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Esta es la historia de una pareja de enamorados, de la que por supuesto yo no formo parte

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Esta es la historia de una pareja de enamorados, de la que por supuesto yo no formo parte. Y cómo esta historia tiene pies y cabeza muy complicados prefiero ser minimalista en los detalles, por lo que nos conformaremos con llamarlos «C» y «D». Nombres creativos que me enorgullecen, claramente.

O bueno, siento honesta les nombré así porque no sé sus nombres reales, ¿está bien? No me juzguen, no aun. 

Sé que ellos vienen al parque todos los viernes a dar un par de vueltas en la pista de carreras. Y no creas que los he estado espiando, al menos no sería el término que yo usaría. No, no, yo diría que los estoy... estudiando. Solo los observó de vez en cuando ¡No por favor, no! No soy una acosadora no pienses eso de mí. No estoy planeando su asesinato, secuestro ni nada por el estilo. 

Mi nombre es «E» —a fin de seguir con esta temática— y soy observadora oficial de los chicos. Bueno, ni tan observadora porque a veces mis pensamientos me distraen y no me doy cuenta cuando se marchan; y ni tan oficial, ya que mis actividades intentan ser de lo más discretas. 

¿Por qué los espío?, te preguntarás. Y la respuesta es muy simple: no tengo nada mejor que hacer ese día a esas horas. El sol comienza a ocultarse y deja ese ambiente color de rosa tan romántico que no tengo con quien compartir. Me parece una ofensa no detenerse a observar un paisaje tan hermoso, y resulta que paso por el parque justo cuando las nubes se tiñen. 

¿Y por qué a ellos habiendo tantas otras personas deambulando? Entonces te diría que la respuesta es un poco más compleja. Pero vale, tú necesitas una respuesta rápida, no tienes todo el día para escuchar mis delirios. Entonces diría que son fascinantes, así te dejo con la intriga, preguntarás «¿por qué?», y podré seguir con mi relato.

Verás. Leer es la cosa que más amo en el universo. Hace mucho que vengo aquí, a este parque y en esta banca. Y aunque mi primera razón para venir era muy distinta, esa es otra historia en la que no quisiera ahondar. El punto es que me quedaba en esta banca a leer bajo los últimos rayos del sol hasta que las lámparas se encendiesen. 

Una cosa llevó a la otra. O mejor dicho, una mirada llevo a una observación casual; la observación casual se convirtió en un evento recurrente y eso en fascinación, intriga y un montón de cosas. 

Son la única cosa más interesante que un libro.

Y pueden creer que yo estoy loca, pero definitivamente si los conocieran les parecerían igual de fascinantes o al menos los creerían más locos que yo. 

Son un par de atletas que siempre dan exactamente 27 vueltas a la pista del parque. Y yo sé, yo sé que eso no es raro, solo aguarden. Mientras corren se ríen, sorprenden y hacen mil y un gestos, sin embargo: no dicen ni una sola palabra. He allí la clave. 

Claro que también consideré lo más obvio: un audífono, lenguaje de señas, hablar sin mover los labios o etcétera. ¡Pero no! No tienen ni un pequeño chicharito en el oído, no mueven las manos para comunicarse ni emiten sonido alguno.

Susurros en el jardín ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora