Prólogo

30 4 3
                                    

* París - Francia   4:00 pm. 

Estoy del lado equivocado del puente. El lado donde las personas se suicidan. -Creo que ya perdí la cabeza, pero aún así no importa, es por amor, todo esto es por amor. - susurro para mi, mientras veo la distancia entre el puente y el río. Respiro profundo y me aferro con la mano izquierda al puente y con la derecha sujeto el balde donde pondré todas las llaves.

- ¡Ese chico se quiere matar! - escucho a una señora gritar a lo lejos.

- No me quiero matar, ustedes no entienden. - ya entré en pánico, no me quiero morir... solo quiero estar con la chica que amo y esta es la única manera de demostrárselo.

- ¡Llamen a la policía!

-¡Dios mío! pobre muchacho.

Todas las personas a mi alrededor creen que me quiero suicidar, pero no es así. Se escuchan las sirenas y me preparo para saltar al río. Tomo pulso pero unas manos me sujetan de la cintura.

- ¡No! suélteme, por favor, ustedes no lo entienden. - digo a los policías.

- Tranquilo joven. No vale la pena quitarse la vida.

- No me quiero morir, por favor solo necesito las llaves.

- No vas a saltar, te pondremos de este lado y llamaremos a tus padres. - Tres policías me levantan y me ponen a salvo.

-¿ En qué estabas pensando muchacho?

- No le puedo decir.

- Vendrás con nosotros a la comisaría.

Llamaron a mi madre hace media hora. Maldición en que lío estoy. Creen que tengo complejo suicida. Observo con frustración el balde vacío, necesito encontrar esa llave. La puerta de la oficina donde estoy se abre y veo a mi madre con lágrimas en los ojos.

- ¡Mi hijo!

- Mamá yo no... - La bofetada me dejo a medio hablar, se escuchó en todo el lugar provocando un gran silencio.

- ¿Estás loco?

- ...

- ¿Desde cuándo te enseñé que las personas hacen eso?

- Nunca. - se hinca para estar a mi altura y me mira a los ojos.

- Me diste un gran susto.

- Mamá yo no me iba a matar.

- ¿ y qué hacías de ese lado del puente?

- No lo entenderás.

- Si no me dices no te voy a entender cariño.

- No quiero hablar.

- Sabes que estas castigado.

- Si, lo sé.

- Bien. Vamos a casa.

Haré otro plan, debo conseguir esa llave y ella por fin será mía, pero esta vez no fallaré.

El puente de los candadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora