos durante mucho tiempo, y el no tener una respuesta para eso me ha dejado con un mal sabor. Así que... ¿me harías el increíble honor de ser mi...?

O su valentía se fue a pasear o realmente está tan poco acostumbrado como yo a una relación; es que ¡rayos! Estoy temblando, y al estar sentada sobre él no es que pueda disimularlo.

Traga saliva e intenta terminar la pregunta.

—¿Quieres ser mi novia?

Lo miro y siento que me congelé. Siento mucho frío y no puedo hacer más que mirarlo. Él está espectante durante segundos eternos, el silencio es bastante incómodo hasta que recupero el control de mi cuerpo y alcanzo a asentir suavemente.

—S-sí —susurro.

Sus ojos se cristalizan y me abraza con fuerza.

—Gracias, gracias. Hermosa, casi me matas con tanto suspenso —dice con un atisbo de diversión entre tantas emociones.

Correspondo a su abrazo, mi corazón late deprisa y mi mente intenta asimilar todo. No sé si esto va muy rápido, si estoy en lo correcto o no, sólo quiero dejar de pensar en el mañana, quiero dejar de pensar en todo cuanto me rodea, quiero ser simplemente yo, quiero... por primera vez en mi vida, sentirme realmente libre, y vivir en los sentimientos del ahora. Estoy enamorada de él, y deseo disfrutar cada segundo con él.

Busco sus labios y me entrego en un beso cargado de amor, pasión, y muchísimos sentimientos inefables.

Soledad Compartida | Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora