Habían pasado un par de días desde aquel encuentro con Seagull y sus amigos en el Overwatch. Me había conectado un par de veces para ver si estaba conectado y jugar un par de partidas, pero al esperar mas de media hora y no ver signo ni de él ni de sus amigos, acababa desconectandome y me ponía a ver anime. Tenía dos días de fiesta y estaba disfrutando de mi primer día de libertad comiendo como una cerda y saliendo a penas de mi cuarto si no era para ir al baño.Eran las dos en punto del medio día cuando a mi madre le dio por entrar a mi habitación y sentarse al borde de mi cama con una expresión seria. Giré mi silla hacia ella con la boca llena de chocolate y tragué cuando vi que abría la boca.
– Tenemos que hablar sobre lo de la boda... – se le notaba insegura sobre sacar ese tema, y que menos, si ya sabía como me iba a poner al momento de tocarlo.
– Oh, vamos, ¿por qué estáis tan pesados con que vaya? – me crucé de piernas algo ofuscada. Había estado pensando estos días sobre mi "primo" y la verdad es que se me hacía hasta raro que estuvieran tan insistentes con mi asistencia en la ceremonia.
– Porque son familia...
– Pero si no los he visto mas que un par veces...
– Por favor... Sabes que a tu abuela le haría mucha ilusión que fueras– se levantó del colchón y se acercó a mi para tocarme el pelo.
– Pero no quiero ir... – inflé mis mejillas como niña pequeña y me crucé de brazos mirando hacia otro lado. El contacto de su mano con mi pelo me tranquilizaba; y es que era mi punto débil. Donde mas flaqueaba.
– Será solo un par de días hasta que acabe todo eso... Sabes que debemos de tener buena amistad con la familia.– Por alguna extraña razón, notaba a mi madre débil, sin fuerzas. Y por eso mismo no quería irme. A parte de que tendría que pedir vacaciones en el trabajo, el dejar a mi madre sola con mi padre no me gustaba para nada.
Y sabía que con tan solo sacar un pie fuera de esa casa las peleas volverían, porque así era. Mi padre se descargaba con mi madre pensando que yo no me daría cuenta de las pequeñas marcas que escondía bajo la ropa. Y a pesar de haberle dicho a mi madre miles de veces que lo denunciara y mudarnos, siempre me decía lo mismo: "cambiará". Cambiará cuando tenga una orden de alejamiento con un país de por medio. Odiaba a mi padre a pesar de haber plantado él la semillita para mi nacimiento y existencia. Daba gracias a Dios que nuestros horarios a penas nos hacían coincidir.
– Mamá, no quiero dejarte sola– le abracé por la cintura, posando mi cabeza sobre su vientre. Con la única persona con la que podía mostrar esos signos de cariño era con mi madre.
– Estaré bien– se inclinó un poco para depositar un beso sobre mi coronilla y me acarició las mejillas. Como cuando era pequeña. Como cuando era pequeña y tenía que pasar unos días con los vecinos porque a mi padre le había entrado un ataque de rabia.
Nunca me había puesto una mano encima y eso había sido gracias a mi madre. Cosa mal que hacía yo, cosa que pagaba ella. Suspiré y afirmé no convencida de lo que estaba haciendo. Se separó de mi y me miró con una radiante sonrisa, claramente fingida. Y sabía que algo me estaba ocultando.
Cuando la vi salir por la puerta de mi habitación me volví a girar hacía la pantalla de mi ordenador, encontrando la pestaña de twitter llena de notificaciones. Sonreí ante el trabajo que tenía al contestar tantos roles y luego abrí una nueva pestaña de telegram, pinchando encima del chat de mi mejor amiga.
"Chica" 14:26
"Dime" 14:26
Al minuto me había contestado. Esto es milagro de Dios. Bendición divina. Cosa hecha por Dioses. Ella era de las personas que te tenían a la espera de un mensaje unos quince minutos.
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Gamers ➽ Jeon JungKook
RomancePark SooHee, quien es mitad coreana y mitad española, se la ha pasado viviendo entre videojuegos, anime y series por el bullying hacia sus ambas descendencias. Una de las mejores jugadoras en Overwacth y la mejor ADC en el LOL le lleva a dar con un...