Las farolas de la calle iluminaban la acera, creando sombras en los soportales a los que la luz no llegaba. Alec caminaba a paso apresurado, echando ojeadas a su alrededor por si se topaba con algún conocido (si, claro, como si su vida social no se limitara a Jace y sus hermanos) o con algún demonio que quisiera algo de acción.
Ya había recorrido aquel último tramo dos veces aquella noche, cuestionándose a sí mismo qué coño estaba haciendo, retrocediendo, y volviendo a emprender el camino hacia el edificio tras armarse de valor de una vez por todas.
Subió los peldaños de la entrada y pulsó el llamador en cuya etiqueta estaba escrito “BANE”. A los pocos segundos se oyó un ruido a través del altavoz.
-¿Diga?- Alec se quedó paralizado; llevaba desde que había dejado las muletas cavilando en si ir no ir, pero no se le había ocurrido pensar en qué decir cuando llegara el momento -¿quién es?- preguntó la voz, impacientándose al no obtener respuesta.
-Ehm… soy el nefilim que vino a tu fiesta hace… unos días- respondió mientras trataba inútilmente de que no se le notaran los nervios al hablar.
¿El rubio y tedioso?- dijo Magnus -, creía que ya habíais solucionado lo de la rata.
Alec frunció el ceño. Tal vez no había sido una buena idea, después de todo.
-¿Qué? No, no, yo soy… Alec Lightwood, al que curaste, ¿recuerdas?
Silencio. Magnus había colgado el telefonillo.
Por supuesto, ¿acaso iba un brujo de quién sabía cuantos años a interesarse realmente por un cazador de sombras adolescente e inseguro? Resultaba ridículo sólo pensarlo.
Sintiéndose súbitamente avergonzado, el nefilim dio media vuelta y se dispuso a bajar los escalones con desgana. Pero, justo antes de poner un pie en la acera, oyó el sonido de la puerta al abrirse y una voz a su espalda
-Ejem, ejem- sorprendido, dio media vuelta y se encontró cara a cara con Magnus Bane –… ¿puedo ayudarte en algo?- preguntó éste, en un tono que al joven le pareció más grave de lo habitual en él.
-¡No! -soltó bruscamente, llevado por el nerviosismo-, quiero decir… sí, bueno, tal vez. Yo…
Magnus le interrumpió con un amago de sonrisa
-No digas más, te he entendido mejor que tú mismo, cielo. ¿Quieres pasar?
Alec trago saliva audiblemente
-Si estás ocupado, no quisiera…- se interrumpió al ver las cejas alzadas del subterráneo- Sí, claro.
El brujo sonrió e hizo un amago para que entrara con él
-Fantástico-
________________________________________________El interior del portal era tal y como Alec lo recordaba, incluso las luces de colores (que él había creído adornos para la fiesta) seguían decorando las paredes y columnas.
Puso una mano en la barandilla por cuyas escaleras se accedía al piso de Magnus y subió tras él. Mientras lo hacía, aprovechó para fijarse mejor en el atuendo del subterráneo; llevaba unos pantalones de aspecto plástico de color verde y una camiseta de lycra cuyo color sería definido por un decorador de interiores como “coral” (pero que Alec, al ser simplemente un cazador de sobras, se limitó a llamar “naranja”). Sus zapatos eran plateados y combinaban con las mechas que el brujo tenía del mismo color.
-Vaya, creo que no me repasaban con la mirada de ese modo desde hacía años –comentó Magnus sin siquiera darse la vuelta y dejar de caminar.
Alec notó cómo sus mejillas se encendían y clavó su vista en el suelo