Mi antigua rutina desde que tenía uso de razón, se resumía en una convivencia en cuatro paredes: mi hogar.
Miraba día a día por la ventana mientras suspiraba y anhelaba poder salir a corretear de un lado para otro con los niños de mi edad que hacían travesuras inocentes frente a mi casa, pero lo único que podía hacer era bajo la supervisión de mamá, utilizar los juegos de mesa y de baja actividad física, los niños se aburrían conmigo y me consideraban una chica extraña y ermitaña. No era por qué estuviera enferma lo que impedía que compartiera con aquellos niños, eran mis padres los responsables, ellos tenian una rara y tal vez enfermiza obsesión con mi cuidado, me sobre protegían de manera desmesurada, no permitían que saliera de casa a no ser que ellos me acompañasen. Podía tener amigos, si, pero no podía correr, saltar, rodar o realizar cualquier tipo de actividades típicas en la infancia con ellos.
Mi único amigo en ese tiempo, quien no se apartaba de mi y el cual ahora es mi mejor amigo es Dexter, mi hermano quién es mayor por cuatro años.
Afortunadamente a medida que iba creciendo mis padres recapacitaron un poco y me regalaron más libertad de la que poseía en ese entonces.
Ahora he avanzado, soy más sociable o bueno, siempre lo fui pero ya casi nadie me ve como la rara, tengo dos amigos: Sandy y Eliot, agregándole muchos conocidos.
Con 16 años. Yo Brenda Hoffland estoy lista para enfrentar la vida, aún tengo mucho camino por recorrer ¿No es así?
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Brenda.
Short StoryUna chica, En plena adolescencia, donde lo único que se tiene en mente es fiesta, diversión, sentimientos contradictorios, pequeños o grandes problemas típicos de esta etapa. Todo es normal, solo que para Brenda no es así o quizá lo fue, cuando sus...