Capitulo 1.1

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Capítulo 1.1

Estaba caminando por el techo de un edificio, creo que tenía unos 5 pisos de altura, estaba... triste..., llorando tal vez., pero ¿Por qué? Repentinamente luego de esa escena algo rara, un hombre se me acerco por detrás y de repente... ¡Alto...! – Dije al despertarme con una vibración de temor sin saber la razón –. Gire la cabeza de un lado a otro, pero el lugar donde estaba no se me hacía nada conocido. Los edificios eran más altos, al menos desde mi punto de vista, y estoy completamente seguro de no haber pasado por este lugar anteriormente. Estaba tendido en un callejón rodeado de edificios algunos altos y uno que otro bajo, como de un piso.

Me trate de ponerme de pie pero repentinamente me caí a la tierra. Por suerte mis brazos detuvieron mi caída, me sentía raro en mis extremidades.

¿¡Pero que rayos!? – Dije al darme cuenta que mis brazos delanteros estaban cubiertas de pelaje – No solo eso, mis piernas y el resto de mi ya no era como lo conocía. No dejaba de sorprenderme, ¿Cómo es que me parezca a un perro? Esa no era la única pregunta que me hacía pero mientras más pensaba, más preguntas me hacía, todo era un conflicto en mi mente. Hasta que lo vi, una hoja arrugada y algo mojada por el agua que corría de un grifo algo malogrado. Lo que esta hoja decía era:

"¿Ya te has enterado muchacho? La verdad es que me caías bien, y al final estas son las consecuencias de tus actos en contra de mí. Suerte tratando de vivir ahora, solo te diré una cosa más antes de nunca volver a verte. Un simple joven como tú no sobreviviría una vida de un perro callejero ya que es peor a la de un vago"

Tome unas gotas del agua que salía del caño malogrado para tratar de tranquilizarme y así pensar la situación. Me quede alrededor de una hora pensando que es lo que debería hacer, tal vez dejarme morir en aquel callejón. Paso otra hora..., lamentablemente ya no tenía fuerzas y tampoco ganas de mover ningún musculo por el dolor que sentía en las extremidades. Quien sabe cuánto tiempo estuve inmóvil en ese callejón, tal vez alrededor de tres horas o tal vez más... De repente sentí un piquete algo fuerte, era una vacuna. No tarde en darme cuenta que estaba en una veterinaria, ¿Cómo es que termine en este lugar? Tres hombres y una mujer vestidos de una chaqueta blanca con verde me diagnosticaban con sumo cuidado ya que estaba sin fuerzas. No tardaron mucho en tomar la decisión y me encerraron en una jaula de un tamaño mediano, solo por ahora – Es lo que la mujer me dijo antes de salir de la habitación donde estaba encerrado en una jaula junta a otras jaulas con otros perros y gatos y alguna que otra ave. No era el único deprimido y sin ganas de mover un musculo, un pastor alemán que estaba en la jaula que estaba a mi derecha no movía ningún solo musculo literalmente, por un rato pensé que estaba muerto hasta que lo vi inhalar aire y luego exhalar tranquilamente, entonces me calme.

Me puse a examinar por alguna razón la jaula donde estaba encerrado. Pude observar que parecía que fue hecha para un perro pequeño. En una de las paredes de la jaula encontré un cristal que para mí era un espejo ya que me podía ver mi reflejo. Pude observar cómo era mi nuevo físico en el cuerpo de un perro. Yo era un perro de pelaje blanco, ojos cristalinos de un tono marrón o tal vez café, con orejas a la vez marrón y blanco, también tenía mucho pelaje pero a la vez solo media como unos 25 a 28 centímetros; en conclusión era un Lhasa Apso. Pasaba una media hora desde que no entraba nadie a la habitación donde estaba yo y los demás animales en las jaulas.

Como no querría aburrirme, decidí tratar de comunicarme con el perro que ya he dicho antes.

- ¡Hey! – Le dije – No comprendo muy bien lo que pasa, pero lo que me intriga es ¿Por qué pareces deprimido?

- Una rara forma de empezar una conversación, muchacho – Me dijo a la vez que parecía que recobraba energía – Yo llevo encerrado en esta jaula 1 mes entero. Comprendo que no estés deprimido como yo, después de todo tú tienes toda una vida por delante. Yo estoy a punto de dejar este mundo en algún momento, pero que bueno que me pude comunicar con otro canino antes de mi ida. Por cierto muchacho, ¿Cuál es tu nombre? –Me dijo mostrándome una sonrisa con arrugas en su hocico –.

El amor de un perro no puede ser comparadoWhere stories live. Discover now