Era más como un recuerdo, el primer recuerdo. Lena podía no hablar bien a su corta edad, pero ese sueño y la mirada en este, le habían acompañado desde que tenía uso de razón. Era el sueño que tenía todas las noches y la fecha exacta rondaba su mente, tan misteriosa como lo demás. 18 de Octubre de 1979. Por alguna razón, el pensar esa fecha siempre le aceleraba el corazón tanto como esos ojos color azul, no un azul celeste, sino un azul grisáceo, que escondía el misterio más profundo, pero la mirada era triste y perdida.
Si bien Lena no sabía la importancia que jugaría en su vida ese sueño, sin duda sabía que estaba relacionado con el nombre tatuado en su muñeca en un tono dorado. Solo su familia podía verlo, nadie más, pero ni Lionel, ni Lillian, quisieron decirle en los primeros años de que se trataba. Solo Lex parecía compartir su entusiasmo por ese hecho. Una tarde de las pocas que ambos tenían libres, cuando jugaban ajedrez, Lex le dijo el secreto.
— Así se llama tu alma gemela — habló tan bajo como pudo, intentando no alertar a su madre al otro lado de la sala—. Mamá me lo dijo.
Lena parpadeó y asombrada abrió la boca, con la pieza del caballo blanco aún en su mano, sin terminar su movimiento. La curiosidad de sus cuatro años de edad le parecía divertida a Lex, de alguna forma, aunque él solo tuviera seis.
— ¿Qué es un alma gemela? — preguntó tan bajo como él.
— Alguien muy importante para ti— susurró divertido.
Lena asistió con la cabeza, fingiendo haber entendido, pero en realidad la pregunta siguió siendo la misma por un tiempo y cada noche al soñar, siempre pasaba lo mismo: Un paisaje afable se desplegaba a su alrededor, en un atardecer caluroso de finales de otoño, a todavía varias semanas del frío invernal. Los grandes campos de cosechas se extendían a lo lejos y Lena podía observar el sol en su punto más alto, con los maizales agitándose con el viento. Lena permanecía quieta, esperando y elevaba su mirada al cielo. De pronto, este explotaba repleto de fuego y meteoritos, y entre ellos, una figura se desviaba de curso. Cuando comenzaba a descender, una cápsula plateada envuelta en una nube de polvo y fuego, aterrizaba a metros de ella. En su muñeca el nombre ardía, obligándole a hacer puños las manos y correr en la dirección al objeto. Lena corría con el corazón desbocado latiendo con fuerza en su pecho y cuando llegaba al cráter formado por el aterrizaje, brincaba y ayudada por su propia magia, descendía suavemente antes agitar la mano y abrir la cápsula.
Y dentro de ella, una niña le miraba con aquellos ojos azul grisáceo y agitada le hablaba, pero Lena solo sonreía.
"Kara"
Luego solo despertaba y su realidad sin embargo, no era más extraña que ese sueño. Los Luthor, su familia, eran los últimos brujos vivos y puros. Muy temidos y buscados en el mundo que les obligaba a ocultarse para proteger su magia. Lena se había acostumbrado a tener que crecer rápidamente, entre responsabilidades que niños de su edad no debían cargar, pero sin otro tipo de opción. Sus días se dividían en entrenamiento, estudios y meditación para controlar su magia, sin tiempo para juegos o cariño. Su padre era riguroso, como un militar retirado, no tenía otra forma de mostrarle afecto que siendo tan firme como lo sería con un soldado. Por su parte Lillian invertía la mayor parte del tiempo en ignorarle o castigarla y Lena no sabía del todo la razón de aquello, pero prefería dejar que su obsesión por la perfección se centrara en Lex, al que siempre le exigía mejorar, sin espacio para errores.
Entre ratos robados los hermanos jugaban ajedrez y algunas veces Lena se dedicaba a leer historias de amor, atraída por aquel inexplicable lazo que unía a las personas, como deseaba que estuviera unida su familia. Con desagrado siempre huía de los libros de fantasía, donde las brujas eran tachadas de malas y quemadas en hogueras. Prefería ignorar que su raza era vista como algo tan malo. A veces, al leer historias acariciaba su muñeca y sentía sin explicación la presencia de Kara a su lado, como si pudiera tocarle y podía jurar que a veces escuchaba su voz y Lex, el que parecía su único aliado, siempre se reía de ello.
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Bajo mi Piel
RomancePara Lena, la última bruja pura, todo lo que ocurría a su alrededor eran manecillas del reloj moviéndose para encontrar a la persona del nombre en su muñeca. Su alma gemela. La había esperado por años, pero cuando el momento predestinado llegó, Kara...